Por
Fabián Lebenglik
El
Museo Nacional de Bellas Artes inauguró la semana pasada la primera
Bienal Internacional de Arte, que se exhibe en la casi totalidad de las
salas del Museo y se extenderá hasta fines de enero de 2001. Allí
participan decenas de artistas de 18 países.
La inusitada rapidez y el escaso tiempo en que se preparó la Bienal,
en coincidencia con la Jornadas de la Crítica que se llevaron
a cabo en el mismo Museo durante la semana pasada, con la participación
de críticos, teóricos, directores de museos, curadores y
artistas internacionales, transformaron la etapa organizativa de
la muestra en una especie de obligado secreto, porque no se podía
informar lo que no sabía.
Jorge Glusberg, director del Museo, a partir de una extraordinaria capacidad
de trabajo, basa su gestión en el modelo de un museo/centro cultural,
que se caracteriza por el despliegue, la velocidad, el dinamismo, la controversia,
la simultaneidad de actividades, la voluntad, la actualidad, la acción,
la apertura hacia el gran público, todo combinado con cierta cualidad
de provisoria que, como explicaba un célebre graffitti anarquista,
da como resultado un ordenamiento diferente: El caos es otro orden.
La Bienal, como decía el poeta y crítico de arte Aldo Pellegrini,
sirve para contribuir a la confusión general.
Todas estas características, por lo menos hacia afuera de la institución,
suponen un fuerte componente sorpresivo. Por lo tanto la Bienal de Glusberg,
más allá de los muchos puntos de interés y de los
altibajos, puede definirse, centralmente, como sorpresiva: hasta último
momento todo podría haber sido de un modo, o de otro, con determinadas
obras y participantes, o con otros... La gestión hiperactiva da
resultados pero es algo así como un sobresalto perpetuo que avanza
a toda costa, en una direccionalidad difusa, donde se percibe, más
que la reflexión, un funcionamiento de estrategias activas y reactivas
y, fundamentalmente, rápidos reflejos.
En lo que se refiere específicamente a la Bienal, debe decirse
también que, además de sorpresiva, resulta sorprendente
que pueda haberse logrado tal despliegue visual y tal convocatoria, en
medio de la endémica falta de recursos. Desde la conciencia de
sus límites y de su relativa modestia, este conjunto de muestras
y conferencias no se propone como una bienal tradicional sino como un
intercambio y una actualización tanto en las prácticas como
en la teoría y las discusiones alrededor de las artes visuales.
El conjunto de exposiciones que integran la Bienal sigue varios esquemas
de organización superpuestos, lo que resulta en un montaje confuso.
Hay salas con envíos nacionales, seleccionados por los funcionarios
culturales de las embajadas que se prestaron a participar de la Bienal:
Alemania, Austria, Brasil, Canadá, Colombia, Chile, Dinamarca,
España, Francia, Israel, Italia, México, Paraguay, Perú,
Suecia, Suiza y Uruguay. Pero también hay, alternadas con aquéllas,
muestras temáticas y de género que reúnen artistas
de distintas nacionalidades. Por supuesto, hay pinturas, dibujos, grabados,
objetos, esculturas, videoinstalaciones, arte digital e instalaciones.
Sobre estos esquemas superpuestos y dispersos en diferentes alas o plantas
del museo hay áreas regionales que podrían pensarse como
superestructurales, que se reflejan sobre todo en las categorías
de los premios que se otorgarán y en la sección de videoarte
(a cargo del especialista en video Rodrigo Alonso). En ambos casos se
hace una triple categorización geopolítica que divide el
mundo en tres zonas: internacional, latinoamericana y argentina. Los premios
para cada zona serán de pintura y/o técnicas mixtas; fotografía,
arte digital y videoarte.
Los envíos nacionales más coherentes son los de España
(seleccionados por el ICI de Buenos Aires), con instalaciones de Ana Laura
Aláez y Marina Núñez; la selección de Israel,
con obras de Adam Rabinowitz, Ohad Meromi, Gil Shani, Noa Zait y Sharon
Bareket que reproduce una buena muestra realizada por el mismo quinteto
hace seis meses en Tel Aviv; el envío de Brasil muestra obras
de Tarsila do Amaral, Waltercio Caldas, Tunga, Paulo Pereira, Marcelo
Silveira, Lygia Clark, Helio Oiticica, Rubem Valentim y Ernesto Neto,
entre otros. También se destaca el grupo de artistas daneses integrado
por Niels Bonde, Marco Evaristti, Erik Frandsen, Michael Kvium y Christian
Lemmerz. Especialmente impacta la videoinstalación The Wake realizada
por los dos últimos, en donde sobre un par de enormes pantallas
enfrentadas se proyectan secuencias con un tratamiento opuesto en imagen,
origen, sentido y montaje, y funcionan como una fantasmagórica
evocación visual del Finnegans Wake de James Joyce.
En el caso de los envíos español, israelí y danés,
se busca presentar artistas que están entre los más interesantes
del panorama actual de origen. El envío brasileño, en cambio,
intenta condensar una muy breve antología del arte brasileño
desde la modernidad hasta el presente, que resulta al mismo tiempo caprichosa
y efectiva.
En la sección argentina se exhibe de manera confusa a una gran
cantidad de artistas reunidos por gusto (y en el algún caso el
disgusto) del curador Glusberg, como Nora Correas, Marcela
Gasperi, Pablo Siquier, Alfredo Portillos, Juan Carlos Distéfano,
Daniel García, Jacques Bedel, Nicolás García Uriburu,
Hernán Domé, Mario Pérez, Nora Iniesta, Pablo Suárez,
Bastón Díaz, Marta Minujín, María Helguera,
Silvia Rivas, Clorindo Testa, Luis Felipe Noé, Marta Cali, Cristina
Schiavi, Marta Cali, Edgardo Madanes, Nora Aslán, Marcela Mouján
y Gustavo López Armentía, entre otros. En uno de los patios
del segundo piso, también hay esculturas de Pájaro Gómez,
Aranovich y Nardi.
En videoarte, la triple división geopolítica intenta presentar
un panorama de la producción más representativa de los últimos
años. La selección internacional incluye a Nam June Paik
(Corea), Cheryl Donegan (Estados Unidos), Steina Vasulka (Islandia), Davide
Grassi (Eslovenia), Francisco Ruiz de Infante (España), Mariko
Mori (Japón/Estados Unidos), Salla Tykka (Finlandia), Peter Fischli
y David Weiss (Suiza), Pierrick Sorin (Francia) y Alain Schacher (Australia).
La selección latinoamericana exhibe obras de José Alejandro
Restrepo (Colombia), Rafael Besaccia, Alvaro Zavala, Kike Riesco, Erivan
Phompiu y Felipe Morey (Perú), Guillermo Cifuentes (Chile), Fernando
Alvarez Cozzi y Carlos Pellegrino (Uruguay), Leticia Venzor y Rubén
Gutiérrez (México), Lucas Bambozzi y Eder Santos (Brasil),
Andrés Burbano y Freddy Arias (Colombia). Los artistas argentinos
presentes son Carlos Trilnick, Silvina Cafici, Gabriela Golder, Arturo
Marinho, Marta Ares, Gustavo Galuppo, Ricardo Pons, Margarita Bali, Marcello
Mercado, Iván Marino, Ar Detroy, Gastón Duprat y Mariano
Cohn.
En la sección de fotografía se incluyen obras de Alicia
DAmico, Juan Travnik, Annemarie Heinrich, Alejandro Kuropatwa (con
una excelente instalación), Marcos López, Horacio Coppola,
Oscar Pintor, Eduardo Grossman, Res, Raquel Bigio, Adriana Lestido, Humberto
Rivas y Juan Hitters, entre otros argentinos. Mientras que se incluyen
los fotógrafos extranjeros Cravo Neto y Sebastiao Salgado (Brasil),
Rafael Navarro y Joan Fontcuberta (España), Jean Philippe Charbonier
(Francia), Ralph Gilson (EE.UU.), Luis González Palma (Guatemala),
Franco Fontana y Paola Agresti (Italia), Diana Blok (Holanda), Manuel
Alvarez Bravo (México) y otros.
Una muy buena muestra fotográfica es la de Yousuf Karsh (envío
canadiense), donde se retratan figuras internacionales de la política
y la cultura. (En el Museo Bellas Artes, Libertador 1473, hasta fin de
enero de 2001.)
Inauguran
en la semana
Premios Banco de la Nación Argentina, el 13, en la Sala Cronopios
del Centro Recoleta, Junín 1930.
La revista Ramona organiza
dos fiestas para recaudar fondos. El 13, en Espacio Giesso Reich
Cochabamba 370, de 20 a 24, y a partir de esa hora en
Galería Roberto Martín Defensa 1344. Más
datos en ramo [email protected]
Miguel Sumaría,
pinturas, el jueves, en la Asociación Argentina de Albergues
de la Juventud, Talcahuano 214, 2º6.
Vísperas/2, colectiva,
el sábado 16 en Boquitas Pintadas, EE.UU. 1393.
Premios
nacionales
Fueron
discernidos los premios del Salón Nacional 2000. Pintura:
gran premio, Miguel Angel Vidal; primero, Hugo Oldach; segundo,
Felipe Pino; tercero, Fernando Lancelotti. Escultura: gran premio,
Hernán Dompé; primero, Gerardo Wohsemuth; segundo,
Guillermo Tazelaar; tercero, Betina Sor. Grabado: gran premio, Eduardo
Iglesias Brickles; primero, Leonardo Gotleyb; segundo, Patricio
Bosch; tercero, Silvia Paulón. Dibujo: gran premio, Sergio
Camporeale; primero, Omar Panosetti; segundo, Miriam Peralta; tercero,
Guillermo Irmscher. Arte electrónico: primer premio, Hernán
Khourian; segundo, Diana Roisman; tercero, Gustavo Romano. Cerámica:
gran premio, Rubén Fasani; primero, Graciela Olio; segundo,
Silvia Jordán; tercero, Jaly Vázquez. Textil: gran
premio, Berta Teglio; primero, Pupy Rynberg; segundo, Ana Mazoni;
tercero, Isabel Ditone. Fotografía: gran premio, Pablo Cabado;
primero, Alessandra Sanguinetti; segundo, Augusto Zanela; tercero,
Martín Weber. Se inaugura el 14 en el Palais de Glace, Posadas
1725 .
Horizontes
argentinos
El 14,
en el Fondo de las Artes Alsina 673 se inaugura Bajo
la línea del horizonte, organizada por participantes
al seminario de museología, curaduría y gestión
(dictado por la Fundación Guggenheim en Proa, con auspicio
del FNA). El equipo seleccionó obras de Aizenberg, Berni,
Bony, Danziger, Dowek, Lucio Fontana, Jorge Macchi, Macció,
Pombo, Porter, Seguí, Grete Stern, Pablo Suárez y
Amancio Willams.
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