El escritor y periodista español
Francisco Umbral obtuvo el Premio Cervantes 2000, el galardón más
prestigioso de las letras hispanas, por mayoría del jurado: su
presidente, el director de la Real Academia de la Lengua Víctor
García de la Concha, destacó que Umbral es un verdadero
creador del lenguaje, que va innovando constantemente y que cultiva una
enorme amplitud de géneros literarios. Al enterarse de la
noticia, el autor de Mortal y rosa y Las ninfas la catalogó como
un triunfo de la modernidad y el progreso frente a los laínes,
en referencia a otro candidato al galardón, el nonagenario Pedro
Laín Entralgo. Conocido por carecer de pelos en la lengua, Umbral,
de 65 años, se explayó: Yo represento la posmodernidad
y la ironía. Las viejas tradiciones, como se ve, murieron. Y las
vanguardias también. También poseedor del Premio Príncipe
de Asturias y del Premio Nacional de las Letras, Umbral comentó
que le fue casi imposible mantener la cabeza fría y el espíritu
distante durante el tiempo en que se demoró la votación.
Parecía una película de Hitchcock. Imaginaba a la
ministra de Cultura marcando y el teléfono comunicando, explicó,
para cerrar con que si el premio era justo, no había elección
posible entre él, Entralgo, el poeta Carlos Bousoño
y la novelista Ana María Matute.
Este año, el anuncio del que se considera como Nobel de las letras
en español se hizo esperar más que en anteriores ediciones,
ya que, según García de la Concha, la lista de los candidatos
era verdaderamente importante, y no se podía despejar en
poco tiempo. El jurado optó por actuar de forma reflexiva.
El premio fue instituido en 1975 por el Ministerio español de Cultura,
dotado con quince millones de pesetas (unos 75.000 dólares) y entre
los galardonados en el pasado se encuentran Gonzalo Torrente Ballester,
Camilo José Cela, Rafael Alberti, Jorge Luis Borges, Ernesto Sabato,
Alejo Carpentier, Juan Carlos Onetti, Octavio Paz, Carlos Fuentes y Mario
Vargas Llosa.
De formación autodidacta, Umbral constituye una de las miradas
más incisivas y críticas de la sociedad contemporánea
española, lo que no le resta fuerza al sentimiento y al lirismo
que impregnan a sus más de ochenta libros. Perseguido por sus afirmaciones
lapidarias y la polémica, Umbral fue candidato en febrero de 1990,
junto con José Luis Sampedro, en la elección para ocupar
el sillón F de la Real Academia de la Lengua Española,
para el que fue elegido su contrincante. Umbral dijo entonces que la Academia
era gris, aburrida y triste; recientemente, durante la presentación
de su obra Madrid tribu urbana, contó que en 1999 le negaron el
Cervantes por un voto, para dárselo a un intelectual pinochetista
que antes había sido antipinochetista, en alusión
al chileno Jorge Edwards, quien este año formó parte del
jurado.
De esa visión crítica, además, no se salva ni el
propio Miguel de Cervantes. El Quijote está mal construido,
señaló ayer. Es una novela escrita por un soldado
a partir de una acumulación de historias, aunque con una prosa
ligera y con gran madurez... pero lo cierto es que Don Quijote era un
pelmazo insoportable y, de loco, nada de nada. Nuestro gran escritor es
Quevedo, dijo ayer, en plena celebración con whisky y champán.
En un tono imposible de discernir si era en broma o en serio, afirmó
que existe más de una probabilidad de que el discurso con el que
agradecerá este premio verse sobre el tema Cervantes o Quevedo:
desde su casa en Madrid, el nuevo Cervantes cerró sus párrafos
de ganador con otra ironía filosa. Ese día habrá
que ver qué cara pone el rey... A lo mejor piensa: ¿Y
a éste qué le pasa? ¿Se habrá confundido de
premio?.
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