Por Martín
Pérez
La vanguardia era así,
dijo entre risas Charly García luego de haber insertado fuera de
programa el tramo más exaltado del tema Las increíbles
aventuras del señor tijeras en medio de un popurrí
al piano candoroso y cínico por partes iguales que
mezcló las cada vez más adolescentes Mariel y el Capitán
y Estación con la aún hoy sorprendente Para
quién canto yo entonces, todos clásicos de Sui Generis.
Nito y él estaban solos en el miniescenario ubicado delante del
principal, que a través de una mínima pasarela los ubicaba
prácticamente en medio del extasiado público ubicado en
el campo. Las más de tres horas de show (y más de tres decenas
de canciones) habían dejado en cueros a García mientras
que al igual que los años con su voz no habían
hecho mella en el vestuario de Mestre, de camisa roja y pantalón
blanco. Del mismo modo, la extensión del show tampoco parecía
haber alterado ni un ápice las ganas de recordar del público
que se amontonaba en el campo así como del que se moría
de frío en unas tribunas que nunca estuvieron cerca de llenarse.
La tormenta que amenazó con arruinar la fiesta del jueves por la
noche en la Bombonera nunca sucedió, así como tampoco llegaron
a hacerse realidad los miedos de que García boicoteara por enésima
vez otra gran noche y todos fueron felices en el regreso de Sui Generis.
Tanto la gente, emocionándose sinceramente con cada canción
de las de antes, como García, confirmando que allá lejos
y hace tiempo y, por momentos, también ahora la
vanguardia era así.
La fiesta comenzó a las 23 en un estadio que distaba mucho de un
lleno total. La cantidad de presentes en Boca Juniors, en realidad, estaba
más cerca de la cantidad sumada por el dúo en sus dos shows
despedida en el Luna Park que de la que la vigencia de su legado merece
veinticinco años más tarde. Tal vez no haya ayudado el tiempo,
que presagiaba tormenta. Sin embargo la convocatoria a último momento
fue considerable: el miércoles se llevaban vendidas apenas diez
mil entradas y la organización terminó afirmando que había
despachado 27.500. Como no podía ser de otra manera, el show comenzó
a toda nostalgia: con la Say No More Symphony Orchestra sonando a pleno
con Cuando ya me empiece a quedar solo, y Mestre cantando
eso de un millón de manos que me aplauden que el público
acompañó aplaudiendo a rabiar. La primera postal de Charly
y Nito a solas en el escenario pequeño llegó seis temas
más tarde, con Quizás, porque.
El gran momento rocker de García apareció hacia el décimo,
con su versión de Confesiones de Invierno. Si en su
último Obras, había interpretado magistralmente este tema,
a solas con una guitarra acústica, esta vez debía hacerlo
en el piano rojo del segundo escenario. Pero a último momento decidió
cruzarse de piernas sobre el piano y utilizar una guitarra eléctrica.
El resultado fue a-la-Neil-Young, dando pie un popurrí bien rocker
y sin Mestre, salvo a último momento que incluyó
Mr. Jones y El blues del Levante.
A esa altura quedaba claro que este García, que hoy después
de entrar a los noventa renegando del pasado parece necesitar de
su historia para intentar una salida del abismo Say No More, estaba en
su salsa, como Alicia buscando el tamaño exacto para poder entrar
al País de las Maravillas. Hubo altibajos: la perfecta interpretación
de Instituciones y Tango en segunda llevó
al éxtasis los presentes y luego una sorpresiva versión
cumbia de Necesito hizo añicos la nostalgia. El último
García solista pasaba sin pena ni gloria con los temas de Sinfonía...
(no es un error: es más un disco solista que de Sui Generis), hasta
que Amigo mío vuelve a casa pronto sacudió la
modorra y volvió a llamar la atención de todos los presentes.
García tiró el micrófono al piso en Me tiré
por vos casi por costumbre, y luego Juan Represión
hizo olvidarlo todo. Claro que no todos los momentos nostálgicos
se pueden anotar en el haber: en Pequeñas delicias de la
vida conyugal la conjunción grupo-orquesta fue caótica.
Varios de los mejores momentos llegaron con los invitados. Al previsible
éxtasis de Mercedes Sosa cantando El tuerto y los ciegos
hay que sumarle la aparición de Pedro Aznar para El chico
y yo y el gran momento de Gieco haciendo Aprendizaje,
La colina de la vida, y Bienvenidos al tren con
el agregado Fito Páez. No sucedió de igual manera con Gustavo
Cerati, que no pareció encajar con la banda para Rasguña
las piedras. Pero que se desquitó en El día
que apagaron la luz el único de los temas nuevos coreado
con ganas por todo el estadio, para el que subieron todos los invitados
y que debió haber sido el gran final. Pero Charly Demasiado Ego
García no lo quiso así, por lo que pidió tocar (¡por
segunda vez!) Soy su papá y luego vino ese agregado
final al piano. Que no fue tan final, claro, porque el show siguió
media hora más casi por la inercia de un García y
su público en éxtasis. Porque, a diferencia de aquel
regreso de Seru Giran en River, los presentes a pesar de los altibajos
y de la duración no se retiraron cabizbajos del estadio de
Boca. La magia del regreso de Sui Generis se había hecho presente
y entonces no importaba mucho más.
�Ahora,
voy al banco a cobrar�
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Textuales de los músicos,
después del show:
La pasé
de primera, todo el tiempo, porque puede disfrutar cada momento,
manteniendo el control. Para eso fue que dormí toda la tarde,
al fin y al cabo. Quiero agradecer el cariño de la gente,
que fue genial. La cancha de Boca... no existió. Ya que no
pude tener todo el control del entorno, decidí tenerlo sobre
toda la música. ¿Se notó, no? Los mejores momentos
fueron al principio, con Cuando ya me empiece a quedar solo,
muy emocionante toda la gente aplaudiendo, y El día
que apagaron la luz. ¿Que sigue ahora...? Bueno, ahora
voy al banco a cobrar (Charly García).
La cantidad de
gente que vino y su cariño para con Charly y Nito demuestran
que éste era un regreso esperado, necesario. Me encantó
ser parte de una verdadera fiesta. Y me emocionó (León
Gieco).
Yo no había
vivido la época de oro de Sui Generis. Mi relación
con Charly comenzó cuando volví del exilio, recién.
Por eso no sabía del tremendo cariño que la gente
siente por Sui Generis. Esta noche se vio eso. He visto a Charly
triunfando en muchos escenarios, pero esta noche fue especial para
él, y para Nito, al que quiero muchísimo. Fue una
noche soñada, para todos (Mercedes Sosa).
El concierto completo
fue divino, lleno de momentos especiales y de mucha música.
El grupo sonó bárbaro y ellos, Charly y Nito, estuvieron
fantásticos. Me divertí en escena y me di una panzada
de temas escuchando (Pedro Aznar).
Tengo la impresión
de que la sensación nostalgia, si está apoyada en
buenas canciones, que acá hubo un montón, es superválida.
Para mí, resultó un gran show y será un recuerdo
inolvidable haber sido parte (Gustavo Cerati).
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