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EL FISCAL PIDIO SIETE AÑOS DE CARCEL PARA CASTELLS
El precio de pedir alimentos

Los abogados de Wal Mart pidieron seis años de cárcel, en tanto la defensa pidió la absolución. Castells advirtió que reclamará una indemnización de 5 millones de kilos de comida para distribuir.

Raúl Castells, dirigente del Movimiento de Jubilados y Pensionados, al hacer ayer su alegato de defensa.

Por Laura Vales

Cuando Raúl Castells –citando a un obispo salvadoreño– describió a la ley como a la víbora que sólo pica a los descalzos, algunas de las mujeres del público comenzaron a llorar. Otros se pararon y permanecieron así, estirando el cuello y en puntas de pie para ver mejor lo que pasaba sobre el estrado. Ayer la sala de audiencias donde se realiza el juicio oral y público contra el dirigente del Movimiento de Jubilados y Pensionados quedó chica. Fue el día de los alegatos y la fiscalía pidió para el dirigente una condena de siete años de prisión. Consideró así que cometió el delito de extorsión al encabezar en la navidad del ’98 un pedido de comida al hipermercado Wal Mart. Los abogados de la empresa reclamaron un castigo apenas menor, de seis años. La defensoría oficial demandó que el acusado sea absuelto. Castells insistió en calificar a todo el proceso de político y reclamó al híper que como indemnización done 5 millones de kilos de alimentos.
Los hechos que se juzgan y por los que Castells está preso desde hace casi dos años son dos: el primero ocurrió el 7 de marzo de 1997, en la sucursal Banfield de los supermercados Disco, empresa a la cual un centenar de abuelos liderados por Castells pidieron alimentos. El supermercado no accedió, pero el dirigente terminó acusado de tentativa de extorsión.
El segundo episodio fue en Wal Mart, en Avellaneda: el 23 de diciembre de 1998, 300 personas le pidieron comida para la navidad. Tampoco esta vez hubo amenazas ni violencia, aunque sí la advertencia de que nadie se retiraría del lugar si no les daban los alimentos pedidos. En medio del conflicto, el fiscal Oscar Acevedo fue convocado para encontrar una solución; sugirió a Wal Mart que entregara lo pedido y después acusó a Castells de haber extorsionado a la firma.
Ayer, al reclamar una condena de siete años de cárcel, el fiscal del tribunal oral Homero Alonso consideró que existió extorsión porque Castells “intimidó mediante el uso de un megáfono y el apoyo de 300 personas” a los gerentes de Wal Mart, que se vieron así “obligados a entregar cinco mil kilos de mercadería valuados en 2.600 pesos”.
Alonso reconoció que la gente “no fue agresiva”, pero evaluó que su número resultó atemorizante. Y calificó a la exigencia de los jubilados como “injusta”. “No por su situación económica –sostuvo–, sino porque la empresa no les debía nada.”
Los abogados de Wal Mart desplegaron además otros dos argumentos. El primero fue que “el estado de miseria (de los manifestantes) no es por sí mismo un justificativo”. El segundo, que “Wal Mart no es responsable de la marcha de la economía en la Argentina”.
La defensa sostuvo que no se cometió delito alguno. Básicamente, según desarrolló en su alegato María Fernanda Mestrin, porque se trató de un pedido pacífico, en el que no hubo intimidación ni amenaza. Pero que además estuvo plenamente justificado por un acuerdo previo que Castells había hecho con Wal Mart un mes antes del conflicto. En ese acuerdo, sostuvo la defensa, el hipermercado se comprometió a entregar tres mil kilos de comida antes de la navidad. La firma no lo cumplió y por eso los jubilados fueron a reclamar.
Mestrin consideró además que todo se trató de un “delito experimental”, es decir que el hipermercado, tal vez con la complicidad de un sector de la justicia, tendió a Castells una trampa para llevarlo a prisión. La defensora recordó que hubo un fiscal a cargo de resolver el conflicto, y que fue ese funcionario quien recomendó a Wal Mart entregar los alimentos. En las audiencias orales los gerentes de la firma revelaron que el fiscal les había sugerido hacerlo “para así tener pruebas para la detención”.
Castells sostuvo esta sospecha desde el primer momento. Y ayer, al hablar por última vez antes de que los jueces den su veredicto, recordó que el fiscal en ningún momento les hizo saber que al reclamar comida podía estar cometiendo un delito. Agregó que durante años su Movimientotuvo un diálogo fluido con el hipermercado y había recibido de él donaciones periódicas, e insistió en que el incumplimiento de una última promesa fue sólo el paso inicial de una cama montada para frenar los pedidos de comida a los supermercados. Convencido de que el proceso en su contra es puramente político, el dirigente sostuvo que los jueces ya tienen su condena firmada. El tribunal oral Número 3 dará a conocer su decisión en un día atípico: convocó a las partes el domingo, a las diez y media de la mañana.

 

Denuncia por discriminación

El Instituto Nacional contra la Discriminación y el Racismo (Inadi) deberá analizar varios de los testimonios brindados en el juicio oral y público contra Raúl Castells. Algunos de los ex gerentes de Wal Mart utilizaron términos considerados agraviantes para describir a los abuelos y los desocupados que pidieron comida. María Julieta Pía, por ejemplo, dijo que se dio cuenta que las pensionadas no eran clientas porque tenían “las piernas sucias”. Otros ex directivo consideró a los manifestantes como “sucios” y “rotosos” y un tercero agregó, en un intento de desacreditarlos, que le habían pedido bebidas alcohólicas. La defensora oficial María Mestrin solicitó al tribunal que se envíe al Inadi una copia de estos testimonios, para que determine la posible existencia de un acto de discriminación. Estas expresiones surgieron luego de que los testigos revelaran que sabían con anticipación que los jubilados harían un reclamo en el hipermercado.

 

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