Por Patricia Chaina
Soy alto como una escopeta
e igualmente ruidoso, le dijo una vez Truman Capote a un periodista.
Esa declaración abre el documental dedicado a su figura que Canal
á emite hoy en el ciclo Ciudad natal. Capote medía
1,55 y poseía un espíritu mordaz y divertido del que se
valió para convertir al niño que fue desvalido, solitario,
de voz aflautada y modales afeminados en el revolucionario escritor
de una generación signada por la posguerra. Fue mimado al mismo
tiempo por la intelectualidad y el jet set de mediados de siglo XX. La
cultura le rendía tributo por la invención de la novela
de no ficción. Los frívolos caían de rodillas ante
sus crónicas mundanas en las publicaciones periódicas. La
paradigmática reconstrucción del asesinato de la familia
Clutter, que le dio cuerpo a su novela A sangre fría, publicada
en 1966, cuando ya era una celebridad apuntando a los escombros humeantes
del sueño americano, ha dejado a Capote en un lugar clave dentro
de la literatura estadounidense del siglo XX.
Pero si su esplendor fue bullicioso, igualmente ruidosa fue su caída.
Las esquirlas que más lo hirieron fueron disparadas por sus amigos,
tras la publicación de su último libro, Plegarias atendidas,
donde desnudó los secretos mejor guardados de la alta sociedad.
Burlándose en ese acto de ellos, pero también de sí
mismo, según sugiere la narración del episodio que
se emite hoy a la 1, 7, 13 y 18.30. Allí, una impresionante cantidad
de fotos de Capote ilustran su biografía, desde su nacimiento en
1924, en Nueva Orleans, a su muerte en 1984, en California.
Entre un hecho y el otro se cuenta el desarrollo de su personalidad, la
llegada de la vocación literaria, la decisión de formar
parte de los ricos y famosos de su tiempo (junto a Marilyn
Monroe, actores que fueron sus amigos como Humphrey Bogart o sus enemigos,
como Marlon Brando) y, por supuesto, su estruendoso arribo a la cúspide
literaria. Todo se sucede con una agilidad poco común en el documental
televisivo. Que, en este caso, omite las reconstrucciones de época:
no cuenta con la voz ni la imagen en movimiento del biografiado, ni con
testimonios de sus congéneres, amigos o enemigos. Esos tres elementos
estaban presentes en el especial que emitió en julio de 1999 People
and Arts.
Desde la infancia en su ciudad natal la vida de Capote va contándose
casi sin secretos. Y también, casi sin prejuicios, sobre zonas
privadas como su adicción al alcohol y las drogas, o su homosexualidad,
que su madre consideró una enfermedad curable por lo que lo envió
a un psiquiatra, y después... a un colegio militar. Al margen de
esas angustias maternas, Capote decidió ser escritor
a los 10 años: esa vocación comenzó a moldearse en
1939, cuando escribió sus primeros relatos estimulado por una profesora
de inglés. Pero el joven Truman abandonó el colegio: Las
lecturas que hice por mi cuenta tuvieron más importancia que mi
educación escolar, que fue una pérdida de tiempo y acabó
a los 17 años, cuando conseguí un empleo en New Yorker,
escribió. Tras los primeros relatos en revistas, Capote comenzó
a escribir Otras voces, otros ámbitos, su primera novela. Después
llegaron Desayuno en Tiffanys y la consagratoria A sangre fría.
A los 41 años era rico y famoso. Viajó por Europa pero retornó
siempre a New York, donde intentó fallidas puestas de comedias
musicales, e incursionó en el cine. ¿Es usted cruel?,
escribió sobre sí mismo. A veces, en las conversaciones
preferiría ser amigo mío que enemigo, se contestó
. Despuésde Plegarias atendidas no volvió a escribir. Y
aunque el éxito de Música para camaleones le dio un respiro
a su larga agonía (la crítica lo ninguneaba después
de haberlo comparado con Flaubert, Maupassant y Marcel Proust), murió
una noche después de haber tomado una alta dosis de calmantes,
en la casa de una amiga en California.
|