Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira
KIOSCO12


RICARDO LOPEZ MURPHY ARENGO EN EL COLEGIO MILITAR
“Deberán tolerar calumnias”

El ministro de Defensa les advirtió a los nuevos oficiales del Ejército que tienen que prepararse para “soportar campañas adversas”. Los organismos de Derechos Humanos repudiaron las declaraciones.

El ministro de Defensa, Ricardo López Murphy, acompañó al titular del Ejército, Ricardo Brinzoni.

”Deberán soportar también campañas adversas, calumnias y descalificaciones. Las soportarán estoicamente, sabiendo la nobleza de nuestros propósitos y la comunión de nuestro accionar. Soportadlo aunque conozcais la mendacidad, para eso está vuestro espíritu de soldados. La réplica debe ser responsabilidad de las autoridades.” El ministro de Defensa, Ricardo López Murphy, dirigió estas palabras a los egresados de la promoción 131 del Ejército, en un acto en el Colegio Militar. El discurso del funcionario indignó a políticos y miembros de organismos de derechos humanos, que vieron en estas declaraciones un intento de involucrar corporativamente a las nuevas generaciones de militares en la defensa de los crímenes cometidos durante la última dictadura.
“Lo que debería hacer el ministro es tratar de separar a las nuevas promociones del viejo Ejército que tiene el uniforme manchado con sangre. Pero para eso las nuevas promociones deben conocer la verdad histórica. Lo que hay que decirles a las nuevas generaciones es nunca más a los golpes de Estado, no colocarlas en la defensa de la guerra sucia”, expresó la ex Subsecretaria de derechos humanos, Alicia Pierini. Mabel Gutiérrez, de Familiares de Desaparecidos por Razones Políticas, aseguró que “es una barbaridad que López Murphy cuestione la validez de la Conadep. Es la primera vez que un ministro critica el informe, que es oficial y fue producido por una comisión nombrada por el Estado”.
López Murphy realizó la arenga a los flamantes oficiales en medio de la polémica que se originó cuando la subsecretaria de Derechos Humanos, Diana Conti, cuestionó a seis tenientes coroneles y un coronel que aparecían en la lista de 67 oficiales que las Fuerzas Armadas habían mandado al Senado para ser promovidos. “Este ministerio se hace cargo de los pliegos de ascenso elevados al Senado por los brillantes oficiales propuestos y se lamenta la calumnia y la liviandad con que se procede dañando el honor y la reputación de los mismos”, dijo el ministro aprovechando la confusión que hubo sobre algunos militares, que resultaron no ser los represores a los que la Subsecretaría hizo alusión en el informe girado al Senado.
Sobre este punto, Pierini recordó que en 1997 –cuando impugnó el ascenso de un grupo de marinos de la ESMA– manifestó que no era la Subsecretaría la que tenía que probar quienes habían participado en la represión ya que el Ejército poseía la foja de servicios de todos los militares y sabía cómo habían actuado sus miembros durante la dictadura.
Para la diputada frepasista Marcela Bordenave, “el ministro habla de calumnias pero exigir Justicia no es calumniar”. “En la lista de ascensos hay al menos dos militares involucrados en el genocidio y si se quiere profundizar la democracia no tiene que haber ni media persona comprometida en esos hechos”, puntualizó Bordenave.
“El hecho que haya impunidad hace que todos los miembros de las Fuerzas Armadas estén involucrados en las violaciones a los derechos humanos, aún los que no”, remarcó Gutiérrez. Siguiendo el mismo razonamiento, Graciela Rosemblum, de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre recordó que “nosotros seguimos exigiendo la anulación de las leyes de impunidad y los indultos: es la única garantía de que se castigue a los responsable”. Desde Madres de Plaza de Mayo, línea fundadora Tati Almeida criticó al ministro porque “parece un militar con amnesia”. Y remarcó que “sería importantísimo que le contara la Verdad a los jóvenes soldados para que no incuben el huevo de la serpiente”.

 

OPINION
Por Nora Veiras

La liviandad

El Estado no puede darse el lujo de no ser riguroso. Debe ser obsesivo hasta la exasperación en el momento de hurgar en la historia de los militares que aspiran a ser ascendidos. La contundencia de la información es lo único que queda para evitar la consagración de la impunidad de quienes pudieron estar involucrados en violaciones a los derechos humanos. Los archivos de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep) son la piedra basal de esa memoria. Pero a lo largo de 25 años se construyeron registros más precisos del derrotero de los responsables del horror. Basta con apelar a los archivos editados en CD-Rom del nuevamente capitán del Ejército José Luis D’Andrea Mohr para confrontar datos y evitar traspiés que puedan ser utilizados para ocultar otras “liviandades”.
Los familiares y las víctimas del terrorismo de Estado tuvieron que armar los rostros, los nombres y los lugares donde fueron sometidos por los artífices de la represión ilegal. Reconstruyeron el infierno para poder pedir aquello que se les negó: justicia. La minuciosidad de esa prueba permitió ir derribando reparos y mezquindades de muchos que se habían adueñado de aquel slogan abrazado al Obelisco: “El silencio es salud”. Fueron esos primeros testimonios recolectados por la Conadep los que permitieron el juzgamiento de las tres primeras juntas militares y el procesamiento de más de 1500 uniformados.
Ahora, el ministro de Defensa, Ricardo López Murphy, se paró frente a los egresados del Colegio Militar para denostar por “calumniosas” las objeciones que pesan sobre algunos de los oficiales del Ejército propuestos para ser ascendidos. La Subsecretaría de Derechos Humanos explica que usó aquellos testimonios para confrontarlos con los nombres de los oficiales propuestos por la fuerza y que sólo elevó al Senado un informe con “posibles coincidencias” para que ese cuerpo investigara.
“Los militares también cumplen años” ironizó un viejo oficial ante la evidencia de la confusión entre padres e hijos entre algunos de los objetados. El Estado no puede darse el lujo de no ser riguroso.
Es cierto también que las Fuerzas Armadas tienen sí pormenorizados legajos con los años y destinos de cada uno de sus hombres. Antecedentes que en más de una oportunidad no las inhibieron de elevar al Senado los nombres de oficiales que sin duda habían participado en violaciones a los derechos humanos. Más aún, en el caso del general Rodolfo Cabanillas, la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) comprobó que en su momento la foja que llegó al Senado había “omitido” su paso como subjefe del campo de concentración de Automotores Orletti.
Amparadas en la mutilación de justicia del Punto Final, la Obediencia Debida y los indultos, las Fuerzas Armadas eludieron su autodepuración. Después de veinticinco años, por una razón meramente temporal, son pocos los verdugos que siguen en actividad. Pero, la cúpula del Ejército elige la defensa corporativa de sus hombres. La paradoja de la impunidad hace que todos se conviertan en sospechosos.
López Murphy, quien el año pasado avaló el ascenso de seis militares cuyos antecedentes no permitían confusión alguna, salió ahora presuroso a advertirles a los nuevos oficiales que “deberán soportar campañas adversas, calumnias y descalificaciones”. Parece que para el ministro el horror de los secuestros, torturas y desapariciones que igualaron a las Fuerzas Armadas con la delincuencia no fueron más que producto de “una campaña” de desprestigio. No quedó claro cuál es el destino que prevé para los graduados.
“La liviandad” con la que se trató la reputación de los oficiales indignó al ministro. Por contraste, resulta entonces llamativa la “liviandad” con la que hace caso omiso de la presencia de los represores en los actos oficiales. Al menos que también tenga dudas sobre la foja de servicios de Luciano Benjamín Menéndez.

 

PRINCIPAL