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El largo y tortuoso camino de un trámite judicial en la Rosada

El juez quería verificar la existencia de un supuesto decreto secreto sobre la AMIA invocado por Ruckauf. Crónica de los obstáculos.

El secretario del juez y los letrados llegaron a la Rosada.
Pero no les respondían, invocando una ignota “orden superior”.

¿Existe algún decreto por el cual se mantiene en secreto información sobre el atentado contra la AMIA? Con esta pregunta tan nítida llegó ayer un secretario judicial a la Casa Rosada esperando que la Secretaría Legal y Técnica de la Presidencia le diera una respuesta igualmente nítida. El trámite fue largo y tortuoso hasta que, al final, los funcionarios del Gobierno aceptaron mostrarle al juez el libro de registro de los decretos secretos. Figuraba allí únicamente uno referido a la AMIA, por el cual se asignaron fondos para la lucha antiterrorista. Toda la diligencia está relacionada con una asombrosa declaración que en su momento realizó Carlos Ruckauf. El entonces vicepresidente dijo: “Yo sé cómo se hizo el atentado y quién estuvo detrás. Se lo revelé a los dirigentes de la comunidad judía, pero no lo puedo hacer público porque es un secreto de Estado”.
A raíz de esta declaración, los familiares de las víctimas agrupados en Memoria Activa denunciaron a Ruckauf por encubrimiento. “No puede haber ninguna razón de Estado para ocultar información de la AMIA”, razonaron en aquel momento los integrantes de Memoria Activa. La causa por encubrimiento quedó a cargo del juez federal Gabriel Cavallo.
Inicialmente fueron llamados a declarar los dirigentes de la comunidad judía, empezando por el ex presidente de la DAIA, Rubén Beraja. Lo cierto es que la gran mayoría sostuvo que nunca dialogó con Ruckauf sobre el tema y los pocos que sí lo hicieron negaron categóricamente que el ex vicepresidente les hubiera hecho revelación alguna.
Otro de los puntos de la investigación consistió en averiguar si existe un decreto por el cual se le da status de secreto de Estado a alguna información sobre el atentado. Esto es lo que provocó ayer la presencia en la Casa Rosada del secretario del juzgado, Eduardo Nogales, quien concurrió acompañado por un hombre de la fiscalía, la integrante de Memoria Activa Laura Ginsberg, y el letrado de la agrupación de familiares, Pablo Jacoby.
En el hall de la Casa Rosada se produjo el primer encontronazo: la secretaria legal y técnica, Marcela Gutiérrez, impidió el ingreso del secretario judicial.
–Hay una orden superior– explicó la funcionaria.
–¿De quién?
–No estoy autorizada a identificar a mi superior –se limitó a contestar la mujer.
Ante la insistencia del secretario, hubo una propuesta de que entrara únicamente el funcionario judicial y no los representantes de Memoria Activa. Ante el rechazo a ese veto, la funcionaria del Gobierno hizo una segunda oferta: “Ustedes dejen la orden judicial y nosotros ya la vamos a contestar”.
Ginsberg, indignada, acotó: “El Poder Ejecutivo dice que pone todo a disposición para que se investigue, que hace los mayores esfuerzos, que tiene vocación de esclarecer el caso, pero cuando pedimos algo tan sencillo como que contesten si hay decretos secretos sobre la AMIA, no hacen otra cosa que poner trabas”.
Finalmente, tras dos horas de negociaciones, el subsecretario de Asuntos Legales, Isidoro Di Battista, aceptó dirigirse inmediatamente a los tribunales de Comodoro Py con el libro de actas de los decretos secretos, que le fue exhibido al juez. En él constan la identificación y los títulos de los decretos secretos, por lo cual se comprobó que existe sólo uno referido a la AMIA. No tiene que ver con información, sino con dinero: es la asignación de una partida de fondos para la lucha antiterrorista.
A esta altura del partido, está claro que Ruckauf no puede alegar que sobre el caso AMIA pese un secreto de Estado. Además, está probado en el expediente que no es cierto que les haya hecho a los dirigentes de la comunidad judía las revelaciones que dice tener sobre el atentado. En suma, aquella afirmación de que él sabía mucho sobre el atentado se parecebastante a una bravata. En rigor, algo debería saber o tener esclarecido porque, al fin de cuentas, Ruckauf era ministro del Interior en el momento del atentado.

 


 

LIPORACI HIZO SU DESCARGO ANTE LA MAGISTRATURA
Clamando inocencia por escrito

El juez federal Carlos Liporaci no se presentó a declarar ante la Comisión de Acusación del Consejo de la Magistratura, que lo había citado para que diera explicaciones sobre su supuesto enriquecimiento ilícito. En vez de someterse en vivo y en directo a las preguntas de los consejeros que lo cuestionan y que lo pusieron cerca de su posible destitución, el magistrado que investiga los supuestos sobornos en el Senado, optó por presentar un escrito, donde refuta, claro, todas las acusaciones en su contra. A través de su abogado dijo que los miembros de la Magistratura quieren “pasarle el cepillo”. El caso será discutido el martes 19.
Liporaci fue citado para que justificara, entre otras cosas, cómo hizo para comprar con sus ingresos como juez, una casa que los peritos de la Corte Suprema valuaron entre 950 mil y 1.120.000 pesos, aunque él declaró haber pagado 610 mil. El crecimiento de su fortuna, coincidieron la mayoría de los consejeros, “no tiene explicación”. Y señalaron presuntas “inexactitudes, omisiones y contradicciones” en relación al patrimonio declarado por él, los ingresos familiares y su nivel de gastos.
En el escrito que presentó ayer, Liporaci cuestionó los señalamientos del Consejo y los calificó como “método de análisis absolutamente equívoco y anticientífico”. “La resolución –dice el texto– trata aisladamente las operaciones y eso, en términos económicos, es la base principal de gruesos errores de concepto, así como de conclusiones ajenas al contexto global de la economía familiar.” Planteó, además, que la investigación de la Magistratura constituye una “flagrante violación de garantías constitucionales” y criticó a los medios por dar a conocer el caso.
Uno de los argumentos del descargo es que la pesquisa por supuesto aumento patrimonial no está dentro de la jurisdicción del Consejo sino que es materia penal. Por eso, señaló el defensor del juez, “es cuestión está radicada en el juzgado del magistrado Gabriel Cavallo”. Por otro lado, Liporaci sostiene que no hay nada que justifique la aplicación de la figura del “mal desempeño” como causal de remoción en su caso.
El dictamen que elaboraron los consejeros Fermín Garrote y Pablo Fernández, decía que los números Su Señoría “no cierran”: con un ingreso del grupo familiar cercano a los 11.000 pesos, tenía que devolver 230 mil en un año a un prestamista particular. Al respecto, el juez dijo que el plazo para saldar la deuda “es prorrogable tantas veces como las partes lo decidan en tanto el deudor cumpla con el pago del servicio de intereses”.
Acerca de la pensión graciable de 500 pesos que percibe su hija María Florencia dijo que no es “motivo alguno para introducir sospechas” y que respondió a la voluntad de los legisladores concedérsela para el pago de sus estudios en la Universidad Católica Argentina. En cuanto al costoso alquiler de una casa en el country Golfer’s, revelado por este diario, aseguró que era pagado por su amigo Emilio Ogando.

 

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