Ayer George W. Bush fue el presidente
electo de Estados Unidos. Por algunas horas. Las elecciones dependían
de tres fallos judiciales. Dos eran sobre irregularidades en los condados
de Martin y Seminole, por las cuales los demócratas exigían
la anulación de 25.000 votos. La tercera era una apelación
demócrata para que la Corte Suprema de Florida permitiera el recuento
manual de 14.000 votos cuestionados. A las dos de la tarde, los jueces
que manejaban los casos de Martin y Seminole fallaron en contra del pedido
demócrata. Al mismo tiempo, expertos legales estimaban que era
poco probable que la Corte Suprema fallara a favor de Gore. El equipo
de Bush filtró a la prensa que estaba listo a viajar a Washington
en cuestión de horas, y que los nombres del nuevo gabinete republicano
ya estaban resueltos. Gore y sus asesores cavilaban sobre el discurso
de derrota. Pero todo ya era demasiado simple y nuevamente la justicia
norteamericana intervino para poner las cosas en orden: la Corte Suprema
de Florida falló a favor de Gore y ordenó el recuento manual
de nada menos que 180.000 votos, al tiempo que reducía la ventaja
de Bush de 537 a 154 votos.
Al enterarse de la noticia, el candidato republicano debe haber sido poseído
por un fuerte sentimiento de déjà vu. Es que él ya
había sido presidente electo una vez, la noche de las elecciones,
el 7 de noviembre. Los medios lo habían proclamado ganador y el
mismísimo Al Gore lo había llamado para conceder la derrota.
Poco después, el recuento en Florida entró en la confusión
que todavía lo atormenta y Gore lo llamó otra vez para retractarse
de su concesión.
La comedia que protagonizó ayer el republicano siguió un
guión muy similar.
Primer acto: La sombra de una duda
Ayer era el día donde parecía que finalmente todos los hilos
del drama judicial en Florida se unirían en una resolución
definitiva. Si bien nadie se atrevía a pronosticar el resultado,
las probabilidades eran claras y estaban divididas parejamente. Por un
lado, se pensaba que había una buena chance de que los demócratas
ganaran los recursos presentados en los condados de Martin y Seminole.
Allí las comisiones electorales republicanas habían llenado
por cuenta propia parte de los 25.000 votos postales que fueron incorrectamente
marcados. La mayoría de esos votos, muchos de ellos desde las Fuerzas
Armadas, favorecían a Bush. Anularlos era casi equivalente a darle
la victoria de Gore, quien hubiera ganado más de 7.600 votos y
superado fácilmente la ventaja de su contrincante de 537 sufragios.
De su lado, la campaña de Bush depositaba sus esperanzas en la
Corte Suprema de Florida. Ese tribunal ya había sido criticado
por la Corte Suprema federal en Washington por un fallo (que sin embargo
no fue revocado) donde permitió un recuento manual por una semana.
Después de esta censura desde su hermano mayor por autorizar ese
recuento, se consideraba difícil que la Corte Suprema estadual
decidiera permitir el escrutinio de los 14.000 votos que los abogados
de Gore afirmaban habían sido injustamente ignoradas por las máquinas
de recuento automático.
Segundo acto: La consagración
Eso es lo que explica el júbilo republicano cuando los dos tribunales
que intervinieron en los caso de Martin y Seminole anunciaron conjuntamente
que rechazaban la demanda demócrata. Sin lugar a dudas hubo
irregularidades, pero la integridad de las elecciones no fue afectada,
rezaba el fallo. Los abogados de Gore subrayaron que nunca se habían
plegado a la demanda en esos condados, y que ya se esperaban el fallo
de ayer. La contracara televisiva del pesimismo demócrata fue el
abogado de Bush, Ben Ginsberg, quien afirmó complacido que estamos
muy gratificados porque el derecho al voto de 25.000 floridenses ha sido
resguardado. En Texas, donde Bush es gobernador, todos los hombres
del presidente electo preparaban sus valijas. El propio Bush afirmó
con su sonrisa ingenua que estamos haciendo bastante buen progreso:
no debería sorprenderles que algunos de mis buenos amigos me acompañen
a Washington, si termino siendo presidente. En Washington, la base
de Gore, un asesor señaló que eldiscurso de concesión
preparado el 7 de noviembre serviría, con algunas modificaciones,
para esta ocasión. Un hombre cercano al vicepresidente reconocía
que si perdemos los tres casos no veo cómo podemos continuar.
Tercer acto: Sorpresa y media
Una hora después, todo había cambiado. El jefe de la campaña
de Gore, William Daley, hablaba exultante de una victoria para la
democracia e instó a que dejemos que la Justicia de
Florida decida, y no los políticos. El representante de Bush
en Florida, James Baker, se lamentaba de una decisión triste
para nuestra nación y para nuestra democracia que agrega a la incertidumbre
que agobia al país. Lo que sucedió fue que el tercer
tribunal desafió todos los pronósticos. La Corte Suprema
estadual se volcó sorpresivamente a favor de la democracia demócrata.
Por votación de 4-3, la corte ha revocado en parte la decisión
del tribunal de primera instancia, rezaba el comunicado oficial.
La decisión de ese tribunal de primera instancia había sido
denegar el recuento manual. Por lo tanto, ordenamos que la Corte
del Segundo Circuito en Tallahassee comience inmediatamente un recuento
manual de los 9.000 votos del condado de Miami Dade no registrados.
También se ordenó el recuento manual de los votos no registrados
en todo el estado, lo que significa que la cantidad total de votos que
se deben escrutar podría llegar a 180.000. Y eso no era todo. Asimismo,
la Corte de Circuito deberá impartir órdenes asegurando
la inclusión de los 215 votos legales adicionales para el vicepresidente
Al Gore en el Condado de Palm Beach y los 168 votos legales adicionales
del Condado Miami-Dade. Esto redujo la ventaja de Bush de 537 a
154.
Continuará.
Más temprano Bush había prometido que estamos preparados,
de ser necesario, a llevar nuestro caso de regreso a la Corte Suprema.
Y efectivamente Baker presentó esta apelación a la noche
de ayer. Sin embargo, el tiempo se está agotando. Este martes es
el último día para que Florida resuelva cuáles compromisarios
la representarán en el colegio electoral. La legislatura estadual
se reunió ayer para decidir esta pregunta, al margen de los tribunales
si es necesario. Mi objetivo es simple: asegurar que los electores
de Florida no sean privados del derecho de representación,
explicó John McKay, presidente del Senado. Sin embargo, dado que
la mayoría en ambas cámaras es republicana, los demócratas
denunciaron que la Legislatura se convertirá en el brazo
político de la campaña de Bush. Pero si los recuentos
manuales ordenados por la Corte de Florida favorecen a Gore, los republicanos
encontrarían mucho más incómodo ese papel. En todo
caso, hasta ahora ninguna predicción ha logrado sobrevivir al estado
de Florida.
HACEN
NEGOCIOS CON LOS SOUVENIRS DEL COMICIO
El absurdo se vende en la red
Por
Isabel Piquer *
Desde
Nueva York
En Estados Unidos
todo se puede vender porque siempre habrá alguien dispuesto a comprarlo.
Los internautas más avispados han visto rápidamente en el
culebrón judicial de las elecciones norteamericanas una oportunidad
para hacer negocio. Ebay, la página de subastas más popular
de internet, ofrece también souvenirs de los días
que han salpicado de absurdo la venerable institución presidencial.
Papeletas de Palm Beach, camisetas conmemorativas, llaveros con retratos
de George Bush y Al Gore e incluso votos vudú encontraron
miles de fans.
Hay desde lo pseudo-histórico hasta lo surrealista. En el apartado
más tradicional, Governmental Business Systems, una empresa de
Illinois que se dedica a fabricar material electoral ofrece por la módica
suma de 40 dólares un pedazo de historia, el equipo
completo para profesores, amantes de la historia, aficionados y
coleccionistas: una máquina perforadora, instrucciones para
usarla, un papeleta mariposa como las del condado de Palm
Beach, y un manual para votar por correo.
La empresa incluso propone para carteras más modestas (4 dólares
95) pero más imaginativas, una bolsita llena de chads
auténticos, los trocitos de cartulina que quedaron en el suelo
después de que los ciudadanos norteamericanos perforaran sus papeletas
aquel 7 de noviembre. ¿Puede adivinar las intenciones de
voto por cada chad? ¿Han sido doblados, perforados,
pegados? ¡Usted decide!. Esto hace suponer que alguien en
el colegio electoral recogió aquellos trocitos la noche de las
elecciones al ver que aquello podía convertirse en una oportunidad
lucrativa.
Algunos electores de Palm Beach, que no se desplazaron a las urnas aquel
día, también han puesto a la venta sus papeletas mariposa.
Sus precios de salida oscilan entre los 150 y 200 dólares. Luego
está el souvenir por excelencia, la camiseta. Un tal
Posterchick las ofrece por 16 dólares adornadas con la lista de
instrucciones electorales del polémico condado de Florida. Ya clásico
a la par que elegante, el llavero con los dos candidatos, para estar listo
para la decisión final, se puede adquirir por la módica
suma de 3 dólares.
Pero las más extraordinarias son sin duda las papeletas vudú.
Es lo último. Lleve a cabo su propio recuento, alcance sus
decisiones más arbitrarias, todo el mundo gana. Se parecen a trocitos
de papel, pero no se engañe, tienen poderes increíbles.
Espárzalos por el suelo de un colegio electoral, tírelos
a la televisión cada vez que un comentarista diga algo absurdo
y ya verá los resultados asegura el vendedor de Jacksonville.
La bolsa de estos mágicos chads se vende por 4,99 dólares,
un precio razonable teniendo en cuenta sus increíbles efectos.
También están los chads que se vende por un
simbólico dólar. Puede experimentar la emoción
de ver cómo se multiplican delante de sus ojos. Diversión
garantizada para sus familiares y amigos que podrán pasar horas
interminables contando estos prolíficos pedacitos. Y si no,
que se lo digan a los que trabajaron a destajo en Palm Beach.
* (De El País de Madrid, especial para Página/12.)
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