Por Cristian Vitale
Entre aquel caótico
comienzo de sótanos, borracheras y sonido muy del Chicago de los
50, y este presente, media un abismo. La Mississippi Blues Band
ya no es más el grupo que a fines de los 80 interpretaba
temas de Muddy Waters, Big Joe Williams o Elmore James en inglés,
siguiendo puntillosamente la tradición de los maestros del género.
Hoy es una banda con estilo propio .-rhythm & blues, pero de
bien acá-- que ya no reniega de su matriz cultural porteña.
La síntesis del proceso está clara en su nuevo compact grabado
en agosto, en vivo Se llama Yo estuve ahí, y es una recorrida histórica
por cuatro de los cinco discos que lo preceden, Mbugi (1991), Bagayo (1995),
Cara y Ceca (1997) y Palacio de Pulgas (1999). Este disco no es
un relleno, por eso nos tomamos el tiempo necesario para grabarlo. Sería
lamentable que quedara perdido en las bateas. Encontramos la energía
que nunca antes habíamos podido captar, básicamente por
la cantidad de temas que tenemos atrás, explica a Página/12
Ricardo Tapia. el carismático frontman de 38 años. Esta
noche, en un único show en el Teatro Opera, la banda presentará
en vivo... el disco que grabó en vivo.
¿Cómo hacen para seguir divirtiéndose después
de 11 años?
G. G.: Es que si la música no la vivís con ganas,
lo mejor es retirarte.
¿Nunca los rozó la idea de separarse?
G. G.: No, porque siempre estamos pensando en lo que vamos a hacer
mañana. No es fácil encontrar siete tipos que se lleven
bien, que les guste la misma música, y que tengan un proyecto en
común.
R. T.: No tenemos problemas personales, económicos ni artísticos.
La excepción es que cambiaron varias veces de armoniquista:
Luis Robinson, Vaneskeheian, Claudio Zárate....
R. T.: Lo que pasa es que a los armoniquistas les cuesta mucho amoldarse
a los grupos, hacer arreglos y limitarse a lo que tienen que tocar. Los
armoniquistas de hoy son como los guitarristas de los 70: quieren
tocar todo el tiempo.
¿Qué lugar ocupa hoy la Mississippi en la escena del
blues local?
R. T.: Estamos como Memphis, con la diferencia que ellos tienen
un background muy importante. No creo que haya muchos grupos de blues
aquí, básicamente porque es un género que se fue
quedando.
¿Por qué en un momento el blues hecho por argentinos
amenazó con transformarse en un género popular y después
se estancó?
G. G.: Hay que aclarar algo: en nuestros recitales la gente no viene
a escuchar blues, viene a ver a La Mississippi. No está pensando
en Muddy Waters ni en B.B King. Lo popular está en las bandas y
no en el género.
R. T.: La gente no se pregunta sobre géneros, va a ver la
banda y punto. Además, si nos tomamos el género en serio,
tenemos que tocar para cinco tipos, los puristas.
¿Botafogo es el más purista?
R. T.: Creo que sí. Lo que pasa es que viaja mucho por el
mundo y tiene un sentido más universal por el hecho de tocar clásicos.
Nosotros somos una banda de blues argentino, tenemos otra identidad, mas
de raíz.
Mucha gente considera que no hicieron las concesiones que hizo Memphis,
por su relación con Tinelli, y los coloca en un lugar diferente.
¿Se sienten en un lugar de culto?
R. T.: Sé que somos respetados, pero no sé si es por
eso. Es porque nos ven crecer y se divierten en nuestros shows. Eso de
compararnos con Memphis es el viejo mito de la traición argentina.
Siempre estamos buscando a ver quién traiciona y, en verdad, nos
dejamos traicionar por los verdaderos traidores. Nos fijamos en pequeñas
traiciones intestinas mientras nos roban los de afuera. Es muy típico
de nosotros como país. Para mí está muy bien que
Memphis elija lo que tiene que hacer.
G. G.: Memphis sobrevivió a todos los estilos durante veinte
años. Remaron diez años delante de nosotros, pasaron todas
las músicas alrededor y ellos siguieron tocando blues cuando todo
el mundo cambió. Es cierto, yo escucho a mucha gente que habla
de concesiones. Pero me parece que es pegarle bajo a una banda que sostuvo
su estilo durante años. Se puede sumar el ejemplo de Los Redondos
cuando tocaron por primera vez en Obras: ¿cuánta gente perdieron?
¿les cambió la vida en algo?.
¿Cómo los afecta la recesión?
R. T.: Aquel que diga que la crisis no lo afecta está mintiendo.
Nos tocó a todos. Me asombra que muchas bandas populares vendan
tan poca cantidad de discos. La crisis está en la puerta de la
casa de todos.
G. G.: La medida es la cantidad de discos que tenés que vender
para llegar al disco de oro. Antes, hace 30 años, tenías
que meter un millón de discos, ahora, con menos de 30 mil llegás.
Algunos músicos piensan que venden menos por el imperialismo
cultural, porque vienen los de afuera y le roban el mercado...
G. G.: Quizás pase con la música melódica,
pero en el rock o el blues hay un público cautivo que se mantiene.
R. T.: En el mercado del rock o blues ocurre una cosa muy paradójica.
La cantidad de discos que compra la gente es pequeña pero real.
En los otros géneros, las cantidades van y vienen. La preponderancia
la tienen las compañías que venden el producto y no el artista.
En el rock o el blues es exactamente al revés. Es un público
más real.
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