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NICHOLAS GARNHAM, ESPECIALISTA EN COMUNICACIONES
“¿Internet? Es como el teléfono”

No cree demasiado en la web y recuerda que no es una forma nueva de comercio sino sólo un sistema de comunicaciones más barato. Profesor y autor de varios libros sobre la economía de los medios, Garnham estudia las relaciones de capital en las comunicaciones y los cambios en la relación de poder entre dueños, empleados y consumidores.

Por Pablo Hernández,
Glenn Postolski,
Luis Albornoz y
Guillermo Mastrini

–¿Es posible hablar de economía virtual en Internet?
–No, no es economía virtual. La mayor parte de las actividades económicas en Internet son simplemente formas normales de intercambio sólo que parte de la transacción se hace electrónicamente. No es diferente de ir a un negocio o usar el teléfono. Digamos que quiero vender 100 toneladas de porotos de soja. Yo puedo comprarlos por otros medios y eso no cambia las relaciones económicas de ninguna manera. La gente de las comunicaciones no parece entender esto. Es virtual en el sentido que algunas de las transacciones tienen lugar en el espacio electrónico, pero esto se ha venido haciendo durante años. Gran parte del comercio mundial se hace por medio del télex o del teléfono... Esto es un poco más rápido, un poco más barato y, por lo tanto, un poco más eficiente.
–Entonces ¿por qué las empresas están pagando para estar en los portales? ¿Es una nueva forma de merchandising o una nueva manera de transacción?
–Creo que hay dos tipos de avisos en la red. No soy un experto en esto, pero puedo entenderlo. Tenemos un modo de hacer publicidad típico: quieren su nombre asociado al sitio, que las personas vean su nombre, que reconozcan su slogan. Pero hay muchos sitios en la web donde no se puede saber cuánta gente lo está viendo ni por cuánto tiempo lo verán. Entonces no es un buen medio para publicitar. Por el momento, todos lo hacen porque es muy barato. Para que esto alcance una escala mayor debería cambiar significativamente la naturaleza de Internet. Para que la web sea lo mismo que cualquier otro medio, necesita grandes audiencias. Necesita tener medios concentrados. Con medios fragmentados es una mala forma de publicitar, porque es muy caro llegar a la gente. Dependerá de la forma de financiar la publicidad, si van a ser llevados a concentrarse en algunos pocos sitios de la web. La otra cosa claramente diferente y probablemente muy importante es la transacción publicitaria, lo que quiere decir que muchos de los que publicitan están interesados en Internet por los efectos que puede causar. Se puede hacer el equivalente en Internet, ir a un site en lugar de ver el aviso en algún otro lado. Si se quiere comprar un auto se puede ir al sitio de los vendedores de autos. Ellos saben que vas a contactarlos y pueden darte más información y pueden cerrar una venta. Eso sí es importante. Por eso pienso que hay dos formas muy diferentes de publicitar.
–¿Cómo vincula usted estos fenómenos con el proceso más general de acumulación de capital?
–El problema ahora es que entramos en una clásica crisis distributiva keynesiana. No hay suficiente consumo: si se reducen demasiado los salarios, nadie puede comprar las cosas que se producen. Entonces hay una crisis estructural permanente alrededor de la cual hay una balanza hacia atrás y hacia adelante entre la cuota del trabajo y la cuota del capital. Esta es la razón de por qué se espera que la productividad de la tecnología de la información, como argumenta (Manuel) Castells, levante de tal manera la productividad y la estructura del mercado laboral que puede resolver la crisis y, por tanto, generar una vida más rica y más variada. El problema es, precisamente, que la transformación de los salarios también va a incrementar las tareas en el mercado laboral. Hay algunas categorías que tienen saberes especiales, que son escasas, cuyos salarios están creciendo muy rápidamente. Sin embargo el salario real está cayendo. Sólo en las economías capitalistas avanzadas se ha producido un blanqueo de las diferencias en la escala salarial entre tope y mínimo. En la última década esto ha sido más dramático en algunos países que en otros.
–Usted mencionó a Manuel Castells, ¿no le parece que su postura aparece cada vez mas optimista en relación con los desarrollos tecnológicos?
–Sí, pienso que así es. Me pregunto por qué parece haber adoptado un nuevo argumento que podríamos llamar posmoderno. Todo produciría culturas pluralistas, espacios cada vez más democráticos... y así sucesivamente. En el análisis que yo hago del pensamiento de Castells encuentro tres problemas fundamentales. El primero es el determinismo tecnológico. Básicamente su argumento es que la invención del microchip ha transformado de tal forma el nivel de productividad que esto repercute sobre el resto de la economía y luego la sociedad. El no duda de que el microchip ha transformado la productividad. Sin embargo, todas las mediciones de productividad no muestran este gran incremento. Yo sostengo que el crecimiento no es más rápido que el normal previo a la tecnología industrial. No obstante, ésta es la primera parte del problema: ¿se incrementó o no la productividad? El segundo problema es cuando él afirma que esta tecnología particular ha transformado la estructura de la empresa, la estructura de los mercados, lo que parece disolver las relaciones de los agentes de propiedad. Ahora, el problema es que la empresa capitalista y los mercados capitalistas se basan en estas relaciones de propiedad. Tal vez ésta sea una contradicción. No creo que él pueda discutir esto. Parece argumentar que la transformación de la empresa en una empresa de la red producirá el efecto de que ya no tendremos más compañías porque éstas estarán siempre envueltas en una suerte de negociación entre proveedores y productores y que, al mismo tiempo, se mantendrían relaciones de propiedad estándar. Pienso que éste es el segundo problema. El tercero es que él no distingue entre el impacto que la tecnología de la comunicación-información produce sobre el capital financiero por un lado y sobre el capital productivo, por el otro.
–¿Cuáles son los objetos que la economía política de las comunicaciones tiene que analizar hoy, tomando en consideración las industrias culturales y las comunicaciones?
–El tema principal hoy es el estudio de lo que ha sido llamado la sociedad de la información. En primer lugar, la economía global capitalista ha puesto en juego un conjunto de transformaciones fundamentales basadas ampliamente en el desarrollo de las tecnologías de la comunicación-información. La segunda cuestión es ver cuál es el rol que juegan las industrias culturales en este proceso. Están aquellos que argumentan que los cambios son conducidos por los desarrollos producidos en telecomunicaciones, que es la tecnología de la comunicación lo que está cambiando la estructura de la empresa y la estructura del mercado. Debemos volver a la teoría laboral del valor. Yo coincidiría ampliamente con alguna parte de este análisis, pero muchas veces se tiende hacia un determinismo tecnológico peligroso. Creo que Manuel Castells es, finalmente, un determinista tecnológico. Optimista, pero un determinista al fin. Otros analistas cometen el error de no diferenciar el papel que la tecnología de la comunicación está jugando dentro del sistema productivo como fuerza de producción, por un lado, y su rol dentro de las industrias culturales como bien de consumo o servicio de consumo, por el otro. Y éstas son relaciones muy diferentes para el desarrollo de la economía. Pienso que éste es el nudo de la cuestión.
–¿Qué pasa con la convergencia? ¿Piensa que es una categoría importante para analizar lo que está sucediendo hoy?
–Sí, pero depende de lo que usted entienda por convergencia. Si por convergencia entendemos la generación de la fuerza digital para la producción y distribución de servicios de información, entonces sí es importante. Ahora bien, ¿aplicamos las regulaciones tradicionales de la telefonía, aplicamos las regulaciones tradicionales de la radiodifusión a Internet? Quiero decir, ¿qué es Internet? ¿Es telecomunicaciones, esradiodifusión? Esta es una pregunta difícil. Yo pienso que la convergencia en este sentido es importante, pero también creo que es importante ser claro acerca de qué proceso es en realidad. También es cierto que va a tener diferentes efectos en la distribución. Si estamos hablando de la convergencia en las redes de transmisión, tenemos que hacer un análisis económico y pensar en la gente que, dentro de las empresas, compite para controlar la red de distribución de la convergencia. Las compañías de radiodifusión y las de telecomunicaciones están compitiendo. Inclusive los gobiernos están interviniendo con sistemas regulatorios. Esta es una cuestión totalmente diferente de cuál es el efecto en la producción de contenidos. No hay ninguna convergencia en la producción del material audiovisual; hay diferentes procesos de producción para las llamadas telefónicas o para el mercado interactivo de Internet.
–¿De qué manera estas regulaciones pueden ser hechas por el Estado, teniendo en cuenta la separación entre distribución y contenido?
–Usted puede elegir regular las redes porque tienden a tener mercados particularmente convergentes, monopolios naturales. Los monopolios naturales son característicos, por lo tanto las redes que compiten son económicamente muy ineficientes. Y uno de los problemas con Internet es que hay una gran sobreinversión en la capacidad de la red, lo que no puede ser sostenido. Es decir: mucha gente no puede estar perdiendo mucho dinero. No se puede decidir no regular el contenido, simplemente regular la red, el acceso a la red, los precios de la red, como solíamos regular el teléfono. Una posición es: no regularemos el contenido porque hay mucho contenido que no necesita ser regulado. O podemos decir que también queremos regular el contenido porque existe también una concentración en la producción de contenido, o porque queremos hacer algo con respecto a la Ley de Propiedad Intelectual. Hay una gran cantidad de maneras a través de las cuales podemos regular los contenidos aunque no es fácil. En Europa hay un debate acerca de la manera en que los organismos regulatorios cubrirán la reglamentación de todas las comunicaciones tanto en el caso de la red como de los contenidos.
–¿La presente concentración de la economía más la digitalización de la radiodifusión y las telecomunicaciones afecta las posibilidades de participación de los productores y de la gente en general?
–Bueno, depende. Pueden hacerse dos análisis. Uno es que la tendencia a la concentración en redes significará levantar la cuestión acerca de las condiciones de trabajo de la gente que tiene acceso a la red, que es un punto clave para la regulación. Esto se inició en los Estados Unidos con las vías férreas. El argumento original sobre regulación era un argumento político en Norteamérica, entre los granjeros y las compañías ferroviarias, y estaba referido al acceso al sistema de trenes para la circulación de los productos. De manera que el acceso dependerá de cuán concentradas estén estas redes y cómo estén reguladas. La cuestión del acceso a la producción de contenidos es mucho más difícil porque, básicamente, si se mira el desarrollo de las culturas industrializadas, desde la invención de la imprenta, el curso de la comunicación de masas se dirige a las economías de escala y siempre han sido concentradas. Entonces la próxima pregunta es: ¿importa esta concentración? Esto es, ciertamente, un tema de competencia. En este momento, éste sería el caso de la radiodifusión, porque hay una sobrecapacidad en la red y, sin embargo, no hay realmente acceso para todos los productores. Esto siempre va a ser así. Se puede decir que se necesitan subsidios públicos para algunos tipos de producciones, pero la concentración puede afectar el acceso de diferentes maneras, en diferentes partes, en diferentes niveles del sistema. Pero pienso que es ilusorio pensar que alguna vez tendremos un sistema, para hacer el equivalente a las películas tipo Hollywood, con unamplio acceso. Siempre serán caras, siempre van a ser hechas por gente con acceso a amplios recursos.
–¿No constituye un problema que producción y distribución estén en las mismas manos?
–En Europa se piensa cada vez más que esto debería estar separado. No debería permitirse que los productores de contenido controlen la distribución. La cuestión es si hacemos esto por medio de una regulación específica o si lo hacemos por medio de una ley de competencia antitrust. En Inglaterra tuvimos hace unos años un caso importante antitrust que le impidió a Rupert Murdoch (uno de nuestros más grandes dueños de medios) hacerse cargo del Manchester United. Es necesario prestarle una atención muy cuidadosa a la posesión conjunta de la producción y la distribución de contenidos. Pero el problema es cómo se negocia la relación entre las dos. Esto es muy difícil, pero debe haber una relación entre la producción de contenidos y la distribución. Ciertamente es antieconómico pensar que vaya a haber una reducción de contenidos. Pero si los productores tuvieran que competir para acceder a la red, el riesgo de la inversión sería demasiado alto, si no se está seguro de que el producto será luego distribuido.
–Finalmente, una pregunta política. ¿Qué piensa del desempeño de Tony Blair en el gobierno?
–Siento un profundo desagrado por Tony Blair. Creo que tenía un proyecto que está empezando a descubrirse. La luna de miel terminó. Algunos piensan que las políticas pueden organizarse a través de las relaciones públicas. Durante corto tiempo puede organizarse todo a través de las relaciones públicas, pero al final tienen que tomarse decisiones reales, entonces tenés que decidir la forma en donde verdaderamente vas a pararte y algunas personas se ponen nerviosas con eso. A Tony Blair no le gusta eso. Y ciertamente no tiene ninguna respuesta para los problemas sociales y económicos que están acosando a Inglaterra. El problema es que no hay ninguna alternativa. Esto es común en muchos países de Europa occidental. Básicamente el problema es que los políticos se han rendido por el momento. Quiero decir que, por razones que podemos entender históricamente, está aconteciendo una transformación bastante difícil de la sociedad y la economía y sería acertado decir que nadie comprende ni tiene confianza en lo que está pasando. Entonces sólo tratan de mantener el circo con relaciones públicas.

¿POR QUE NICHOLAS GARNHAM?

Cómo se determinan las reglas del juego

Por Pablo Hernández, Glenn Postolski, Luis Albornoz y Guillermo Mastrini

La concentración económica y la convergencia tecnológica de las industrias culturales, las telecomunicaciones y la informática son datos inseparables en la consideración de la coyuntura política mundial. También en la Argentina, donde las reglas de juego se han establecido a partir de las exigencias y los criterios adoptados por los operadores del mercado. Otros hablan de una economía virtual en Internet. Nicholas Garnham es uno de los principales investigadores de lo que, a nivel mundial, se llama la economía política de la comunicación, un aporte desde el marxismo a la constitución del campo comunicacional.
Garnham es británico, profesor en la Universidad de Stirling (Escocia) y uno de los más destacados analistas a nivel mundial de lo que se llama la economía política de las comunicaciones, una forma de analizar el fenómenode la comunicación-cultura contemporánea desde la perspectiva que ofrecen la economía y la política combinadas. En la Argentina sigue sin aprobarse todavía una ley que regule la radiodifusión y se ha implementado la desregulación telefónica sin que se discutan a fondo los grandes temas, también económicos y políticos, que están detrás de esta problemática. Garnham fue director del Centro de Estudios de Comunicación e Información del Polytechnich of Central London. Además de sus aportes para la construcción de una teoría comunicacional, se destacan sus investigaciones en relación con las políticas de comunicación, el desarrollo de los servicios públicos de radiodifusión y los “mercados” de la cultura. En este sentido debe considerarse especialmente su análisis de las formas de producción cultural.

 

 

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