Como
en el Harlem, pero en Olavarría: así fue el desenlace de
un simple aplazo en física a un alumno de 15 años de una
escuela católica. Ayer, en la primera hora del turno tarde del
Colegio San Antonio, uno de los chicos que rendía el examen recuperatorio
de la materia, sin mediar insultos o amenazas, se paró de su banco,
caminó hasta el pupitre de la docente y ante los ojos incrédulos
de sus compañeros de aula la apuñaló. El móvil
del crimen desconcertó a los habitantes de la ciudad y a los investigadores
que ayer coincidían en asegurar que el adolescente no había
tenido jamás una sanción disciplinaria. No alcanzaban a
explicarse tanta sangre como respuesta a una prueba no superada. La docente
se encuentra en estado gravísimo.
La puñalada en el costado derecho del abdomen fue hecha con un
cuchillo de cocina, corto, filoso, marca Arbolito, con cacha de madera,
de esos que suelen llevarse a los asados. La herida que produjo fue grave:
los diez centímetros de acero atravesaron el hígado, el
páncreas y el duodeno. La docente, Marisa Teresa Prezzolli, de
38 años, fue internada en el hospital Coronel Olavarría,
donde quedó internada en terapia intensiva. Por la tarde fue operada
y se había estabilizado hasta que a última hora volvió
a ser intervenida quirúrgicamente dos veces más. Mientras
tanto, su alumno quedó demorado en la comisaría 1ª,
a disposición del juez de menores de Azul, Eduardo Allende. Los
investigadores consideran que serán claves los testimonios de los
seis alumnos que a las 13.20 de ayer rendían el recuperatorio de
física junto al chico del cuchillo.
El Colegio San Antonio, en la esquina de Ayacucho y Bolívar, es
una institución privada, con subvención del Estado, en la
que estudian unos mil chicos de clase media y de sectores empobrecidos.
La cuota mensual es de 30 pesos y está lejos de las que se pagan
en los colegios más caros de la ciudad. Tiene una buena imagen,
pero hace un tiempo hubo un escándalo grande con docentes expulsados
bajo excusas laborales porque habían denunciado a un sacerdote
por exhibiciones obscenas, dijo ayer una fuente allegada a la institución.
Lo único que se puede decir es que aquí no hay quién
se explique el hecho, le dijo anoche a Página/12 el subcomisario
Pedro Caminitti, a cargo de la instrucción de la causa abierta
en el juzgado de menores de Azul. Cerca de las diez de la noche comenzaban
a declarar ante la policía los seis alumnos del San Antonio que
vieron cómo su compañero acuchilló a la docente.
Es un chico que no da con el perfil de un violento insistió
el subcomisario. No tiene amonestaciones, no tiene sanciones disciplinarias,
llamados de atención, peleas, nada. No hay nada que se compatibilice
con una reacción de esta naturaleza.
De padre empleado, madre ama de casa y sin antecedentes penales, el chico
del cuchillo permanecía demorado ayer en la comisaría 1ª.
Hoy a primera hora declarará ante el juez Allende, en Azul. El
único detalle que observaron los docentes en el aula son dos palabras
aparentemente escritas por el adolescente: judas y maldito.
Los investigadores no tenían ayer indicios sobre un conflicto entre
el alumno y su profesora. Hasta el momento no ha surgido que nada
que indique que tenían algún otro contacto que no fuera
el que mantenían en el aula, observó una fuente policial.
Pasadas las diez de la noche, Marisa Prezzolli había ingresado
por segunda vez en el día al quirófano del hospital de Olavarría.
Se encontraba grave y los médicos informaron que aún el
diagnóstico era reservado.
La
violencia en la escuela
El 26 de noviembre último, un profesor fue golpeado por uno
de sus alumnos, al que había reprobado en un examen, en un
colegio de la ciudad de Córdoba. El caso no fue denunciado
ante la policía y las autoridades del instituto no sancionaron
tampoco al agresor.
El 15 de julio, una joven
de 17 años fue herida en su escuela de Moreno por un alumno
de quinto año que llevaba un revólver. El chico fue
detenido y puesto a disposición de un juez de menores.
El 11 de mayo, un chico
de 15 años fue a clases con un revólver: lo sacó,
se le escapó un tiro e hirió a uno de sus compañeros.
El juez lo dejó libre porque tenía un comportamiento
excelente.
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