Por Sergio Moreno
Fernando de la Rúa armó
un escenario especial para hacer su balance público del primer
año de su gestión. Rodeado de la mayoría de sus ministros
(sólo faltaron tres), el Presidente conversó durante casi
tres horas con un grupo de periodistas en Olivos, dando lugar a los miembros
del gabinete para que informen de lo que ocurrió en sus áreas
durante el año que se va. Una sobredosis. Fundamentalmente, el
Presidente trató de inyectar optimismo para el año que viene,
pero no se guardó la parte que -dijo le salió mal.
Una frase descolló por lo extravagante: El balance de gestión
de este año ha sido totalmente exitoso, afirmó. Se
refería a que el país no se desbarrancó en una crisis
ante los embates económicos de los mercados externos e internos.
Pero apeló a la sinceridad cuando dijo que se equivocó con
el tarifazo, que debió haber cambiado el gabinete antes de lo que
lo hizo y que, en el plano político, las cosas les fueron difíciles,
por no decir mal, remató.
Sólo eligió cuatro blancos cuando debió hacer el
racconto de sus críticos y adversarios: Carlos Menem que
cuando hace las críticas expone una fotografía de lo que
dejó su gobierno: desocupación, recesión, pobreza,
Carlos Ruckauf que debería gobernar su provincia, que
está asistida por la Nación y los gurúes
(a quien no identificó) que se dedican a derramar pesimismo
en la sociedad.
Y no se privó de mandar mensajes.
A los diputados: para que el
martes aprueben el presupuesto tal como salió su propia Cámara,
modificando nuevamente los cambios que introdujeron los senadores
A Carlos Alvarez: diciendo
que no está enojado con él por haberse enterado de sus planes
a través de los medios, como espera que no se moleste Chacho cuando
vea sus definiciones en los diarios de hoy.
La tarde estaba linda en Olivos, tan linda que no daba ganas de estar
en Olivos sino en cualquier otro sitio, aprovechando el sol y el calorcito.
Pero allí estaba un grupo de periodistas de medios gráficos,
agencias y televisión. De la Rúa, de blazer azul y corbata,
sorprendió invitando a la sala de reuniones, esa donde se hacen
las tenidas de gabinete, donde ingresaron casi todos sus ministros: José
Luis Machinea (Economía), Patricia Bullrich (Trabajo), Héctor
Lombardo (Salud), Adalberto Rodríguez Giavarini (Relaciones Exteriores),
Chrystian Colombo (jefe de Gabinete), Graciela Fernández Meijide
(Salud) y Ricardo López Murphy (Defensa). No estuvieron Federico
Storani (Interior), Hugo Juri (Educación) ni Jorge de la Rúa
(Justicia y Derechos Humanos).
Una jornada de trabajo, para el Gabinete y para la prensa. La mecánica
fue un relato, largo relato, del Presidente, que hizo su balance y trazó
escenarios para 2001, e informes de cada ministro, más o menos
extensos, más o menos interesantes. La intención fue exponer
a borbotones los hechos de Gobierno que se comunicaron a cuentagotas durante
el año, fragmentariamente. Ayer fue voluptuoso. Casi excesivo.
Quizás el Gobierno intentó subsanar uno de sus principales
déficit, reconocidos, como es la comunicación oficial. Al
menos tres veces De la Rúa se refirió a esa renguera: Tenemos
problemas de comunicación. Nos faltó una adecuada comunicación,
no hemos tenido una partida adecuada para publicidad. El Gobierno debe
informar a la gente, dijo. Así lo hizo, entonces, ayer.
El Presidente comenzó definiendo el 2000: Ha sido por cierto
un año duro y es notorio el malhumor social, reconoció,
para dar paso una vez más a describir las paupérrimas
condiciones en que se encontraba la Argentina tras la gestión de
Menem. Incluso, cargó de dramatismo un segmento de la tarde cuando
dio intervención a Machinea para que contara hasta cuándo
alcanzaban los recursos de las arcas del Estado. Hasta febrero,
Presidente, respondió el ministro. había que salir
de ese pozo, dijo De la Rúa para introducirse en la historia de
una de las peores medidas adoptada por su Gobierno: La suba de impuestos
tuvo un efectocomo un chorro de pesimismo que se derramó sobre
la gente durante todo el año. Quisimos crear optimismo y confianza
pero no salió bien. El Presidente había hecho su primer
reconocimiento. pero no se quedó ahí.
¿En qué falló el Gobierno? le preguntó
Página/12.
Fallamos en no lograr el shock de confianza en el primer trimestre
de gestión. La suba de los impuestos fue una medida dura. La mayoría
de las medidas fue forzada por las circunstancias. El aumento de impuestos
fue equivocado.
La confesión podría haber terminado ahí, pero el
Presidente se mostró expansivo, con ganas de hablar.
Puede que debiéramos hacer un cambio de gabinete antes continuó.
Los cambios deben hacerse en el momento oportuno. Por ahí, trascendían
cambios de opiniones en el gabinete y se interpretaban como conflictos
internos que no los había. No nos peleamos.
Cuando habla de peleas, ¿en quién está pensando?
repreguntó este diario.
No quiero hacer nombres.
¿Cuándo se va a ver con Chacho? preguntó
un colega.
No sé. Todavía no me mandaron sus papeles. Pero esto
(la dilación del encuentro) se presenta como un conflicto cuando
en realidad es una muestra de unidad de la Alianza. Yo no estoy enojado
con Chacho. ¿Cómo me voy a enojar porque sus ideas salieron
publicadas en los diarios? No creo que Chacho se enoje cuando mañana
(por hoy) lea esta conferencia en los diarios. Yo no estoy molesto y no
creo que él se moleste.
Antes de las preguntas que fueron esporádicas, metidas en
los intersticios de los discursos oficiales, el Presidente se había
referido a la política, a cómo le fue en política.
De la Rúa dixit:
Tuvimos problemas en
la política y la economía. En la política fue difícil,
por no decir que la política fue mal. Adalberto Rodríguez
Giavarini recordará que también en el primer año
de gestión en el gobierno de la Ciudad la política también
fue mal. Tuvimos muchos problemas políticos, pero en este Gobierno
hay mujeres y hombres que ponen los intereses de la patria por sobre los
intereses personales. Y todos sabemos que para recuperar la imagen debemos
recuperar la economía.
La economía. Fue notable que, después de plantear un panorama
descarnado del año que se va (y antes de exponer las expectativas
favorables que el Gobierno tiene para 2001ver aparte) sorprendiese
que su evaluación: El balance de gestión en este año
ha sido totalmente exitoso: porque defendimos a la Argentina de las reacciones
adversas de la economía internacional, de lo que ocurría
en el exterior y no se produjo una crisis como sí ocurrió
en otros países en el pasado; y en el país defendimos la
gestión de los embates internos.
Corolario, para el Presidente, éste fue un año duro, que
le fue mal en la política, en el que se derramó un chorro
de pesimismo por medidas equivocadas, pero fue todo un éxito. Puede
ser ésta una de las razones por las que el Gobierno, aún,
se sienta esperanzado para el 2001.
Machinea
dice que se crecerá más
y el desempleo bajará cinco puntos
Por
S.M.
Cuando le tocó
el turno, José Luis Machinea tampoco se privó de enumerar
los males del pasado. En ese pasado metió al año 2000, en
que él fue ministro de Economía, al reconocer que a
partir de ahora se cierra una etapa y se abre otra, la del crecimiento.
Machi, como solían llamarlo en la Alianza, pronosticó
con esperanza una suba de ese índice superior a la que figura en
el Presupuesto 2001 (2,5 por ciento) y un cinco por ciento del PBI anual
en los próximos años. El guarismo lo llevó
a afirmar que, a ese ritmo, se crearán un millón y
medio de puestos de trabajo por año, con lo que en tres años
bajaríamos la tasa de desempleo en cinco por ciento. Y
crearemos empleos genuinos, acotó Fernando de la Rúa,
sentado en el centro de la hilera, frente a los periodistas. El rostro
del ministro sólo ensombreció cuando Página/12 le
preguntó cuál será, finalmente, la tasa de crecimiento
para este año que se va. No tengo la cifra final, pero oscilará
entre el 0,5 y el 0,7 por ciento, dijo. Partiendo de esta base,
sólo queda la esperanza.
Machinea habló después de la corta y apurada exposición
de Ricardo López Murphy, que debía tomar un avión.
El jefe de Economía observó en silencio cuando el Presidente
relataba que están estudiando la modificación de la Ley
de Ministerios para crear nuevas carteras. Se estudia una reforma
en la Ley de Ministerios, que vamos a presentar oportunamente dijo
De la Rúa. Falta un área en el gabinete para la promoción
de las inversiones, para que se traigan inversiones, para convencer. Esto
se ha cumplido dentro de un mecanismo tradicional, pero hay que darle
un área específica. Y nos hace falta una secretaría
de desarrollos regionales. Ambas tareas se realizan, hasta ahora,
en el Palacio de Hacienda. Machinea estaba serio, pero el Presidente,
en el transcurso de la charla, dijo que la reformulación no sería
inminente. Sólo se está estudiando dijo.
Además, Turismo merecería ser ministerio, pero no vamos
a reformar la ley sólo por Turismo.
Ministro y Presidente fueron enérgicos sobre la ley de Presupuesto.
Llamaron a votarla el martes, sin vacilaciones, y mutando las modificaciones
introducidas por los senadores que no cumplieron su palabra,
dijo De la Rúa para que vuelva al formato original que tenía
cuando salió de la Cámara baja, con media sanción.
Si no se vota y se cae el blindaje, difícilmente la Argentina
pueda obtener financiamiento, atormentó Machinea.
Pero el ministro cree que se crecerá porque durante el 2000 se
hicieron todos los esfuerzos y se tomaron las medidas adecuadas, además
de que las condiciones de la economía mundial mejoraron sustancialmente
para la Argentina. La descripción fue:
Se hicieron reformas estructurales
en el Estado.
Se pondrá en marcha
la reducción de impuestos internos.
Se obtendrá el blindaje
de los organismos financieros internacionales.
Se volcarán a la obra
pública 3500 millones de dólares adicionales.
Habrá un contexto económico
internacional más favorable, porque se depreciará el dólar,
bajaron las tasas y aumentaron los commodities.
O sea: se sufrió, fue un año duro, todo será mejor.
Si así no ocurre, el ministro dejará de serlo. Ayer cumplió
con el ritual para trasmitir optimismo.
Detalles, Ruckauf
y Menem
Por S.M.
Algunos detalles: la decisión oficial de
seguir adelante con la reforma del sistema de salud, que entrará
en vigencia el primero de enero de 2001 y ocho días antes
podrá leerse en Internet su reglamentación, según
informó la ministra de Trabajo, Patricia Bullrich; y la articulación
de todos los planes sociales que maneja el ministerio de Graciela
Fernández Meijide coordinados por la Jefatura de Gabinete,
que conduce Chrystian Colombo, para garantizar que lleguen
a las intendencias, según dijo la ministra.
Otros detalles: la dureza con que se refirió el Presidente
sobre el gobernador bonaerense, Carlos Ruckauf. De la Rúa
se refirió primero a la seguridad. No hubo grandes
crímenes en la Capital Federal, pero lamentablemente la estadística
no es buena en la provincia de Buenos Aires. Y, después,
cuando le preguntaron sobre quiénes cuestionan su liderazgo,
y le recordaron que Ruckauf era uno de ellos, el Presidente no ahorró
palabras: Ruckauf en vez de decir eso debería gobernar
su provincia, que está asistida por la Nación. Aportamos
para solventar la provincia, que está peor de lo que la dejó
Duhalde, descerrajó.
Ultimo detalle: Carlos Menem también fue blanco presidencial.
Hace las críticas como una fotografía de lo
que dejó su gobierno: recesión, pobreza y desocupación.
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