José Luis Machinea dijo
ayer que el lunes próximo será dado a conocer oficialmente
el paquete de salvataje financiero para los acreedores de Argentina. El
adelanto del ministro de Economía de que el anuncio que todos esperan
no se demorará más coincidió con el pronunciamiento
oficial del Fondo Monetario de que el rescate, efectivamente, se difundirá
a principios de la próxima semana. Tanto preanuncio
del Gobierno y el FMI apunta a enviar señales tranquilizadoras
a los mercados, que empiezan a impacientarse y le reclaman a Economía
que muestre cuanto antes que tiene el dinero del paquete financiero. Por
eso, ayer hubo otros dos anuncios más con esa misma finalidad:
por un lado, que el gobierno español aportará 1000 millones
de dólares al combo de préstamos; por el otro, que el gobierno
inglés está complacido porque Argentina está
en el camino de alcanzar el acuerdo con el FMI. También elogió
la habilidad y determinación del presidente Fernando
de la Rúa por las medidas económicas que tomó. A
su vez, Carlos Chacho Alvarez rompió el silencio y
salió en apoyo del blindaje. Nos da un poco de tiempo,
dijo. Y añadió: Es como un enfermo que está
en terapia intensiva, pasa a terapia intermedia y, ahora, a ese enfermo
hay que ponerlo a caminar.
Según expresó ayer Machinea, el paquete de préstamos
permitirá asegurar el financiamiento, a la vez de reducir
o eliminar la incertidumbre. Que el Gobierno haya logrado instalar
la palabra blindaje financiero parece ser uno de los pocos
éxitos de la comunicación oficial en un año de gestión.
En especial, porque hoy todos los analistas coinciden en que a esta altura
el paquete financiero no es otra cosa que un salvataje.
El motivo es el siguiente. El Gobierno tiene que refinanciar el año
próximo unos 20 mil millones de dólares de la deuda externa
en concepto de vencimientos de capital e intereses. Pero el país
se encuentra en una virtual cesación de pagos, porque los inversores
extranjeros se resisten a prestarle por temor a que Argentina no le devuelva
el dinero y, por lo tanto, no puede refinanciar los vencimientos de la
deuda en los llamados mercados voluntarios de crédito.
Así, no queda otra alternativa que asegurarse que haya un club
de salvamento (el FMI, otros organismos multilaterales, gobiernos
y bancos) que pondrá el dinero para cubrir los vencimientos, con
lo cual los nuevos préstamos que tomará el gobierno a
una tasa del orden del 9 por ciento anual se convierten en realidad
en el salvataje de sus acreedores privados. Estos no quieren
otra cosa que Machinea les muestre que tendrá los dólares
para cumplir con sus obligaciones contraídas con anterioridad.
Cuando se haga el anuncio oficial, el auxilio financiero podría
llegar a los 30 mil millones de dólares. Porque Machinea apuesta
que cuanto más dinero se les pueda mostrar a los inversores, más
se tranquilizarán, bajará la tasa de interés que
le cobran a Argentina y se reabrirían los mercados de préstamos
privados para el país. En la visión oficial, a partir de
allí estarían sentadas las bases para que el año
que viene haya un crecimiento de 5 por ciento, como el que
pronosticó ayer Machinea, que dicho sea de paso duplica la proyección
incluida en el Presupuesto 2001.
Hasta que se concrete el anuncio oficial la semana próxima, el
Gobierno va acumulando señales a los mercados. Una fue el adelanto
realizado ayer por el ministro de Economía español, Rodrigo
Rato, de que su país será el único que aportará
recursos frescos al paquete de ayuda. Serán 1000 millones de dólares
que, según afirmó Rato, se destrabarán automáticamente
una vez que el FMI apruebe el conjunto de la operación. El compromiso
revela el peso de los intereses españoles en Argentina, en especial
si se tiene en cuenta que ni siquiera el Tesoro norteamericano pondrá
dinero en el salvataje.
Otra señal vino directamente desde Washington. El director de Relaciones
Externas del Fondo Monetario, Thomas Dawson, dijo que, si todo va
bien, se haría un anuncio a comienzos de la próxima semana
y explicó que los técnicos del organismo ya habían
concluido satisfactoriamente las negociaciones en Buenos Aires. Por lo
pronto, la misión del FMI ya se volvió a Washington. Dawson
también desmintió al influyente Financial Times, que había
inquietado a la comunidad de negocios internacional al hacer correr la
versión de que la asistencia se había postergado.
ECONOMIA
SIGUIO PAGANDO TASAS ALTAS POR NUEVAS LETES
Los financistas no dan tregua
A pesar del anuncio del Fondo
Monetario de que el rescate financiero a los acreedores de Argentina estará
listo antes de la llegada de Papá Noel, Economía tuvo que
hacer frente ayer a una tasa de interés más alta para endeudarse
en el corto plazo. Pagó una tasa del 12,18 por ciento anual en
la colocación de 250 millones de dólares en Letras del Tesoro
(Letes) a 91 días de plazo, contra el 11,51 por ciento de hace
tres semanas. En tanto, en la colocación de 350 millones a 182
días, el costo resultó del 13 por ciento, inferior al 14,5
por ciento de la operación anterior. Miguel Bein, secretario de
Programación Económica, justificó la suba de la tasa
de corto por la presión alcista en el call (la tasa
a la cual los bancos se prestan entre sí). El call
volvió a trepar, al 17,2 por ciento anual para las operaciones
en pesos. Por otra parte, hubo un fuerte aumento del déficit fiscal.
Si bien las previsiones de los financistas estuvieron en sintonía
con lo que finalmente terminó pagando Economía, resulta
llamativo que, a pocas horas de anunciarse el salvataje financiero millonario,
el Estado termine pagando un costo superior al del mes pasado. En aquel
momento, la operación liderada por el FMI recién había
empezado a negociarse. Según Bein, el efecto positivo del blindaje
se evidenció en la colocación a seis meses de plazo. Para
el funcionario, la baja de un punto y medio en el costo del dinero demuestra
las expectativas de menores tasas que tiene el mercado para el año
próximo.
El déficit fiscal de noviembre trepó a 1510,6 millones (463,1
millones por encima al registrado hace un año). Semejante alza
tiene su explicación en los menores ingresos por el estancamiento
de la economía y los mayores egresos dadas las tasas de interés
más elevadas. Precisamente, el mes pasado, Economía pagó
259 millones más que un año atrás en concepto de
intereses de la deuda. En los primeros 11 meses del año, el rojo
de las cuentas públicas acumula 5645,5 millones. De esta manera,
el desequilibrio de este mes debería orillar los 750 millones para
cumplir con la pauta oficial de un déficit de 6400 millones para
todo el año 2000.
En la óptica de Economía, las tasas de interés deberían
empezar a descender no bien se anuncie el blindaje, que superaría
los 25.000 millones de dólares. Precisamente, ésa es la
llave a la que apuesta José Luis Machinea para abrir la puerta
de la reactivación económica. Por ahora, con el Estado convalidando
tasas del 13 por ciento anual, es imposible pensar en una mejora de la
actividad de la economía.
La refinanciación de la deuda tuvo escasa repercusión en
la Bolsa. Las acciones líderes subieron 0,9 por ciento en promedio
(con un volumen de negocios de apenas 13,9 millones de pesos), mientras
que los títulos públicos cedieron entre 0,4 y 0,5 por ciento
debido a las modificaciones que los legisladores formalizaron en el Presupuesto
2001. En todo caso, lo que volvió a sacudir a los operadores de
la city fue el nuevo salto en la tasa interbancaria, que trepó
al 17,2 por ciento anual. En Economía explicaron que ese incremento
se debe a cuestiones estacionales, ya que en el último mes del
año el mercado monetario se recalienta, por los pagos de aguinaldos
y vacaciones y los vencimientos impositivos. Existe, además, otro
motivo: el Banco Central, que había flexibilizado las normas de
requisitos de liquidez en noviembre, volvió a endurecerlas este
mes.
La tasa interbancaria es un referente para el resto del mercado monetario.
Por eso, en lo que va del mes se elevaron tanto las tasas pasivas como
la de los préstamos. A las empresas de primera línea les
están cobrando un 19,5 por ciento anual, cinco puntos más
caro que el mes pasado.
LAS
IMPORTACIONES SE MANTIENEN PLANCHADAS
La recesión da superávit comercial
Las estadísticas del
comercio exterior siguen mostrando, por un lado, el impacto de la recesión
en el mercado interno y, por el otro, el repunte de las exportaciones
gracias al aumento de los precios internacionales de las commodities (productos
básicos) que vende el país. En octubre, la balanza comercial
registró un déficit de 177 millones de pesos, como resultado
de exportaciones por 2044 millones de dólares (7 por ciento más
que igual mes del año anterior) e importaciones por 2221 millones
de pesos, prácticamente el mismo registro que hace un año.
Sin embargo, el dato importante surge de comparar los primeros diez meses
del año. En ese período se obtuvo un superávit comercial
de 856 millones de dólares, que contrasta con el déficit
de 1601 millones de igual período del año pasado.
Lo que a primera vista pareciera ser una buena noticia en realidad sólo
lo es parcialmente. En primer lugar, semejante diferencia se explica principalmente
por el repunte de las exportaciones, que crecieron un 13 por ciento, impulsadas
por la suba en el precios de los productos que vende el país, los
que el año pasado habían alcanzado pisos históricos.
En segundo lugar, las importaciones en los primeros diez meses del año
se mantuvieron planchadas, en relación al año anterior,
lo que refleja que las compras al exterior se mantienen estancadas en
un nivel similar al del peor momento de la recesión. Y, más
que ningún otro indicador, demuestra la magnitud de la caída
de la inversión y el consumo en el mercado interno.
Como dato positivo, el secretario de Programación, Miguel Bein,
resaltó que el crecimiento de las Manufacturas de Origen
Industrial (MOI) explican el 80 por ciento del aumento de las exportaciones
argentinas y explicó que en octubre muestran un alza
interanual de 24,3 por ciento. Sin embargo, cuando se rastrea qué
hay dentro de las MOI se observa el perfil netamente primario de las exportaciones
argentinas: los rubros más dinámicos fueron aluminio
en bruto, químicos orgánicos, tubos
y perfiles huecos sin soldadura, y pasta química de
madera.
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