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BALANCE DE GESTION DE DE LA RUA Y SUS MINISTROS
Fue malo, pero un éxito

El Presidente dijo que fue un año duro, pero que su gestión fue exitosa porque el país no cayó en una crisis. Anunció que se crecerá más del 2,5 por ciento en 2001. Reconoció errores, como el impuestazo y que debió cambiar el gabinete antes. Chacho, Ruckauf y los gurúes.

De la Rúa y casi todo se gabinete expusieron ante la prensa.

Por Sergio Moreno

Fernando de la Rúa armó un escenario especial para hacer su balance público del primer año de su gestión. Rodeado de la mayoría de sus ministros (sólo faltaron tres), el Presidente conversó durante casi tres horas con un grupo de periodistas en Olivos, dando lugar a los miembros del gabinete para que informen de lo que ocurrió en sus áreas durante el año que se va. Una sobredosis. Fundamentalmente, el Presidente trató de inyectar optimismo para el año que viene, pero no se guardó la parte que -dijo– le salió mal. Una frase descolló por lo extravagante: “El balance de gestión de este año ha sido totalmente exitoso”, afirmó. Se refería a que el país no se desbarrancó en una crisis ante los embates económicos de los mercados externos e internos. Pero apeló a la sinceridad cuando dijo que se equivocó con el tarifazo, que debió haber cambiado el gabinete antes de lo que lo hizo y que, en el plano político, las cosas les fueron difíciles, “por no decir mal”, remató.
Sólo eligió cuatro blancos cuando debió hacer el racconto de sus críticos y adversarios: Carlos Menem –”que cuando hace las críticas expone una fotografía de lo que dejó su gobierno: desocupación, recesión, pobreza”–, Carlos Ruckauf –”que debería gobernar su provincia, que está asistida por la Nación”– y los gurúes (a quien no identificó) –”que se dedican a derramar pesimismo en la sociedad”.
Y no se privó de mandar mensajes.
A los diputados: para que el martes aprueben el presupuesto tal como salió su propia Cámara, modificando nuevamente los cambios que introdujeron los senadores
A Carlos Alvarez: diciendo que no está enojado con él por haberse enterado de sus planes a través de los medios, como espera que no se moleste Chacho cuando vea sus definiciones en los diarios de hoy.
La tarde estaba linda en Olivos, tan linda que no daba ganas de estar en Olivos sino en cualquier otro sitio, aprovechando el sol y el calorcito. Pero allí estaba un grupo de periodistas de medios gráficos, agencias y televisión. De la Rúa, de blazer azul y corbata, sorprendió invitando a la sala de reuniones, esa donde se hacen las tenidas de gabinete, donde ingresaron casi todos sus ministros: José Luis Machinea (Economía), Patricia Bullrich (Trabajo), Héctor Lombardo (Salud), Adalberto Rodríguez Giavarini (Relaciones Exteriores), Chrystian Colombo (jefe de Gabinete), Graciela Fernández Meijide (Salud) y Ricardo López Murphy (Defensa). No estuvieron Federico Storani (Interior), Hugo Juri (Educación) ni Jorge de la Rúa (Justicia y Derechos Humanos).
Una jornada de trabajo, para el Gabinete y para la prensa. La mecánica fue un relato, largo relato, del Presidente, que hizo su balance y trazó escenarios para 2001, e informes de cada ministro, más o menos extensos, más o menos interesantes. La intención fue exponer a borbotones los hechos de Gobierno que se comunicaron a cuentagotas durante el año, fragmentariamente. Ayer fue voluptuoso. Casi excesivo.
Quizás el Gobierno intentó subsanar uno de sus principales déficit, reconocidos, como es la comunicación oficial. Al menos tres veces De la Rúa se refirió a esa renguera: “Tenemos problemas de comunicación. Nos faltó una adecuada comunicación, no hemos tenido una partida adecuada para publicidad. El Gobierno debe informar a la gente”, dijo. Así lo hizo, entonces, ayer.
El Presidente comenzó definiendo el 2000: “Ha sido por cierto un año duro y es notorio el malhumor social”, reconoció, para dar paso –una vez más– a describir las paupérrimas condiciones en que se encontraba la Argentina tras la gestión de Menem. Incluso, cargó de dramatismo un segmento de la tarde cuando dio intervención a Machinea para que contara hasta cuándo alcanzaban los recursos de las arcas del Estado. “Hasta febrero, Presidente”, respondió el ministro. había que salir de ese pozo, dijo De la Rúa para introducirse en la historia de una de las peores medidas adoptada por su Gobierno: “La suba de impuestos tuvo un efectocomo un chorro de pesimismo que se derramó sobre la gente durante todo el año. Quisimos crear optimismo y confianza pero no salió bien”. El Presidente había hecho su primer reconocimiento. pero no se quedó ahí.
–¿En qué falló el Gobierno? –le preguntó Página/12.
–Fallamos en no lograr el shock de confianza en el primer trimestre de gestión. La suba de los impuestos fue una medida dura. La mayoría de las medidas fue forzada por las circunstancias. El aumento de impuestos fue equivocado.
La confesión podría haber terminado ahí, pero el Presidente se mostró expansivo, con ganas de hablar.
–Puede que debiéramos hacer un cambio de gabinete antes –continuó–. Los cambios deben hacerse en el momento oportuno. Por ahí, trascendían cambios de opiniones en el gabinete y se interpretaban como conflictos internos que no los había. No nos peleamos.
–Cuando habla de peleas, ¿en quién está pensando? –repreguntó este diario.
–No quiero hacer nombres.
–¿Cuándo se va a ver con Chacho? –preguntó un colega.
–No sé. Todavía no me mandaron sus papeles. Pero esto (la dilación del encuentro) se presenta como un conflicto cuando en realidad es una muestra de unidad de la Alianza. Yo no estoy enojado con Chacho. ¿Cómo me voy a enojar porque sus ideas salieron publicadas en los diarios? No creo que Chacho se enoje cuando mañana (por hoy) lea esta conferencia en los diarios. Yo no estoy molesto y no creo que él se moleste.
Antes de las preguntas –que fueron esporádicas, metidas en los intersticios de los discursos oficiales–, el Presidente se había referido a la política, a cómo le fue en política. De la Rúa dixit:
“Tuvimos problemas en la política y la economía. En la política fue difícil, por no decir que la política fue mal. Adalberto Rodríguez Giavarini recordará que también en el primer año de gestión en el gobierno de la Ciudad la política también fue mal. Tuvimos muchos problemas políticos, pero en este Gobierno hay mujeres y hombres que ponen los intereses de la patria por sobre los intereses personales. Y todos sabemos que para recuperar la imagen debemos recuperar la economía”.
La economía. Fue notable que, después de plantear un panorama descarnado del año que se va (y antes de exponer las expectativas favorables que el Gobierno tiene para 2001–ver aparte–) sorprendiese que su evaluación: “El balance de gestión en este año ha sido totalmente exitoso: porque defendimos a la Argentina de las reacciones adversas de la economía internacional, de lo que ocurría en el exterior y no se produjo una crisis como sí ocurrió en otros países en el pasado; y en el país defendimos la gestión de los embates internos”.
Corolario, para el Presidente, éste fue un año duro, que le fue mal en la política, en el que se derramó un chorro de pesimismo por medidas equivocadas, pero fue todo un éxito. Puede ser ésta una de las razones por las que el Gobierno, aún, se sienta esperanzado para el 2001.

 


 

Machinea dice que se crecerá más
y el desempleo bajará cinco puntos

Por S.M.

Cuando le tocó el turno, José Luis Machinea tampoco se privó de enumerar los males del pasado. En ese pasado metió al año 2000, en que él fue ministro de Economía, al reconocer que “a partir de ahora se cierra una etapa y se abre otra, la del crecimiento”. “Machi”, como solían llamarlo en la Alianza, pronosticó con esperanza una suba de ese índice superior a la que figura en el Presupuesto 2001 (2,5 por ciento) y un cinco por ciento del PBI anual “en los próximos años”. El guarismo lo llevó a afirmar que, a ese ritmo, se crearán “un millón y medio de puestos de trabajo por año, con lo que en tres años bajaríamos la tasa de desempleo en cinco por ciento”. “Y crearemos empleos genuinos”, acotó Fernando de la Rúa, sentado en el centro de la hilera, frente a los periodistas. El rostro del ministro sólo ensombreció cuando Página/12 le preguntó cuál será, finalmente, la tasa de crecimiento para este año que se va. “No tengo la cifra final, pero oscilará entre el 0,5 y el 0,7 por ciento”, dijo. Partiendo de esta base, sólo queda la esperanza.
Machinea habló después de la corta y apurada exposición de Ricardo López Murphy, que debía tomar un avión. El jefe de Economía observó en silencio cuando el Presidente relataba que están estudiando la modificación de la Ley de Ministerios para crear nuevas carteras. “Se estudia una reforma en la Ley de Ministerios, que vamos a presentar oportunamente –dijo De la Rúa–. Falta un área en el gabinete para la promoción de las inversiones, para que se traigan inversiones, para convencer. Esto se ha cumplido dentro de un mecanismo tradicional, pero hay que darle un área específica. Y nos hace falta una secretaría de desarrollos regionales”. Ambas tareas se realizan, hasta ahora, en el Palacio de Hacienda. Machinea estaba serio, pero el Presidente, en el transcurso de la charla, dijo que la reformulación no sería inminente. “Sólo se está estudiando –dijo–. Además, Turismo merecería ser ministerio, pero no vamos a reformar la ley sólo por Turismo”.
Ministro y Presidente fueron enérgicos sobre la ley de Presupuesto. Llamaron a votarla el martes, sin vacilaciones, y mutando las modificaciones introducidas por los senadores –“que no cumplieron su palabra”, dijo De la Rúa– para que vuelva al formato original que tenía cuando salió de la Cámara baja, con media sanción. Si no se vota y se cae el blindaje, “difícilmente la Argentina pueda obtener financiamiento”, atormentó Machinea.
Pero el ministro cree que se crecerá porque durante el 2000 se hicieron todos los esfuerzos y se tomaron las medidas adecuadas, además de que las condiciones de la economía mundial mejoraron sustancialmente para la Argentina. La descripción fue:
Se hicieron reformas estructurales en el Estado.
Se pondrá en marcha la reducción de impuestos internos.
Se obtendrá el blindaje de los organismos financieros internacionales.
Se volcarán a la obra pública 3500 millones de dólares adicionales.
Habrá un contexto económico internacional más favorable, porque se depreciará el dólar, bajaron las tasas y aumentaron los commodities.
O sea: se sufrió, fue un año duro, todo será mejor. Si así no ocurre, el ministro dejará de serlo. Ayer cumplió con el ritual para trasmitir optimismo.

 

Detalles, Ruckauf y Menem

Por S.M.
Algunos detalles: la decisión oficial de seguir adelante con la reforma del sistema de salud, que entrará en vigencia el primero de enero de 2001 y ocho días antes podrá leerse en Internet su reglamentación, según informó la ministra de Trabajo, Patricia Bullrich; y la articulación de todos los planes sociales que maneja el ministerio de Graciela Fernández Meijide coordinados por la Jefatura de Gabinete, que conduce Chrystian Colombo, para garantizar “que lleguen a las intendencias”, según dijo la ministra.
Otros detalles: la dureza con que se refirió el Presidente sobre el gobernador bonaerense, Carlos Ruckauf. De la Rúa se refirió primero a la seguridad. “No hubo grandes crímenes en la Capital Federal, pero lamentablemente la estadística no es buena en la provincia de Buenos Aires”. Y, después, cuando le preguntaron sobre quiénes cuestionan su liderazgo, y le recordaron que Ruckauf era uno de ellos, el Presidente no ahorró palabras: “Ruckauf en vez de decir eso debería gobernar su provincia, que está asistida por la Nación. Aportamos para solventar la provincia, que está peor de lo que la dejó Duhalde”, descerrajó.
Ultimo detalle: Carlos Menem también fue blanco presidencial. “Hace las críticas como una fotografía de lo que dejó su gobierno: recesión, pobreza y desocupación”.

 

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