Por
Gustavo Veiga
En Lomas de Zamora jamás se han registrado movimientos sísmicos,
pero hay un epicentro capaz de causar peligrosos cataclismos. El club
Los Andes, por los menos en los últimos tres años, se convirtió
en un territorio hostil para sus propios jugadores, algunos directores
técnicos y hasta ciertos dirigentes. El apriete que un grupo de
barrabravas le propinó al plantel el martes pasado resultó
un sacudón de varios grados en la escala de agresiones a que nos
tienen acostumbrados los violentos del fútbol. Pero ese episodio
es tan sólo una muestra de lo que ha ocurrido y sigue ocurriendo
en una institución que es presidida por el juez penal Hugo Van
Schilt, un hombre consciente de que gobierna condicionado por personajes
de diversa clase: desde arribistas de origen político hasta marginales
de frondosos prontuarios. Por eso no debería sorprender que a un
directivo lo ataquen brutalmente, que al gerente del club lo sancione
la AFA con seis meses de suspensión, que una patota visite a punta
de pistola el predio de Villa Albertina para intimidar futbolistas y que
el miedo se haya tornado un acompañante molesto. Además,
y por si esto fuera poco, entre los planes de la comisión que encabeza
el magistrado figura la instalación de un polígono de tiro
en la sede social. Una tentación para los delincuentes que portan
armas mimetizados de hinchas y un contrasentido al mismo tiempo.
El 5 de mayo de 1998, Gabriel Raffo, un ex preparador físico de
Los Andes, sintió el olor a pólvora muy cerca de su cuerpo.
Lo amenazaron con disparos. El 10 de octubre del mismo año, el
damnificado resultó Víctor Damiano, quien por entonces era
el técnico del equipo. A golpes, dos barrabravas José
Anacleto Paz y otro que responde al mote de Manguera- le desfiguraron
el rostro. Aquellos eran días muy difíciles. El club era
gobernado por Armando Tedesco, quien hoy ocupa una de las vicepresidencias.
Tengo conocimiento que hasta hace un tiempo, quien me agredió
a mí seguía entrando al vestuario, les pedía la camiseta
a los jugadores y manejaba absolutamente todo. Indudablemente, el actual
presidente se va a tener que cuidar mucho con este tipo de personajes,
porque hay una ley que castiga a todo aquel que apañe a barrabravas,
le comentó Damiano a Página/12. Las actuales autoridades
del club niegan cualquier vínculo con los violentos y argumentan
que se movieron con celeridad para denunciarlos. Hoy existe una causa
en la fiscalía del doctor Oscar Acevedo por amenazas calificadas
y la policía está investigando al grupo que, en tres automóviles,
irrumpió en el predio de Villa Albertina el martes 5. Hay más
de una hipótesis en torno al motivo del apriete: una interna entre
barrabravas por cuestiones de protagonismo y el aprovechamiento de prebendas,
aunque también se especula con que los líderes enviaron
a sus secuaces para hacer lo que ellos no podían, ya que gozarían
de ciertos beneficios.
Cuando Los Andes aún jugaba en la B Nacional, José Luzza,
su gerente, recibió una suspensión por seis meses (expediente
23041 del Tribunal de Disciplina, iniciado el 10 de julio de 2000) debido
a que lo encontraron culpable de permitir el ingreso de público
suministrándole bonos no autorizados por AFA. El mismo hecho
se le atribuyó durante dos partidos: contra Banfield y Quilmes.
Además, el empleado jerárquico del club fue investigado
por la Justicia bonaerense debido a que una vez intercedió ante
la policía para rescatar a Manguera aquel barrabrava
que atacó a Damiano de una detención segura. Si Luzza
no resultó despedido con esos antecedentes fue porque trabaja hace
más de diez años en el club y el pago de su indemnización
habría resquebrajado las finanzas.
Roberto Giganti, alias Pachi, cursó el colegio secundario con el
doctor Van Schilt. Se conocen desde esa época y juntos también
trabajan en Los Andes. Daniel Revoredo revista como asesor del presidente,
aunque es hincha de Temperley, igual que su hermano Jorge. Ambos, Giganti
y Revoredo, no se llevan bien. Hace unos días, por una disputa
menor, ésteúltimo atacó en la sede social a Pachi
y le habría ocasionado serias lesiones. El titular de la institución
ratificó la existencia del episodio y lo atribuyó a una
cuestión de celos. El hecho remite a otros que acontecieron con
algunos dirigentes desde 1998. Tedesco y dos ex vicepresidentes, Antonio
Novielli y Enrique Gutiérrez, sufrieron atentados contra sus autos.
El origen, en esos casos, no había sido una reyerta entre directivos
sino la brutalidad de la barra brava.
En Los Andes, la política de comité siempre metió
la cola. Conocida es la influencia que han ejercido en la entidad personajes
cercanos al gobierno bonaerense y al municipio lomense durante los gobiernos
justicialistas. Desde Jorge Rossi hasta Héctor Puqui Defino y,
ahora, Pablo Paladino yerno del ex intendente peronista Hugo Toledo
y actual vicepresidente han matizado la vida social con la política
partidaria. Acaso por ese motivo, un ex concejal del PJ, de apellido Tognoni,
habría conseguido el visto bueno para financiar la instalación
de un polígono de tiro en la sede social ubicada sobre la avenida
Hipólito Yrigoyen al 9500. Un verdadero disparate,
según el doctor Juan Carlos Blanco, titular del Comité de
Seguridad Deportiva dependiente de la Secretaría de Deportes.
Mediante el expediente número 00084 tramitado en el Renar, dependiente
del Ministerio de Defensa y autorizado por el funcionario Javier Rodríguez,
el club dio el primer paso para cambiar una vieja cancha de pelota a paleta
por un espacio para la práctica del tiro. Esta obra forma parte
del proyecto de remodelación de la sede que ha sido concesionada
para su uso mediante un contrato firmado con una empresa que ya hizo operaciones
de este tipo con Racing, San Lorenzo y All Boys, entre otras entidades.
Se trata de la firma que controla Dardo De Marchi, el actual vicepresidente
de Almagro y que hace unos años se instaló en el mercado
del fútbol bajo la denominación de Nuevos Clubes Argentinos.
Confía el doctor Van Schilt que, a partir de ese acuerdo, Los Andes
comenzará a recibir los fondos que necesita y la escuálida
cantidad de socios activos no llegan a 400 empezará
a crecer geométricamente. No creo que la barra brava vaya
a practicar tiro ahí, ni remotamente..., le dijo a este diario
una altísima fuente del club. Para que ese deseo se haga realidad,
habrá que comprobar si alguno de los personajes que intimidaron
al plantel no portan, además de sus armas, el carnet de socio.
Es de esperar que ninguno figure en el padrón.
ESTABA
3-0 ARRIBA Y FALTABAN 25
Cómo
perder lo imperdible
Aunque resulte increíble, el partido de ayer en Lanús terminó
su primer tiempo con el marcador en blanco. Ni el necesitado Los Andes
ni el irregular equipo santafesino que conduce Pumpido fueron capaces
de llegar a los arcos. Aunque resulte increíble, en el segundo
tiempo de ese mismo partido, se convirtieron siete (7) goles. Y, aunque
resulte más increíble aún, si cabe, fue Los Andes
el que sacó ventajas rápidas y en apariencia definitivas:
en menos de veinte minutos del segundo tiempo, un ex jugador de Unión,
precisamente el Loco Marzo, que conservaba de la red rival -pese a su
condición de goleador habitual un recuerdo vago y cada vez
más difuminado, hizo tres goles a su ex equipo y puso al conflictuado
Los Andes, por primera vez en el agónico torneo, 3-0 arriba. Euforia
increíble en el campo entre jugadores amenazados por su propia
barra brava, mezcla de alegría y estupor en tribunas desacostumbradas
a semejantes emociones. Pero, aunque resulte increíble, faltaban
25 minutos y a un promedio de un gol cada cinco Silvera dos veces,
Tilger y Zapata, Unión de Santa Fe lo dio vuelta, le ganó
el partido e inauguró un resultado y un partido para el Guinness,
para la tragedia interminable de Los Andes.
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