Por Luis R. Aizpeolea
*
Desde Madrid
Con la presencia del jefe del
gobierno español José María Aznar, los secretarios
generales del gobernante Partido Popular (PP), Javier Arenas, y del opositor
Partido Socialista (PSOE), José Luis Rodríguez Zapatero,
firmaron ayer en el palacio presidencial de La Moncloa un acuerdo contra
el terrorismo de ETA. Aznar firmó luego el documento como último
refuerzo al pacto que dejó fuera a los partidos nacionalistas vascos,
en un intento por presionarlos a una ruptura con ETA. Este fue el segundo
encuentro oficial que mantienen ambos dirigentes en La Moncloa desde que
Zapatero fuera elegido líder del PSOE en julio, y será el
segundo pacto de Estado que firmen los dos partidos en su historia.
El único precedente de un pacto similar tuvo lugar en febrero de
1992 para el traspaso de 32 competencias en manos de la administración
central a diez comunidades autónomas. El acuerdo que suscribieron
ayer Arenas y Rodríguez Zapatero está inspirado en aquel
antecedente. Aznar, que en 1992 firmó el primer pacto como líder
de la oposición, asistió al acto de ayer como la máxima
autoridad del poder nacional (denunciado por ETA como autoritario y restrictivo
de sus aspiraciones separatistas), que es el encargado de aplicar la política
antiterrorista.
Tanto el gobierno como el PSOE confían en que los demás
partidos suscribirán el texto. El ministro del Interior, Jaime
Mayor, aseguró que al final el sentido común siempre
arrastra a todos. Unos tardarán más y otros menos.
El ministro justificó el pacto por la gran demanda social
existente que quiere cohesión en la lucha antiterrorista.
El PSOE insistió en que los nacionalistas, incluso el Partido Nacionalista
Vasco (PNV, en el gobierno vasco), se incorporarán al pacto antiterrorista
a mediano plazo. El PP, como el PSOE, mantendrán contactos con
todos los partidos políticos para atraerlos al acuerdo, pero los
socialistas estiman que la unidad democrática contra ETA, rota
desde hace años, no se puede recuperar en poco tiempo.
Todo quedaría confiado entonces a que la propia dinámica
política y el desarrollo de las potencialidades que
contiene el pacto para combatir a ETA acabe convenciendo de su necesidad
a los partidos que ahora se muestran reticentes a suscribirlo.
La firma final del pacto anti-ETA resquebrajó la unidad de los
tres partidos nacionalistas sobre los pasos a seguir. La CiU (Convergencia
i Unió, nacionalistas catalanes), el PNV y el BNG (Bloque Nacionalista
Gallego) reafirmaron sus críticas al acuerdo por la forma bipartidista
y electoralista en que se concretó y por la exclusión que
pretende de los nacionalistas vascos, según quedó manifiesto
en el preámbulo. La CiU señaló que la forma
en que se ha producido el acuerdo, sin la participación del conjunto
de las fuerzas democráticas, y la impresión de que el pacto
pretende colocar en una situación difícil al nacionalismo
democrático vasco, provocan que no consideremos adecuado firmarlo.
Alfredo Pérez Rubalcaba, representante del PSOE en las negociaciones
previas con el PP, destacó anteayer que el preámbulo del
texto con el que son tan críticos los nacionalistas es temporal
y puede ser modificado. Lo importante son los diez puntos del acuerdo.
El preámbulo es un diagnóstico de la situación política
actual del País Vasco, con un PNV comprometido con el Pacto de
Estella (documento firmado por los nacionalistas vascos para lograr el
derecho a la autodeterminación). Si el PNV rompe claramente ese
compromiso, ese preámbulo ya no tendría sentido, señala.
El PP comparte esta tesis, y así lo firmó ayer.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
UNA
NEGOCIACION DE CLARO OBJETIVO ELECTORAL
Hezbolá, la nueva apuesta de Barak
La guerrilla fundamentalista
libanesa Hezbolá y el gobierno de Israel han entrado en negociaciones,
a través del Ejecutivo alemán, para intercambiarse prisioneros.
Si la operación culmina con éxito, podrían volver
a casa tres militares israelíes y un responsable de los servicios
secretos del Mossad, recluidos desde hace más de un mes en Líbano,
a cambio de al menos 19 libaneses, retenidos desde hace años en
Israel y entre los que se hallan dos dirigentes fundamentalistas secuestrados
en 1989 y 1994, respectivamente, de sus propios domicilios.
La operación supondría un éxito propagandístico
de vital importancia para el gobierno de Ehud Barak, que vive los momentos
de popularidad más bajos desde que se hizo con el poder hace 18
meses y que se enfrenta ahora a una campaña electoral con todos
los elementos en contra, lo que le coloca en una situación de desventaja
ante su hipotético rival, el ex primer ministro Benjamin Netanyahu,
cuyas cuotas de popularidad crecen a medida que pasan los días.
La liberación de los cuatro israelíes permitiría
asimismo colocar por unos días en un segundo plano la sangría
de la Intifada y los episodios turbulentos de guerra sucia,
que se saldaron ayer con el asesinato, de quince balazos, de un dirigente
de Al Fatah, de 28 años, que murió tiroteado en la ciudad
cisjordana autónoma de Belén.
La víctima, identificada como Yusef Abu Saui, era el líder
de la facción Al Fatah en la localidad de Al Jader, del distrito
de Belén. Con esta muerte son ya cuatro los dirigentes de la Intifada
abatidos por Israel de manera selectiva. El lunes había sido abatido
en Nablus, de una manera similar, de 18 balazos, un dirigente fundamentalista
de Yihad Islámica, que hace dos semanas había abandonado
las cárceles palestinas. El viceministro de Defensa israelí,
Efrain Sneh, advirtió ayer que vamos a seguir con esta actividad,
y tendremos resultados concretos. Sólo hay una forma
de parar los ataques palestinos y ésa es golpear contra aquellos
que dirigen los comandos que disparan, afirmó Sneh.
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