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ENTREVISTA AL GUITARRISTA STEVE VAI
“Zappa era un genio”

Hizo el papel del guitarrista diabólico en el film �Encrucijada�, pero es bastante más que eso: uno de los grandes héroes de la historia de su instrumento. Tocó con Frank Zappa y dice que, si fuese sólo un virtuoso, lo suyo sería trivial.

Halago: �Lo digo en todas las entrevistas en cualquier lugar del mundo: mi público de Buenos Aires es el más apasionado, el más salvaje�.

Por Pablo Plotkin

En la jerga lunfa-técnica de los guitarristas argentinos, se conoce la práctica como “pelar”. El ejercicio de “hacer llorar” al instrumento tiene algo de egocentrismo y algo de celebración gremial, puesto que el público que asiste a la clase de shows en que se pela insistentemente, corresponde casi exclusivamente al mundillo de adoradores de la viola. Los seguidores de Steve Vai, virtuoso guitarrista neoyorquino de 40 años, son profesores y estudiantes del instrumento, en general. Sin embargo, eso no alcanza para llenar dos veces el Gran Rex, como ocurrió anoche y se repetirá hoy. Es que discípulo de Joe Satriani y elegido como su guitarrista por el genial Frank Zappa (a fines de los 70 y principios de los 80), parece tener un idilio con el público porteño. “Son los más apasionados y salvajes del mundo”, adjetiva Vai, que acaba de editar el compilado de baladas instrumentales The 7th. Song, Enchanting Guitar Melodies Archives Vol. 1. Allí reúne los capítulos más épicos de su obra, esos que despiertan una admiración pasmosa en sus seguidores/colegas, que sufren ante la cruel certeza de que nunca tocarán tan rápido como “el maestro”.
–¿Cómo le cae el rótulo de guitarrista virtuoso?
–Bueno, luzco ese traje con mucho orgullo. La gente me considera un virtuoso de la guitarra y, en muchos sentidos, lo soy, porque toco el instrumento con bastante violencia. Pero también creo que hago muchas cosas que no tienen que ver con el virtuosismo. Mi ocupación favorita es componer y muchas de mis composiciones tienen elementos que no están ligados al virtuosismo. Ser un virtuoso es bueno para algunas cuestiones específicas, pero para llegar a emocionar a la gente tenés que tener algo más. Ser un virtuoso es fascinante, pero si lo usás de mala manera, se vuelve aburrido. Lo que pegue en la gente es la melodía. La melodía es lo que resiste el paso del tiempo. Todas las canciones que pasaron a la historia lo hicieron gracias a la melodía. Por ahí pasan mis mayores esfuerzos.
–¿Por qué no canta más?
–Me gustaría, pero la voz es algo tan poco consistente, que cambia todas las noches. Cuando sos cantante, hay demasiadas cosas por las que preocuparte: dormir bien, cuidarte del aire acondicionado del hotel, comer adecuadamente. Puedo hacer 50 shows seguidos como guitarrista, pero apenas puedo hacer un par como cantante.
–De todos los músicos con los que trabajó, ¿quién es el que más lo impresionó?
–Frank Zappa. Era un genio, un visionario. Y nunca dejó a mitad de camino proyectos que consideraba importantes.
–¿Y Johnny Rotten, de los Sex Pistols?
–Asombroso. Es único. Cuando iba a grabar con él, pasé uno o dos días componiendo las partes de guitarra. El llegó al final, cantó y salimos a pasear por Nueva York. La gente por el Village no lo podía creer, se volvía loca cuando lo veía. Lo que recuerdo es que tenía un hábito grandioso: no importaba dónde estuviéramos –un restaurante, un ascensor, un estudio, en la calle–, él escupía. Fantástico.
–¿Escucha música nueva?
–Escucho todo lo que sale, pero es tan poco común que encuentre algo que tenga verdadero valor artístico. Ultimamente estuve escuchando mucho a Tom Waits y Nine Inch Nails. Tom Waits es un verdadero genio, al igual que Trent Reznor: el último disco de NIN está entre la música más creativa jamás escuchada. Y Tom Waits es simplemente un poeta brillante.
–Después de hacer ese pequeño papel en Encrucijada (Crossroads), la película de Walter Hill, ¿alguna vez pensó en volver a actuar?
–Lo de Crossroads empezó y terminó ahí. Ser actor es muy difícil y no es algo que pretenda hacer así nomás. Si alguien se me acercase con algo que pueda hacer, lo haría. Después de Crossroads tuve algunosofrecimientos, pero todos eran personajes oscuros y no quería representar más ese papel.
–¿Qué importancia tienen en su obra las baladas instrumentales, las que recopiló en su último disco?
–Son las canciones que más me gusta tocar. La guitarra es el instrumento perfecto para interpretar la melodía de una balada. Siempre disfruté el hecho de tocar la guitarra bien arriba, en medio de una melodía llorona. Diría que son las canciones más importantes de mi carrera. De hecho, por ellas recibí nominaciones al Grammy. Además, parece ser la clase de canción que mis fans más disfrutan. Hasta ahora estuvieron dispersas en varios discos, pero siempre supe que llegaría el día en que las reuniría en un compilado. En este show toco algunas: “For the Love of God”, “Tender Surrender” y “Windows to the Soul”.
–Los fans argentinos tienen una relación casi religiosa con usted. ¿Qué recuerdos tiene de sus visitas anteriores (1995 y 1997)?
–Recuerdo un show en que abandoné el teatro cuando salía el sol. Esto es algo que digo en todas las entrevistas en cualquier lugar del mundo: mi público de Buenos Aires es el más apasionado, el más salvaje. También recuerdo un show en que la gente copó el escenario al final. Ahí aprecian realmente este tipo de música. En Estados Unidos, la música que hago es difícil, porque hay tantos tipos de música diferentes y la música pop es tan fuerte. En lugares como en Latinoamérica, en cambio, todavía se interesan mucho por lo que hago. Soy muy afortunado por eso. Además, acabo de ver Evita, así que estoy listo.

 

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