Tres de los cuatro presidenciales
del justicialismo salieron ayer a pegarle duro al gobierno. El bonaerense
Carlos Ruckauf sostuvo ayer que la Alianza está muerta
y que el presidente Fernando de la Rúa debe velarla.
Ruckauf volvió proponerle en público al jefe del Estado
que se alíe con los mandatarios provinciales en vez de continuar
la alianza que sello con el jefe del Frepaso, Carlos Chacho
Alvarez. El santafesino Carlos Reutemann aseguró por su parte que
el Presidente está ejerciendo un terrorismo infernal
al presionar a los gobernadores del PJ para que apoyen sus medidas de
gobierno. El cordobés José Manuel de la Sota reclamó
una reducción de los impuestos para reactivar la economía
que está mal.
¿No será el momento, señor presidente, de reconocer
la realidad?; no es hora de hablar de la Alianza. Sé que es duro
ver un sueño hecho trizas, pero cuando algo ha muerto hay que velarlo
y hay que construir algo nuevo en Argentina, ironizó Ruckauf
en un acto organizado por el Sindicato de Obras Sanitarias al que también
concurrió la ministra de Trabajo, Patricia Bullrich. Si (De
la Rúa) insiste en negar la realidad en lugar de velar a la Alianza
y hacer un cambio fundamental con los gobernadores, vamos a profundizar
la crisis, advirtió Ruckauf.
El bonaerense insistió una vez más en proponerle al Presidente
establecer una nueva coalición, esta vez con los mandatarios provinciales.
Reconocer la muerte de la Alianza no es un acto de dureza, sino
de sinceridad desafió Ruckauf, es muy importante reiterar
que la mano del justicialismo está tendida al señor Presidente.
Reutemann también se dedicó a criticar al gobierno nacional
en las vísperas de su primer aniversario; Ejerce un terrorismo
infernal. El mandatario santafesino agregó: Nosotros
(los gobernadores del PJ) firmamos un pacto fiscal antes de que asumiera
De la Rúa y ahora rubricamos otro sin que se cumpliera el primero.
Según Reutemann, a los gobernadores peronistas nos pidieron
un gesto patriótico y lo dimos. Hubo una gran presión por
parte del gobierno nacional. Nos decían que si no firmábamos
el país entraba en cesación de pagos, que subía el
riesgo país. Nos hacían responsables de semejante catástrofe,
enumeró.
Según el ex piloto de Fórmula Uno, el gobierno de De la
Rúa es el más flojo de los últimos tres presidentes
constitucionales. Después le dedicó una frase a su
posible competidor en la interna del PJ, Ruckauf, del que dijo: Está
muy lanzado, aparece todos los días en la caja boba. Yo no tengo
aparato ni dinero para hacer campaña, apuntó.
Por su parte, De la Sota dijo que le vengo pidiendo hace tiempo
al Presidente que baje los impuestos para que baje el precio de los autos,
y así se vendan más y las familias mecánicas no pasen
una Navidad triste.
OPINION
Por Enrique M. Martínez*
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La función
pública
La responsabilidad de un gobierno tiene dos niveles. Primero,
debe administrar la cosa pública, aplicando el marco conceptual
y normativo vigente, heredado de los gobiernos anteriores y ejecutado
en sus detalles por una burocracia estable, que trasciende a los
circunstanciales cargos políticos. Luego debe concretar los
cambios en esa normativa, para expresar mejor su ideología
sobre el modo de asistir los asuntos de los compatriotas. Después
de un año de participar en el gobierno primero en el
legislativo y luego en el ejecutivo-. me queda claro que el menemismo
instaló en el Estado una cultura muy peligrosa. Se machacó
con la prédica del rol subsidiario y hasta superfluo del
Estado, que chocó con la necesidad objetiva de la conducción
o regulación o supervisión pública de muchos
aspectos de la vida económica y social. El resultado del
conflicto entre el dogma neoliberal y la realidad ha sido un Estado
negador de su función, donde los funcionarios creen cumplir
con su obligación eludiendo todo compromiso y en última
instancia, frente a la presión social, responden con el discurso,
nunca con la acción. Si no debiéramos existir, ¿por
qué hacer algo?
En la actualidad, es poco menos que imposible encontrar quién
se haga cargo de una demanda específica de una comunidad
o de un ciudadano en particular. Mas allá de los colores
partidarios, la burocracia pública tiende a considerarse
cumplida si deriva el problema a otra área; si promete aunque
no cumplirá; si puede explicar como observador, más
que como protagonista.
Si el Estado recibido no tiene capacidad de administrar lo cotidiano,
¿qué valor tendrá cambiar el marco normativo?
En realidad, ¿cómo podrá siquiera imaginarse
que esto suceda?
Hay mucha gente del nuevo gobierno aunque dispersa que
ha percibido la existencia de este serio problema. Las reacciones,
sin embargo, han sido disímiles. En la mayoría de
los casos ha sido imposible evitar la fuga hacia lo abstracto, en
lugar del compromiso con lo concreto, que se basa en una teoría,
pero que no reemplaza la realidad con ésta. El discurso de
rebeldía sin propuesta; la propuesta de un nuevo organigrama
salvador; cuando no la rebuscada justificación posibilista
y resignada, han sido dominantes. Han faltado quienes apretaran
los dientes y trataran de administrar la burocracia heredada, de
cara a las necesidades populares. Este es el camino por el que se
pueden llevar al límite las posibilidades actuales del Estado
de servir a los compatriotas y corregir área por área,
a partir de una mirada muy atenta a la incongruencia entre las normas
y las demandas de la gente, deducida desde la práctica.
Argentina necesita un Estado capaz. Vaya si lo necesita y si le
falta. Se lo construirá de a poco y entre muchos, sólo
a partir del compromiso personal con el sujeto de carne y hueso
que está del otro lado del mostrador. Allí aparecerá
el nuevo modelo, tan en vano reclamado.
* Secretario de Pymes.
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