Por Susana Viau
La
Procuración General de la Nación investigará operaciones
sospechadas de lavado efectuadas por el Banco República,
propiedad de Raúl Moneta, en triangulación con el Citibank,
el Federal Bank y otras offshores de Bahamas. Según fuentes de
la Procuración, en agosto, el Banco Central resolvió enviar
a los fiscales la documentación que pone en evidencia tales maniobras
y en la que los técnicos plantean la posible vinculación
del Federal Bank con el financista estrella del menemismo. Los reflejos
de Pedro Pou, presidente del BCRA, han sido extrañamente lentos:
su reacción se produce cuatro años después de detectadas
las primeras anormalidades, a dos años de que los propios inspectores
del Central dieran la voz de alerta, a uno de que esos datos fueran difundidos
por Página/12 y justo en el momento en que crecen los rumores acerca
del interés que el caso Moneta ha despertado en importantes
centros internacionales.
Ha llegado un inspector
En junio de 1998, inspectores dependientes de la Supervisión
de Entidades Financieras practicaron un estudio sobre el Banco República
y abrieron el expediente numerado 100.115. En aquel escrito advirtieron
a sus superiores que habían detectado un llamativo movimiento de
dinero. Se trataba de depósitos efectuados desde y hacia el Banco
República que circulaban siguiendo un mismo patrón: pasaban
por el Citibank de Nueva York y tenían siempre como emisoras o
receptoras a entidades offshore establecidas en paraísos fiscales.
Ellas eran The Winterbotham Trust Company Limited, Ludgate Investments,
Southwark Assets Management Limited, Lolland Stocks Limited, Scott &
Chandler Limited, Cairo Holdings Limited, Budleigh Limited Uruguay SA
y, sobre todo, el Federal Bank. Estas sociedades habían sido constituidas
en Bahamas, todas el mismo día y en una fecha muy cercana a la
realización de las operaciones, con números correlativos,
con un mismo domicilio comercial ubicado en la calle Blanes Viale de Montevideo,
y representadas por una misma persona: el abogado Carlos Basílico,
socio de Jaime Fernández Madero, presidente de Citicorp Capital
Market. El monto de las operaciones sospechadas produce escalofríos:
unos 200 millones de dólares mensuales.
La inacción del BCRA permitió que durante el proceso que
desembocó en su caída, al República le fueran condonados
los cargos (multas), que el Central le diera el máximo legal
de asistencia crediticia y que pudiera efectuar su propia liquidación.
Mi hermosa lavandería
Junto a los señalamientos referidos a operaciones sospechosas
de lavado, los técnicos trabajaron sobre una amplia gama de cuestiones.
Subrayaron con especial énfasis el oscuro origen del República
Holding Limited, nombre con que Moneta había rebautizado a UFCO,
la sociedad constituida en Islas Vírgenes propietaria del 34 por
ciento de las acciones del CEI (Citicorp Equity Investments). El hecho
de estar asentada en un paraíso fiscal, opinaron los inspectores,
dificulta la evaluación de esta empresa. ¿Por
qué los técnicos hacían tanto hincapié en
UFCO-República Holding? Porque era una vinculada e
importante depositante de la entidad que auditaban. El difuso
nacimiento de esa sociedad, insistieron, resta transparencia
al principal accionista del Banco República. Los inspectores no
lo dijeron, pero por si fuera poco el presidente de UFCO-República
Holding había sido también Basílico, el representante
de todas las offshores sospechadas.
Tostado caribe
La inspección del 98 había resultado una auténtica
caja de Pandora: UFCO-República Holding había declarado
en 1996 un patrimonio neto de 278 millones de dólares y sus ganancias
menos de dos años después eran de 121 millones, cifra que
no tiene parangón con la rentabilidad media de ningunaempresa legal;
en 1998 el Banco República tenía un pasivo de 441 millones
y el principal origen de sus fondos eran líneas del exterior (Bahamas)
por 132 millones; había realizado importantes operaciones con el
Republic National Bank del asesinado banquero Edmond Safra y cuyo representante
en Argentina era... Carlos Basílico; a esas fechas el 57 por ciento
de los depósitos del Banco República pertenecía a
diez grandes depositantes, que no eran otros que las mencionadas empresas
de Bahamas, Richard Handley (directivo del Citi), el banco de Safra y
el CEI.
Lo que los inspectores no podían saber en esos días era
que, un año más tarde, poco antes de la caída del
República, esos principales iban a retirar providencialmente sus
fondos.
Con todos estos indicios en la mano, los técnicos del Central sugirieron
una serie de medidas tendientes a conocer la naturaleza de dichas
empresas con la inspeccionada (el Banco República). A saber: requerimientos
de información a los bancos centrales de Bahamas y Uruguay, pedidos
de antecedentes a la Inspección General de Justicia y consulta
a Estudios y Dictámenes Jurídicos acerca de la procedencia
de requerir información al Citibank NA. Fue una recomendación
inútil: el presidente del Central miró hacia otro lado.
Ya lo había hecho en 1997, cuando un expediente similar describió
con todas las letras la existencia de situaciones poco claras entre el
banco de Moneta, el Federal Bank y el Citi de Nueva York.
Tarde piaste
Recién en agosto de este año Pou se decidió
a tomar en cuenta la gravedad del tema. Así, descongeló
el informe del 98 que fue girado para su compulsa a diferentes áreas
del Banco Central. Ese nuevo análisis estableció que existiría
una estrecha vinculación entre el Banco República
y el Federal Bank. Constató, además, que si bien Moneta
había señalado que no existían cuentas recíprocas
entre ambos bancos ni formaban un grupo económico, los elementos
reunidos en la inspección permiten suponer lo contrario. Cabría
considerar agregaron los funcionarios de línea del BCRA
si la relación entre el Banco República con el Federal Bank
reúne características comunes entre bancos locales y del
exterior, puesto que en este caso el Federal Bank es cliente de la entidad
local y efectúa operaciones en el país sin que el
Banco Central haya autorizado tales actividades. Por último, ante
la eventualidad de que todo apunte a la consumación de una operatoria
ilegal, aconsejaron remitir el caso a la Procuración General de
la Nación. A los fiscales les toca ahora determinar si corresponde
trasladar a los tribunales la demorada investigación.
Claves
En 1996 se detectaron las primeras anomalías en los movimientos
de capital.
En 1998, el Central inspeccionó
las cuentas y descubrió movimientos de y hacia el Banco República
que siempre pasaban por el Citibank de Nueva York y tenían
como emisores o receptores a ocho entidades offshore de Bahamas.
Estas empresas habían
sido creadas todas el mismo día, todas declaraban el mismo
domicilio en Montevideo y todas tenían como presidente al
abogado Carlos Basílico.
Con este esquema circulaban
200 mi-llones de dólares por mes.
Basílico era también
representante del banquero Safra, uno de los 10 mayores depositantes
en el República, junto a las offshores, al CEI y a Richard
Handley, del Citi.
Con esta información,
los técnicos del Central recomendaron investigar las offshores
y las maniobras. Pedro Pou, presidente del BCRA, no hizo absolutamente
nada.
Recién en agosto
de este año, cuando crece el interés en el extranjero
sobre esta maniobra, Pou envió la investigación a
la Procuración. Sus fiscales la continuarán.
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