Por
A.G.
Luego
de todas las idas y vueltas, presiones, manejos políticos y demás
acciones poco claras, la FIFA distinguió a Diego Maradona y a Pelé
como Mejor jugador de los últimos 70 años, la
forma que encontró la entidad del fútbol para birlarle el
premio que Diego había ganado en la elección original realizada
por Internet. A pesar de que en su partida, en Ezeiza, Maradona le había
dicho a los periodistas que hicieran quilombo si no le entregaban
el premio en soledad, en la Gala celebrada ayer en Roma no formuló
ninguna crítica, agradeció la distinción e incluso
se dio un abrazo con Pelé. Sin embargo, luego de recibir el premio
Internet, Maradona se retiró del lugar sin esperar
la entrega del Familia del Fútbol de la FIFA, el que
eligieron los notables y que se le otorgó al astro brasileño.
Entre las dedicatorias que formuló, Maradona incluyó al
pueblo argentino, a Cuba, a su familia y especialmente a Fidel Castro
y al Che Guevara.
Vestido con un impecable traje oscuro y una vincha negra, Diego subió
al escenario y le dio un abrazo al presidente de la FIFA, Joseph Blatter,
quien se mostró muy satisfecho para la presencia del futbolista
argentino. Luego agradeció a la gente que lo votó y mandó
un mensaje a sus detractores. Los jugadores no somos nadie sin el
público, agradezco a la FIFA el haber respetado la opinión
de la gente. A quienes han criticado porque me hayan dado a mí
el premio, quiero decir que ningún futbolista es un ejemplo; el
ejemplo para los niños son los padres. Nosotros solamente actuamos
en público noventa minutos en el terreno de juego, remarcó
Maradona, que fue el jugador más buscado de la noche y que recibió
la mayor ovación de parte de un grupo de napolitanos.
En el escenario, Diego remarcó que se sentía muy feliz
y orgulloso por la distinción, y consideró muy difícil
decidir quién era en su opinión el mejor jugador del siglo.
Yo daría muchos de estos trofeos, pues hay jugadores como
Di Stefano, Rivaldo, Cruyff y Pelé, señaló
Maradona. Ni bien recibió el trofeo Internet, el ex
capitán de la Selección Argentina abandonó durante
el intervalo musical el estudio de la RAI para no asistir a la entrega
de la versión Familia del fútbol, que se llevó
Pelé. Quiero volver a mi país, se limitó
a explicar Maradona a los organizadores al salir del estudio de televisión
en plena emisión, acompañado por su esposa Claudia y su
representante Guillermo Coppola.
Al recibir
su premio, Pelé dejó su sello. Me hubiera gustado
que Maradona estuviera todavía aquí para acompañarme
sobre este estrado, pero ya se fue, comentó el brasileño,
que subió junto con Blatter y el ex presidente de la FIFA, Joao
Havelange. Para intentar aflojar la tensión, el presentador de
la RAI recordó que en la lista de futbolistas célebres citada
por Maradona figuraba Pelé y afirmó: El hecho de que
haya venido a Roma es de por sí una victoria. Si bien en
un momento de la fiesta se encontraron y se dieron un abrazo, a lo largo
de toda la ceremonia Maradona y Pelé se ignoraron, ya que se sentaron
uno en cada punta de la primera fila. Claro que antes de la ceremonia,
Pelé ya había mostrado su huella, enfatizando el perfil
de los votantes de Diego: Es una cosa importante para Maradona que
lo hayan votado los jóvenes, pues ha hecho cosas importantes aquí
en Italia, en el Napoli. Creo que puede ser como un incentivo, algo bueno,
para que Maradona se pueda recuperar para la vida, había
comentado Pelé, en una clara intención de minimizar el hecho
de que Maradona le ganó la elección legítima.
OPINION
Por Gustavo Veiga
Separados
al vivir
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A Diego
y a Pelé los separa algo más que una votación.
Uno, el moreno del establishment, consulta a menudo a Henry Kissinger,
socio político de varias dictaduras militares y lobbista
de primera línea. Maradona suele gozar de la hospitalidad
de Fidel Castro, a quien le dedicó el premio Internet de
la FIFA. El ídolo brasileño finalizó su carrera
en el Cosmos de Nueva York, símbolo deslucido de la inversión
estadounidense en el fútbol que no prosperó en términos
de popularidad (en ese país las mujeres juegan mejor). El
ídolo argentino tiró sus primeros caños y rabonas
en Argentinos Juniors, el club que en sus inicios se denominó
Mártires de Chicago, en homenaje a los obreros ahorcados
en EE.UU. a fines del siglo pasado por luchar a favor de una jornada
laboral de ocho horas. Al fenómeno futbolístico que
brilló en el Santos de los años 60 lo han encandilado
los fondos de inversión norteamericanos que desembarcaron
en su país para apoderarse del fútbol. Al astro que
hacía filigranas con su zurda en los años 80
le prohibieron el ingreso a la nación que hoy dicta las políticas
mundiales a su antojo.
Las vidas de Pelé y Maradona apenas transitaron paralelas
por sus orígenes humildes y sus destrezas futbolísticas.
En cambio, desde hace mucho tiempo generan contrastes y semejan
proyectos diferentes. Edson Arantes do Nascimento tiene hasta una
ley nacional que lleva su nombre. El Pelusa de Villa Fiorito sólo
se vinculó con las leyes para desafiarlas. El brasileño
da conferencias en el BID y baja línea diciendo del fútbol
que es un instrumento importante para el desarrollo y la integración
regional. Mientras tanto, en La Habana o en Buenos Aires,
Diego se reivindica como patrimonio de la gente y rechaza privilegios
de abolengo.
El ex jugador del Santos llegó a ministro de su país
y acaba de recibir un premio con un fuerte mensaje de pertenencia.
Se lo otorgó en Roma la familia de la FIFA. El
nuestro tiene santuarios en una Nápoles postergada que aún
lo venera. El de ellos, es amigo del poder y capitaliza las inversiones
millonarias. Diego lleva en su cuerpo un tatuaje del Che como muestra
de rebeldía y es capaz de combinar una vincha para mantener
a raya su ensortijada cabellera con un traje de Versace. Pelé
tiene un compromiso con la política tan utilitario que siempre
queda bien parado y jamás osaría ponerse un arito
en su oreja izquierda.
Pelé afirmó una vez que los clubes son iglesias
sin fines de lucro O Rei intentaba privatizarlos y lo
consiguió y Maradona sigue despotricando contra el
negocio del que, a los pobres, sólo les quedan los gajos
gastados de una pelota. En esta puja donde el brasileño aparece
como el hombre políticamente correcto y Diego como el díscolo
incorregible, la FIFA, como no podía ser de otra manera,
le guiñó un ojo al moreno y lo acogió con más
afecto en su seno.
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