Acompañadas por una heterogénea
concurrencia, las Madres de Plaza de Mayo cumplieron ayer con su vigésima
Marcha de la Resistencia. El acto duró, como todos los años,
24 horas. Pero esta vez, un nuevo reclamo monopolizó los discursos
y casi todas las pancartas que se desplegaron frente a la Casa Rosada:
el pedido de libertad para los presos políticos de La Tablada.
A través de carteles, gritos, cantitos, volantes y banderas, los
manifestantes acusaron al Gobierno por la suerte de los ayunantes. Las
Madres, en tanto, también exigieron la liberación de los
huelguistas, a pesar de las notorias diferencias entre sus dos líneas
internas. El final llegó a las 6 de la tarde: Hebe de Bonafini
comenzaba su discurso, mientras una nutrida columna encabezada por
la Línea Fundadora se dirigía al Ministerio de Justicia
para hacer un escrache.
Con la Casa Rosada a sus espaldas, Bonafini exhortó a los presentes
a no tener miedo y saber que el futuro se cambia sólo con
una revolución que no importa cuándo llegue. A su
alrededor, una colorida multitud la observaba atenta, a pesar del olor
a comida y del calor agobiante. Entre los árboles colgaban carteles,
banderas del Partido Obrero, del Partido de los Trabajadores Socialistas,
el Frente de la Resistencia, el Movimiento Socialista de los Trabajadores
y la murga Los Crotos de Constitución. Además,
alrededor de trescientas personas de Florencio Varela y La Matanza, pertenecientes
al Movimiento de Trabajadores Desocupados, estaban en la plaza. Después
de referirse al Presidente en términos durísimos, Bonafini
saludó a los niños presentes definiéndolos como unos
hermosos piqueteritos.
Sin embargo, quienes pusieron la cuota más grande de sudor y, por
cierto, la dosis más fuerte de entusiasmo fueron los manifestantes
de HIJOS. Durante toda la tarde, gracias al aporte de tambores y redoblantes,
se hicieron escuchar en toda la plaza. Cerca de las 18, se alejaron junto
con la columna de la Juventud de la CTA y otras agrupaciones, más
la Línea Fundadora, hacia el Ministerio de Justicia. En ese instante,
mientras se escuchaban los reclamos por la libertad de los compañeros,
Nora Cortiñas, una de las integrantes de esa corriente de las Madres,
se quejó, en diálogo con Página/12, porque el
Gobierno está haciendo un manejo siniestro. Mandó al Congreso
otro proyecto, pero después de 95 días de la segunda huelga
de hambre. El Presidente es el máximo responsable de lo que suceda.
Durante toda la tarde, la plaza estuvo llena de banderas, stands con fotos
y poemas, material bibliográfico, puestos de los distintos organismos
de derechos humanos, vendedores ambulantes, carpas para el descanso de
las Madres y enormes carteles atravesando el cielo. En el centro, alrededor
de la Pirámide de Mayo, se alzaba una estructura empapelada con
los rostros de los desaparecidos. A las cinco de la tarde, los niños
tuvieron una función especial de títeres, con lecciones
incluidas de solidaridad y compromiso. Entre los presentes, caminaban
figuras reconocidas como Adolfo Pérez Esquivel y José Luis
DAndrea Mohr. Hasta una delegación de trabajadores despedidos
de Terrabusi que, junto con los desocupados del conurbano sur, cumplieron
con su asistencia.
Además, una insólita sorpresa divirtió y les inspiró
varios irreverentes cantitos a los manifestantes. Frente a la Plaza de
Mayo, sobre la vereda de la calle Balcarce delante de la Casa de
Gobierno, se erguían unos enormes camellos de cinco metros,
junto con otras figuras navideñas. Se trataba del Pesebre
Solidario, bendecido por el vicario castrense ante el Presidente
y su esposa, Inés Pertiné. Mientras los operarios armaban
el pesebre, un grupo de veinte mujeres, envueltas en pañuelos blancos,
comenzó a gritar, con voz desencajada: No los dejen morir,
justicia para los presos. Los operarios no detuvieron su tarea,
sólo los policías miraron a las Madres con indiferencia.
Pero no sólo ellas se divirtieron con la decoración navideña
de la Rosada. Al pasar frente a Balcarce 50, un grupo de militantes que
reclamaba por la libertad de Raúl Castells, entonó: A
pesar del pesebre, lo vamoa sacar y no saben el quilombo quese va
a armar. Como buen previsor, De la Rúa decidió no
salir a las puertas de la Rosada, para contemplar a los pastores y el
niño Jesús.
Informe: Martín Piqué.
Viejos y nuevos hits
El calor de la tarde no alteró la creatividad de los manifestantes,
quienes se ingeniaron para completar lo que podría ser un
compilado de grandes éxitos de cantitos, lemas
y proclamas por la libertad de los presos de La Tablada. Algunos
eran inéditos para el gran público, otros ya clásicos,
volvieron a hacerse escuchar, esta vez frente a la Casa Rosada ocupada
por la Alianza.
A pesar del pesebre,
(a Castells) lo vamoa sacar y no saben el quilombo que se
va a armar.
Los milicos ya
no saben qué hacer, en el Gobierno están todos preocupados,
nos quieren reconciliar, pero nosotros los mandamos a cagar.
Somos de la gloriosa
juventud argentina, la que hizo el Cordobazo y la que peleó
en Malvinas.
A luchar, a luchar,
por los desaparecidos.
Olé, olé,
olé, olá: a los asesinos, la cárcel ya, a los
compañeros, la libertad.
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Testimonios
de otras resistencias
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Mariana Gerardi *.
La práctica
Desde que existe el Movimiento (de Trabajadores Desocupados
Teresa Rodríguez, de Florencio Varela), nosotros participamos
en las marchas de las Madres. Porque vemos la solidaridad como una
cuestión práctica. Por eso, todos los años
nos movilizamos hasta acá. Somos 800 personas, todos desocupados,
que venimos haciendo protestas y cortes de ruta. Hoy, además,
vendimos pastafrola, sandwiches, empanadas y cigarrillos.
* Desocupada (25 años).
Martin Raffo *.
El compromiso
Esta Marcha de la Resistencia significa mantener el compromiso
que tuvo la militancia política en la década de los
70. Venir a la Plaza de Mayo, con las Madres, sirve para renovar
el compromiso por cambiar la sociedad. Porque la causa que nos motiva
sigue siendo la misma: la destrucción de un sistema social
y político que cada día está empeorando más
y más las condiciones de vida de la gente.
* Estudiante (26 años).
Susana Delmastro *.
Reivindicación
Vine para reivindicar a todos los desaparecidos.
Ellos están aquí, presentes con sus rostros, en esta
laza. Pero hoy hay muchos más desaparecidos: los que no comen,
los que están marginados. Hay criaturas que no tienen alimento.
Por todo eso, la lucha continúa. En lo personal, a mí
me parece que voy a ser una desaparecida más. Porque estoy
ganando 159 pesos como jubilada. ¿Cómo va a ser mi
vejez?.
* Jubilada (65 años).
Hector Reig *.
En democracia
Yo fui empleado público, con el retiro todavía
estoy renegando. Ahora soy un desocupado. Vivo de mi mujer, que
está jubilada, y de alguna pequeña entrada. Desde
el retorno de la democracia, nosotros participamos en estas marchas.
En la Comisión Nacional de Energía Atómica,
donde yo trabajaba, tuvimos 16 desaparecidos. A mí todavía
no me excluyeron, pero el año que viene tal vez ya voy a
empezar a ir a las marchas de los miércoles.
* Jubilado (64 años).
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