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Las mil y una maneras de decir
que al “Tata” ya no se lo toca

Antes de que la Corte de Apelaciones de Santiago escuchara los alegatos de otro capítulo del caso Pinochet, fue atacado el Consejo de Defensa del Estado, querellante en el caso.

Manifestación frente al Palacio de La Moneda para contrarrestar las presiones de la derecha.

Por Francesc Relea *
Desde Santiago

Políticos, militares y jueces de Chile están pendientes una vez más de lo que ocurre en el Palacio de los Tribunales de Santiago, donde se dirime un nuevo capítulo del maratónico caso Pinochet. La Quinta Sala de la Corte de Apelaciones comenzó ayer a examinar el recurso presentado por la defensa del ex dictador contra el auto de procesamiento emitido el viernes pasado por el juez Juan Guzmán. Los magistrados darán a conocer su decisión el lunes, y sin duda el caso pasará a la Corte Suprema, bajo un clima de presión, maniobra y chantaje para terminar con el caso, con el argumento de que hay que llegar a un acuerdo político para resolver un caso que está en manos de los jueces. En este clima, seis encapuchados lanzaron ayer por la mañana bombas incendiarias contra la sede del Consejo de Defensa del Estado de Chile, organismo que figura entre los acusadores de Pinochet. Luego, lograron escapar. El frente del edificio, en el corazón de la capital chilena, fue impactado por seis artefactos. Se rompieron dos ventanas, pero las llamas no se propagaron al interior y no hubo heridos.
Así empezó la jornada para los abogados querellantes, entre los que reinaba el pesimismo por tres hechos producidos el miércoles. En primer lugar, la convocatoria a regañadientes del Consejo de Seguridad Nacional (Cosena) por parte del presidente Ricardo Lagos es la más clara expresión de la capacidad de presión que conservan los militares en Chile. Los generales están satisfechos por el paso atrás dado por Lagos, que consideraba que no había razones para convocar a una institución heredada de la dictadura. El diario El Mercurio, de excelentes lazos con el pinochetismo, daba cuenta ayer de que la decisión del presidente ha sido lo que esperaban los militares “en momentos donde se ve afectada la convivencia nacional en situaciones que se involucra al Ejército y a las Fuerzas Armadas”. Aunque la reunión del Cosena no se celebrará hasta que termine la tramitación del recurso de Pinochet, su convocatoria es un claro mensaje al país en general y a los jueces en particular de que tocar a Pinochet equivale a tocar a la familia militar. La polémica convocatoria ya ha provocado las primeras fricciones en la coalición gubernamental de la Concertación: el senador democristiano Jorge Pizarro dijo que “no hay nada que demuestre que la seguridad del país está en peligro o que la paz social está alterada como para convocar al Cosena”.
El segundo hecho que no pasó inadvertido en vísperas de la vista del recurso en la Corte de Apelaciones fue la sanción grave aplicada por la Corte Suprema contra el juez Guzmán que, si bien no le aparta de la causa, deja mal parado su futuro en la carrera judicial. El motivo de la sanción fue una carta privada, filtrada a la prensa, en la que el magistrado se solidarizaba con la presidenta del Consejo de Defensa del Estado, que está siendo sometida a una campaña de descrédito por la derecha y los sectores más conservadores del Poder Judicial.
En tercer lugar, la Quinta Sala de la Corte de Apelaciones cambió en el último minuto su composición, por la repentina baja médica solicitada por uno de sus miembros, el juez Lamberto Cisternas, que alegó “problemas de presión”. Este magistrado votó en su día a favor del desafuero de Pinochet. Su sustituto automático es el presidente de la Sexta Sala, Raimundo Díaz, “un connotado pinochetista”, según los abogados querellantes, que se apresuraron, sin éxito, a presentar una recusación contra el nuevo integrante de la sala.
Con estos antecedentes empezó la sesión en la Corte de Apelaciones. La táctica seguida por los abogados de Pinochet, en el recurso de amparo y en los alegatos del jueves, ha ahondado en supuestos errores de procedimiento del juez Guzmán, pasando por alto las cuestiones de fondo. El letrado Pablo Rodríguez Grez basó su defensa en el argumento de que no ha habido declaración indagatoria del inculpado al no haber sido interrogado. Losabogados querellantes recordaron, por su parte, que el juez Guzmán envió a Londres, cuando Pinochet estaba detenido, un exhorto con 72 preguntas que fue devuelto en blanco, pero con una carta en la que, entre otras cosas, el general se declaraba inocente. El magistrado dio por contestado el interrogatorio, ya que a todo inculpado le asiste el derecho a decir lo que quiera.
La defensa evitó pronunciarse, una vez más, sobre las gravísimas acusaciones contra el ex dictador que, en su condición de comandante en jefe del Ejército, envió como oficial delegado al general Sergio Arellano Stark al frente de una siniestra comitiva que operó en diversas ciudades del país después del golpe de Estado de 1973. No hubo ninguna alusión a los fusilamientos de 75 opositores al golpe que fueron sacados previamente de centros de detención en cinco ciudades del norte de Chile por la Caravana de la Muerte, de los que está inculpado Pinochet.
El abogado querellante Alfonso Insunza pidió que se declare inadmisible el recurso de amparo, que sólo procede cuando hay una detención ilegal, lo que no es el caso.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

 

Dime quién te defiende...

El abogado de la parte querellante, Eduardo Contreras, empezó su intervención en la Corte de Apelaciones con una alusión al artículo publicado el jueves mismo en el diario El Mercurio por Pablo Rodríguez Grez, abogado defensor de Pinochet, como ejemplo de las presiones sobre los jueces. El texto no sólo justifica el golpe militar y dibuja un cuadro tremendista de la realidad chilena, donde, según el autor, las instituciones democráticas no funcionan bien. Afirma que querer procesar a Pinochet es una maniobra política y que “la Justicia que se pretende alcanzar es imposible”. El artículo sube de tono conforme entra en su recta final hasta proferir, lo que en palabras del abogado Contreras son “amenazas apocalípticas, las mismas que pronunciaba cuando era jefe de Patria y Libertad”.
Dice Rodríguez Grez: “La obstinación con que se pretende implicar al ex presidente de la república en estos ilícitos puede tener un alto costo, al profundizar las heridas que afectan al país y distanciar cada vez más a las Fuerzas Armadas y de Orden de la civilidad. Así comienzan las grandes crisis y quienes nos gobiernan deberían preverlo”. Pablo Rodríguez Grez dirigió en el pasado una organización de claro corte fascista que perpetró varios atentados terroristas durante el gobierno de Salvador Allende, y alentó el golpe militar de Pinochet.

 

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