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EXTRADITARAN A UN TESTIGO CLAVE EN EL CASO AMIA
La Navidad en Buenos Aires

Se trata del brasilero Wilson Dos Santos. Suiza lo extradita por una causa de falso testimonio. Podría testificar en el juicio.

Dos Santos (derecha) anunció que se iba a producir el atentado.
Ya se escapó una vez. Ahora no tendrá derecho a la excarcelación.

Por Raúl Kollmann

Wilson Roberto Dos Santos, un testigo-estrella del caso AMIA, llegará a Buenos Aires dentro de los próximos diez días, extraditado por la Justicia suiza. En verdad, el brasileño llega para ser imputado en una causa por falso testimonio, pero hay gestiones para que testifique en serio en el juicio oral por el atentado. Las versiones de Tribunales indican que si hace algún aporte al esclarecimiento del caso AMIA tiene buenas probabilidades de tener un trato benigno en el expediente por falso testimonio, caso contrario, todos apuestan a que estará más de un año preso. Buena parte de los que intervienen en el caso AMIA cree que Dos Santos fue –y tal vez aún es– un agente de algún servicio de inteligencia brasileño, mientras que fuentes cercanas al gobierno del vecino país aseguran que eso es una mentira inventada para tapar las debilidades de la investigación argentina.
El punto clave de la relación de Dos Santos con el atentado es que dos semanas antes de la explosión se presentó en los consultados de Argentina, Brasil e Israel de la ciudad de Milán y dijo que se iba a producir un ataque contra un edificio de la comunidad judía de Buenos Aires. O sea que de alguna manera supo que el atentado estaba en marcha, tal como lo reconoció la cónsul argentina, Norma Fassano, la funcionaria que lo atendió allí en Milán.
Pese a semejante dato, nadie le prestó atención e incluso la Justicia argentina no le atribuyó ninguna importancia aun después del atentado. En noviembre de 1994, cuatro meses después del ataque, el brasileño hizo un acuerdo con una revista de su país y se vino a Buenos Aires a explicar que se enteró del atentado por un grupo de iraníes que vivían en la zona de Once.
Recién en ese momento, la Policía Federal resolvió tomarle una larguísima declaración en la que Dos Santos se explayó sobre los datos que tenía del grupo de iraníes. Mencionó a un taxista, a los dueños de una fiambrería de la calle Pasco, un kiosquero, habló de relaciones con personal de la Embajada de Irán en Buenos Aires e incriminó a la inefable Nasrim Mohtari, una prostituta detenida mucho tiempo después y que negó todo lo dicho por Dos Santos.
Cuando los investigadores de la Federal le notificaron a Galeano de la declaración del brasileño, el juez lo convocó de inmediato a su despacho para que repitiera su testimonio en sede judicial. Sin embargo, la sorpresa fue mayúscula: el hombre dijo que todo fue un invento y que en realidad no sabía nada del atentado. Allí se radicó una causa por falso testimonio, que quedó en manos del juez Claudio Bonadío. Este le otorgó la excarcelación y Dos Santos desapareció del mapa.
A fines del año pasado, el brasileño fue detenido en Suiza y ahora la Justicia de ese país aceptó extraditarlo –según confirmó anoche el embajador Leandro Despouy, representante para Derechos Humanos de la Cancillería–, pero sólo está obligado a comparecer ante la Justicia argentina en la causa por falso testimonio.
Lo concreto es que Dos Santos llegará a Buenos Aires como regalito de Navidad y aterrizará en el juzgado de Bonadío.
Como tiene antecedentes de haberse escapado, lo más probable es que no se le conceda ninguna excarcelación, por lo que tendría que esperar el juicio oral por falso testimonio en la cárcel. Sin embargo, se dice que todo dependerá de la buena voluntad que muestre el brasileño. Si acepta declarar en el juicio oral del caso AMIA y cuenta algo que sirva para profundizar la pesquisa, es probable que su situación mejore. Si, en cambio, se mantiene en la postura de no contar nada, dicen que tendrá para un tiempo entre rejas. La pena por falso testimonio es de uno a cuatro años.

 

La voz del Gran Rabino

“No buscaron lo suficiente a los culpables del atentado contra la AMIA”, se quejó ayer el Gran Rabino de Israel, Meir Lau, que inició así con munición gruesa una visita oficial a la Argentina. El religioso visitó anoche al presidente de la Nación, quien le ratificó el “compromiso” del gobierno argentino de colaborar con el esclarecimiento de los ataques. De todas maneras, el Gran Rabino reconoció que los ataques terroristas “requieren una investigación internacional, que tal vez exceda a la Argentina”. En conferencia de prensa realizada ayer, Lau hizo una reflexión sorpresiva: “Todos los pueblos de la Tierra tienen los mismos problemas: pobreza, desempleo, enfermedades como el SIDA o el cáncer, la adicción a las drogas, con lo cual deben ver qué pueden hacer juntos y no pelearse unos contra otros por un pedazo de tierra como ocurre entre israelíes y palestinos”. Lau se manifestó un fervoroso defensor de la paz y sostuvo que el 90 por ciento de los judíos “quiere la paz, aunque la polémica es cómo llegamos a ella”. El Gran Rabino salvó milagrosamente su vida el domingo pasado cuando el autobús en el que viajaba fue ametrallado por palestinos. Lau había cambiado de asiento y eso fue lo que le permitió salir prácticamente ileso, sólo con algunas pequeñas heridas producto de la explosión de los vidrios del vehículo.

Definiciones en el juicio

El Tribunal Oral Número 3, que llevará adelante el juicio por el atentado contra la AMIA, resolvió finalmente cómo actuarán los representantes de los damnificados en las audiencias. Habrá dos bloques. Por un lado, estarán conjuntamente los abogados de la DAIA, la AMIA y la agrupación Familiares de las víctimas, encabezados por los doctores Marta Nercellas, Juan José Avila y Julio Frederick. Por el otro lado, actuará la querella de los familiares agrupados en Memoria Activa, a cargo de los doctores Alberto Zuppi y Pablo Jacoby. El Tribunal aceptó así el criterio de unificar las querellas que manifestaron posturas similares a lo largo del proceso. DAIA, AMIA y Familiares han respaldado –con algunas diferencias– el trabajo del juez Juan José Galeano, en tanto los cuestionamientos más duros provinieron de Memoria Activa que incluso llevó el caso –y la propia actuación del magistrado– a la Corte Interamericana de Derechos Humanos. A partir de ahora, y zanjada esta cuestión procesal de las querellas, el Tribunal dará vista para que las partes presenten las pruebas que quieren que se hagan como investigación complementaria antes del juicio. Todos los cálculos apuntan a principios de abril como la fecha en la que se iniciarán las audiencias para las que no sólo la OEA enviará un observador. Ya hay varias organizaciones internacionales que anunciaron que tienen la misma intención.

 

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