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EL CELS ELEVO AL SENADO OBJECIONES SOBRE NUEVE OFICIALES
Los ascensos bajo la lupa

El Centro de Estudios Legales y Sociales cuestionó la lista de ascensos avalada por Defensa porque hay cinco carapintadas, tres represores y uno vinculado al asesinato de Carrasco.

El presidente Fernando de la Rúa felicitó ayer a los uniformados de las tres fuerzas.

Por Victoria Ginzberg

El Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) presentó ayer en la Comisión de Acuerdos del Senado sus impugnaciones a los pliegos de ascenso de nueve militares impulsados por el Poder Ejecutivo. El organismo de derechos humanos señaló que en la lista propuesta por el Ministerio de Defensa hay cinco carapintadas, dos represores mencionados en los legajos de la Conadep, un coronel vinculado con la manipulación de la investigación judicial del asesinato del soldado Omar Carrasco y un teniente coronel sospechado de haber participado en el grupo de tareas que operaba en Bahía Blanca durante la dictadura. Mientras, en el acto de egreso de los subtenientes del Ejército, guardiamarinas de la Armada y alféreces de la Fuerza Aérea, el presidente Fernando de la Rúa expresó su “orgullo para destacar que la Nación cuenta con Fuerzas Armadas respetuosas de la Constitución y de la ley, profesionales, eficientes y con plena vocación de servicios hacia su comunidad”.
En el listado elaborado por el centro de documentación del CELS, dirigido por Cristina Caiati, hay dos coincidencias con el informe elaborado por la Subsecretaría de Derechos Humanos. Se trata de los antecedentes de los tenientes coroneles Virgilio Alberto Moschino y Oscar Alfonso Vaquero. El primero figura en el legajo 1344 de la ex Conadep como integrante del plantel del personal represivo del Batallón 601. El segundo está mencionado en el legajo 3575 vinculado a los vuelos de la muerte.
Según consta en un testimonio de Conadep “desde el centro clandestino que funcionaba en el área de Institutos militares hubo un ‘último viaje’ para arrojar detenidos al río, lo comentó quien lo hizo, un militar de apellido Vaquero, hijo de un general”. Para defender a este pliego, los hombres del ministro Ricardo López Muphy afirmaron –como publicó el martes Página/12– que Vaquero no es piloto militar y no es hijo del general del mismo apellido.
El CELS ratificó que el actualmente teniente coronel no tiene parentesco con el ex general Vaquero, pero insistió con su participación en la represión ilegal. Según la información que proporcionó a los senadores, Vaquero “estaba destinado en la Escuela de Artillería de Campo de Mayo y cumplió varios períodos en comisión en el Comando de Institutos Militares a órdenes de los generales Santiago Omar Riveros y Domingo Bussi. Durante esas comisiones participó en los vuelos”.
El tercer militar cuestionado por su actuación durante el terrorismo de Estado es el teniente coronel Hugo Carlos Casela, quien fue jefe de sección del Regimiento de Infantería 24 de Río Gallegos entre 1975 y 1978 bajo las órdenes del mayor Emilio Ibarra. El CELS señaló que “la fiscalía de la Cámara Federal de Bahía Blanca tiene fuertes sospechas de que integraba la ‘Agrupación’ (grupo de tareas) que operó en jurisdicción de la subzona 51 secuestrando y trasladando desaparecidos. Tales sospechas no pudieron ser aclaradas debido a la interrupción de las audiencias”. El fiscal Hugo Omar Cañón puntualizó a este diario que Casela fue citado para declarar en el Juicio por la Verdad y se defendió aduciendo que no había sido destinado a Bahía Blanca. Sin embargo, existen sospechas de que pudo haber estado “en comisión” en esa ciudad. “Casela sugirió que el militar denunciado podía ser su hermano, pero el juicio se interrumpió y no lo pudimos citar”, afirmó Cañón. Ibarra, que fue su jefe, admitió en el juicio bahiense que participó en “operativos” de detención de personas. El CELS también impugnó pliegos de militares que se alzaron contra la democracia. Los tenientes coroneles Jorge Ramón Cáceres, Daniel Atilio Oneto, Jorge Raúl Daura y Luis Alejandro Candia y el coronel Emilio Daniel Terán fueron cuestionados por participar junto a Aldo Rico en la ocupación de la Escuela de Infantería de Campo de Mayo en Semana Santa de 1987. Sobre Candia, El CELS señaló además que “en 1988 el Ejército lo puso en disponibilidad a raíz de la investigación por el secuestro extorsivo delcomerciante Emilio García Nanni, pero su participación no fue probada legalmente y volvió a la actividad”.
Por último, el CELS objetó la promoción del coronel Daniel Manuel Reimundes, que fue jefe del Departamento de Política y Estrategia Institucional del Ejército y uno de los hombres de confianza del ex jefe de la fuerza, Martín Balza. “Fue designado asesor del juez Rubén Caro para el caso Carrasco. El magistrado admitió ante la Comisión de Juicio Político de Diputados que, de hecho, le anticipaba todos los pasos que iba a dar en la investigación del crimen del soldado”, expresó el organismo.
La Comisión de Acuerdos del Senado recibió ayer al director organizativo del CELS, Gustavo Palmieri, quien entregó una carta con los datos a los senadores. También estuvo la subsecretaria de Derechos Humanos, Diana Conti. La funcionaria fue cuestionada por algunos senadores porque el informe que presentó contenía datos erróneos. Hoy, los senadores recibirán a miembros de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos.

 

Los ecos de López Murphy

El ministro de Defensa, Ricardo López Murphy, fue mencionado ayer en dos proyectos presentados en la Cámara de Diputados. Los diputados Marcela Bordenave, Ramón Torres Molina, Alicia Castro y Jorge Giles, entre otros, señalaron su “más enérgico repudio al discurso pronunciado en el Colegio Militar por el ministro, intentando defender los crímenes y el terrorismo de Estado ejercido durante la última dictadura”. Por su parte, el diputado socialista Jorge Rivas –acompañado por sus pares Alfredo Bravo y Héctor Polino– reclamó que López Murphy ofrezca explicaciones a la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados “acerca de sus reiteradas declaraciones y actitudes públicas mediante las que ha expresado su respaldo a oficiales del Ejército acusados de haber participado en la represión ilegal y su desdén por la información recopilada por la Conadep”. “A esta altura su presencia en el gabinete resulta nociva para las instituciones democráticas”, escribió el diputado Rivas en su proyecto.

 

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