Por Julian Borger
*
Desde Tallahassee, Florida
El resultado de la elección
presidencial norteamericana quedó ayer en las manos de los siete
jueces de la Corte Suprema de Tallahassee. A ella apelaron los abogados
del demócrata Al Gore como última instancia en la impugnación
del conteo ya certificado en Florida, que había favorecido por
537 votos a su rival, el republicano George W. Bush. Mientras los votos
cuestionados estaban custodiados en un cuarto adyacente, mientras Gore
y Bush miraban por tevé desde Washington y Texas, los jueces se
preguntaban en voz alta, y preguntaban a las partes si tenían derecho
a intervenir en la elección norteamericana más disputada
del siglo.
La sentencia podría llegar tan pronto como hoy. Una victoria para
el vicepresidente, que dejaría el camino libre para un recuento
de hasta 14.700 votos dudosos, no tiene precedentes constitucionales.
Podría llevar a que Bush pierda su margen de 537 votos y en ese
caso, muy probablemente, los representantes republicanos en la Legislatura
de Florida y en el Congreso nacional busquen a su vez impugnar la decisión.
Una decisión a favor de Bush, que rechace el recuento de los votos
en disputa, sería un golpe fatal a las esperanzas de Gore de ganar
la presidencia. Su única posibilidad de continuar la lucha serían
los dos casos tratados ayer en tribunales de primera instancia en Tallahassee,
donde ciudadanos demócratas, a título particular, piden
que se invaliden unos 25 mil votos porque se autorizó a voluntarios
republicanos a completar la información faltante en los formularios
de los votos postales. También en estos dos casos se espera que
las sentencias estén listas para hoy. Sin embargo, si el juez en
alguno de estos dos casos adopta la decisión inesperada de privar
a miles de votantes de sus sufragios, en nombre de lo que los abogados
republicanos procuraron descalificar como un hipertecnicismo,
sería inmediatamente apelado a la Corte Suprema de Florida.
Los jueces del máximo tribunal del estado interrogaron nutridamente
a las dos partes del litigio sobre la constitucionalidad y legalidad del
recuento. La Corte Suprema está integrada por seis demócratas
y un independiente. Pero se mostraron muy alertas en atender el pedido
formulado el lunes por la Corte Suprema de Washington, en el cual pedía
que justificara su intervención en el proceso electoral. Fue una
advertencia tácita para que el tribunal de Florida no se excediera
en sus poderes.
En un diálogo significativo, el presidente de la Corte Suprema
de Florida, Charles Wells, sugirió al abogado de Gore, David Boies,
que la Legislatura tenía potestad plena sobre el modo
de proceder en las elecciones y que ese poder no podía ser
disminuido ni siquiera por la constitución estadual. Sin
embargo, otro juez del máximo tribunal, Barbara Pariente, sostuvo
que el tribunal inferior pudo haber interpretado incorrectamente la ley
al rechazar la impugnación de Gore al resultado de las elecciones.
N. Sanders Sauls había establecido que el vicepresidente no consiguió
probar que existía una probabilidad razonable de que
el resultado de la elección habría sido otro si se hubieran
contado los votos dudosos. La jueza Pariente señaló que
el estatuto relevante requería solamente que las boletas arrojaran
alguna duda sobre el resultado. Barry Richard, el principal abogado
del gobernador Bush, replicó que los demócratas no habían
presentado ni la más mínima prueba en un solo caso.
Después de las audiencias de ayer, Boies dijo que la campaña
de Gore aceptará la sentencia de la Corte como árbitro
final en decidir el resultado de la elección. Agregó
que si fallaba a favor del vicepresidente, los votos en disputa podían
ser contados para el martes, la fecha tope para fijar a quién corresponden
los 25 electores de Florida.
* De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
DOS
MANDATOS FUE POCO PARA EL PRESIDENTE CLINTON
Billy the Kid va por más
Por Martin Kettle
*
Desde Washington
Se debería cambiar la
Constitución de Estados Unidos para permitir que un presidente
gobierne durante más de dos períodos, le dijo Bill Clinton
a la revista Rolling Stone. El país se hubiera evitado un montón
de malos momentos el mes pasado, simplemente al elegirlo a él para
un tercer mandato, dijo. Lamentablemente para Clinton, la 22ª enmienda
de la Constitución prohíbe que un presidente se postule
para más de dos períodos. Probablemente me hubiera
postulado de nuevo, le dijo Clinton a la revista. Cuando se le preguntó
si creía que hubiera ganado, replicó: Sí. Pero
es difícil de decir, porque es todo totalmente académico.
Pero dejó en claro que no había desechado totalmente la
idea de un posible regreso a la Oficina Oval. Como la expectativa de vida
aumentó, la 22ª enmienda se puede haber vuelto innecesariamente
restrictiva, dijo. Podría cambiarse para limitar la reelección
presidencial tras dos períodos consecutivos, pero no
después: un mecanismo que permitiría a Clinton volver a
postularse en 2004. En la entrevista de Rolling Stone habló largamente
sobre las drogas y su oculta admiración por Richard Nixon, y admitió
que el Partido Republicano logró forzarlo con su oposición
fundamentalista a la admisión de homosexuales en las Fuerzas Armadas,
un tema que lo persiguió durante su primer mandato en 1993.
Clinton culpó a los republicanos por la amarga atmósfera
política en Washington durante gran parte de su tiempo en la Casa
Blanca. Ellos creían que habían encontrado una fórmula
infalible para aferrarse a la Casa Blanca para siempre. Básicamente,
sólo porque gané. Creo, además que era porque era
el primer presidente de la generación de posguerra. Y me oponía
a la guerra de Vietnam. Eso los puso doblemente furiosos, porque pensaban
que yo era un extraño cultural, dijo Clinton. Los republicanos
no querían que yo tuviera una luna de miel, dijo y
por lo tanto forzaron el tema de los gays en las Fuerzas Armadas como
prioridad en la agenda legislativa en cuanto entró en funciones,
confiados en que tenían los votos para derrotar la medida en el
Congreso.
Sobre el tema de la marihuana, el hombre que famosamente declaró
que no la había inhalado, dijo que la posesión de pequeñas
cantidades de marihuana debe ser despenalizado. Añadió
que apoyaba una revisión de las variaciones en la política
criminal, especialmente sobre el crack, por el cual largas sentencias
de cárcel son casi automáticas, y la cocaína, sobre
la cual los tribunales usan más discreción. El Congreso
republicano estaba dispuesto a achicar la diferencia, pero no a eliminarla,
con la teoría de que la gente que usa crack es más violenta.
Lo que realmente querían decir es que la gente que usaba crack
tenía más probabilidades de ser pobre y, coincidentemente,
negra u oscura de piel. La gente que usaba cocaína era probablemente
rica, podía pagarla y por lo tanto era pacífica, concluyó
Clinton.
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