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JUGO MAL Y PERDIO BIEN Y BARATO
Retazos de Boca

Boca se arrastra hacia el final del Apertura dejando los pedazos en el camino. Perdió su segundo partido al hilo y quedó a merced de un River que le perdonó la punta. Sin respuestas físicas ni futbolísticas �defeccionaron Serna, Riquelme y Palermo, y se fue echado Delgado�, fue superado por un Chacarita motivado. Carrario y Moreno �el mejor� convirtieron para el ganador. Bermúdez, de los pocos que zafaron, descontó.

Por Juan Jose Panno

¿Cuándo perdió Boca este partido? ¿Lo perdió ayer en Liniers o fue el miércoles en Avellaneda? ¿Lo perdió en la cancha o en el avión que trajo al plantel desde Japón? ¿O fue en el estadio Nacional de Tokio? ¿Quién lo perdió? ¿Fue Delgado, que se hizo echar tontamente? ¿O fue Bianchi, que no lo sacó a Palermo, lesionado, una sombra desde los 15 minutos? ¿Lo perdió Serna, que dio cien pases a los contrarios, entre ellos el de la jugada previa al segundo gol de Chacarita? ¿O fue Córdoba, que tardó en reaccionar en el remate de Moreno? ¿Por qué perdió Boca? ¿Por confiado, por soberbio, por extenuado, por exceso de fe, por falta de fe, por mala suerte? Todas las preguntas girarán locamente en el vacío en busca de una explicación que tal vez pueda aparecer en la masa que quede, si se mezcla todo. Lo cierto es que Boca perdió el partido que le dejaba servido el campeonato a River y terminó poniendo todas las fichas que le quedaban a la santa mano de Huracán.
Habrá que ser justos con Chacarita. Porque la derrota de Boca es consecuencia de la suma de sus desaciertos, pero también de los méritos de su adversario. El equipo del Chiche Sosa fue de menor a mayor; cuando consiguió los espacios, tocó prolijamente en el medio, golpeó en los momentos justos, mostró mucha resolución en los marcadores centrales para defender, tuvo coraje para sostener el aluvión que fue Boca después del 2 a 1 y, si hubiera tenido un poco más de precisión a la hora de definir, hasta pudo ganar por goleada.
El abanderado de los que jugaron mal en Boca fue Serna. Arrancó bien, puso presencia en la mitad de la cancha y se animó con un remate de media distancia que pudo ser golazo. Pero después empezó a desgajarse de a poquito y sus pelotazos largos terminaron invariablemente en el pecho de un contrario y los toques cruzados abrieron todas las puertas al contraataque. Desconocido, el colombiano jugó su peor partido desde que está en Boca: regaló un gol que fue y un par más que no se dieron de milagro. Encima se fastidió muy mal y en una jugada reclamó tanto que estuvo a punto de ganarse la roja. Serna no había jugado el miércoles contra Independiente y por lo tanto tuvo una semana entera para recuperarse del trajín post-Real Madrid. A partir del caso de Serna cabe el interrogante: ¿el cansancio de Boca es físico o mental?
Palermo corre la carrera del declive por un andarivel cercano al de Serna. A los 15 minutos lo bajaron y quedó tendido en el piso mostrando un dolor muy intenso; a los 33’, Cavallero lo intervino de urgencia en la misma rodilla y ahí mismo pareció que lo reemplazaban. Antes de todo eso había enganchado un excelente zurdazo de volea que salvó el Flaco Vivaldo. Pero después de los golpes se esfumó y hasta se lo vio –extraño en él– gritarle a Córdoba que no le tirara la pelota larga. Bianchi lo dejó con la esperanza de que su sola presencia arrimara la posibilidad de un gol. Pero estuvo a mil kilómetros de eso.
Riquelme también estuvo por debajo del máximo nivel habitual. No creó peligro en ninguno de los tiros libres que ejecutó directamente hacia el arco y se quedó corto en más de uno de los que buscaban cabezas salvadoras. En el haber se le debe anotar el centro que le permitió al corajudo Bermúdez meter el cabezazo del 1-2. Riquelme quiso jugar pese que no estaba en las mejores condiciones, pero nunca fue el habitual conductor de Boca.
En el primer tiempo, el mejor jugador de Boca, el que más había preocupado al fondo de Chacarita, había sido Delgado, pero en el complemento, cuando Chaca ya ganaba 1 a 0, insultó al línea y se ganó la tarjeta roja. Boca pagó un precio muy alto. Cuando entró Adrián Guillermo por Marchant, Boca ya era un manojo de voluntades dispersas.
El equipo de Bianchi terminó tirando pelotazos con vocación de milagro y atrás sufrió una y otra vez los contraataques de Chacarita al compás del toque de Rivero, Rosada, Moreno y compañías que provocaban el ole en la tribuna local y la desesperación de Córdoba.
Boca, se entiende, perdió este partido por múltiples razones y Chacarita lo ganó esencialmente por una: fue superior. Y punto.

CARLOS BIANCHI NO BUSCO EXCUSAS
“No estamos jugando bien”

Por Facundo Martinez

La imagen que dejó Boca en su derrota frente a Chacarita fue significativa. El equipo se mostró desgarrado, consumido por el cansancio, impreciso y atravesado por los nervios. Jugó mal y terminó sumido en un desorden generalizado. Se vio, por ejemplo, a Oscar Córdoba –empujado, quizás, por el aliento desesperado de los hinchas xeneizes– subir hasta el área de Jorge Vivaldo a cabecear un corner, salir jugando con la pelota en los pies hasta el mediocampo, y también ayudar a los defensores en la marca de los delanteros del club de San Martín. Se vio al colombiano Mauricio Serna muy errático, a un Martín Palermo inofensivo y a un Román Riquelme alienado, ajeno a la pelota. Y perdieron. De no ser por el empate de River, Boca se habría despedido así, abatido, del sueño de ganar este Apertura.
El técnico no le quiso quitar méritos al planteo de Chacarita, pero insinuó que esta caída es el precio que están pagando por haber ganado, en Japón, la Copa Intercontinental. “Yo no quiero hablar del problema físico, porque sería buscar una excusa. Pienso que hay que destacar que Chacarita jugó un muy buen partido”, dijo primero Bianchi, pero añadió: “Qué nos vamos a lamentar ahora, si todos teníamos ganas de ir a Tokio. Boca es campeón intercontinental, ya está. Seguro que en algún lugar de nosotros mismos no estamos igual: todavía hay quienes se despiertan a las cinco de la mañana”.
Las caras de los jugadores de Boca, marcadas por la bronca y la impotencia –en ese momento no se conocía el resultado de River–, reflejaban el dolor que produce lo inexplicable. Sin embargo, Bianchi asumió el golpe fríamente: “Nos hicieron el primer gol y eso les facilitó el trabajo. Se instalaron mucho más defensivamente y nos cerraron todos los circuitos. Después se hace expulsar Delgado y ahí se nos complica mucho más la cosa”, comentó. “Faltan noventa minutos y hay que seguir esperando” dijo después, poniendo un voto de esperanza. Una hora más tarde, River empataba con Huracán. “No me equivoqué cuando dije que el título se disputaba hasta la última fecha”, repitió Bianchi.
Pensando en Estudiantes, el plantel retomará las prácticas mañana. El mismo día, Sebastián Battaglia será operado de la rotura de los ligamentos cruzados de su rodilla derecha. Y Bianchi volverá a decirles a sus jugadores: “No podemos dar ninguna ventaja, porque nos liquidan”. También hablará largo con Delgado, por haberse hecho expulsar en forma estúpida, cuando el equipo más lo necesitaba.
“No estamos jugando bien, estamos conscientes de eso. Estamos delicados, nerviosos, estamos muy susceptibles”, dijo ayer Bianchi, mostrando, por primera vez, la otra cara de su equipo.

EUFORIA EN EL VESTUARIO DE CHACA
“Esto es para los giles”

Decir que en el vestuario de Chacarita se vivió una euforia desmedida es quedarse corto con el adjetivo. No sólo porque la victoria contra Boca fue la tercera ante un equipo grande en este Apertura (el equipo de San Martín había vencido 1-0 a River y 2-1 a Independiente) sino también por la aureola de la polémica que rodeaba al encuentro.
Ese sentimiento lo sintetizó el volante ex Boca Ariel Rosada, al decir que en la cancha Chacarita “respondió a todas las ‘giladas’ que se dijeron” en la semana después de que los dirigentes aceptaron no jugar en el estadio de San Martín. Sin embargo, el entrenador Osvaldo Sosa adujo que “aunque el equipo haya ganado en Vélez, no significa que rinda igual que en San Martín”.
El técnico, por supuesto, compartía la alegría de sus dirigidos. “Estoy muy reconfortado por el rendimiento de mis jugadores. Ahora debemos pensar en el próximo rival, Argentinos, y después en las vacaciones”, repuso, más prosaico.
En tanto, Silvio Carrario, autor del primer gol de Chacarita, consideró que su equipo “supo aprovechar el cansancio de Boca en el segundo tiempo, pero fundamentalmente sus nervios”. Acerca del festejo de su conquista, el delantero expresó que gritó el gol con euforia, “pero no fue una revancha” por su salida de Boca.
Carlos Moreno, quien convirtió el segundo gol, comparó la alegría del triunfo con la generada “por la victoria sobre River”. Para el volante, “éste era el partido del año, por la expectativa que tenía la gente. Por suerte, pudimos ganar pese a que todos nos daban por perdidos, y volví a marcar un gol como contra River”, dijo.

Manejando el contraataque

Chacarita tuvo menos tiempo la pelota, pero la administró mejor y sus contraataques le permitieron generar varias situaciones de gol que justificaron su victoria.
Boca dio ventajas por los laterales (flojo Rodríguez, adelantado y sin relevo Ibarra), mostró poca precisión en el medio y pesó poco ofensivamente.
Al equipo de Bianchi le fallaron varias piezas clave: Serna flojísimo; Palermo, lesionado y Delgado, expulsado en el arranque del complemento.
En el cuadro de Chiche Sosa, que aguantó bien las embestidas de Boca, se destacaron los centrales. También aportaron lo suyo Rosada, Moreno y Rivero.
Técnicamente fue un partido flojito, pero lo levantó el clima de las enfervorizadas tribunas y las ganas que pusieron todos.

 

 

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