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LA CANTIDAD DE SUB Y DESOCUPADOS SUPERO LOS 4 MILLONES
La Alianza no pudo con el desempleo

La primera medición interanual de la coalición no arrojó resultados alentadores. La desocupación pasó del 13,8 al 14,7 % y también subió el subempleo. La ministra de Trabajo le encontró el lado positivo, al comparar las cifras con mayo, metodología que Economía rechaza.
La cola de la desocupación no se achicó, sino que se estiró un poquito tras un año de Alianza. Se agravó la situación en provincia de Buenos Aires y Santa Fe. Mejoró algo en Córdoba.

El desempleo en octubre trepó al 14,7 por ciento, contra el 13,8 de igual mes de 1999. La ministra de Trabajo, Patricia Bullrich, apeló a un recurso habitual entre los funcionarios para hacer aparecer una mala noticia como si fuera buena. “La desocupación estaba en 15,4 por ciento en mayo y bajó al 14,7 en un año complicado. Es importante, es muy importante. Nosotros creemos que esta tendencia continuará y será más pronunciada en favor del empleo”, declaró ayer. Sin embargo, en la primera medición del desempleo que puede computarse enteramente como resultado del primer año de gestión del gobierno de la Alianza, las conclusiones son desalentadoras. Contra octubre del año pasado, como realmente debe hacerse el análisis, la desocupación creció 0,9 punto, y la subocupación pasó de 14,3 a 14,6 por ciento. En consecuencia, hay 4.088.000 personas con problemas laborales, 377 mil más que hace un año. Además, la tasa de 14,7 por ciento es la más elevada para la medición de octubre desde la crisis del Tequila. Después de cuatro años, la desocupación está en su peor nivel.
Sin embargo, Fernando de la Rúa consideró que “los datos son alentadores y derrotan los pronósticos pesimistas que decían que el desempleo iba a subir”. Al hacer su evaluación, Bullrich desconoció un dato elemental, que el Ministerio de Economía puntualizó al presentar su informe de los datos: “La comparación interanual se considera la más apropiada para aislar la incidencia de factores estacionales”. Traducido a un lenguaje más directo, eso significa que la comparación debe hacerse octubre contra octubre, dado que factores estacionales impiden sacar conclusiones ciertas si se compara la onda mayo con la de octubre. Por lo tanto, la Encuesta Permanente de Hogares del Indec arrojó los siguientes resultados:
La desocupación subió de 13,8 por ciento en octubre de 1999 a 14,7 en igual mes de 2000.
La subocupación creció de 14,3 a 14,6 por ciento.
Según el Ministerio de Economía, hay 2.027.000 desocupados, 194 mil más que hace un año.
Los subocupados suman 2.061.000, 183 mil más que en octubre del ‘99.
Por lo tanto, son 4.088.000 personas las que tienen problemas laborales, contra 3.711.000 de octubre del ‘99.
El porcentaje de la población que salió a buscar trabajo, de acuerdo a la medición del Indec, fue exactamente igual al de octubre del ‘99. La tasa de actividad se ubicó en ambos casos en 42,7 por ciento.
Los datos reflejan el fracaso del Gobierno en su intento por mejorar el panorama laboral del país, a pesar de la antojadiza interpretación de la ministra de Trabajo. En el distrito que administra, tampoco le fue nada bien al peronista Carlos Ruckauf. En el conurbano bonaerense el desempleo saltó del 16,1 al 16,5 por ciento, aunque la subocupación bajó de 16,5 a 16 por ciento.
Pero en la provincia se encuentra el distrito con mayor desocupación de toda la Argentina: Mar del Plata–Batán, donde la tasa se disparó al dramático 20,8 por ciento, frente al 14,7 de octubre del ‘99. Ningún centro urbano de todo el país registraba, desde 1996, un índice tan alto para la onda octubre. Y desde esa fecha hasta el presente, sólo en Concordia (Entre Ríos) hubo más desocupación en mayo de este año. Además, el desempleo también subió en Bahía Blanca (de 14,6 a 17 por ciento) y en el Gran La Plata (de 14 a 15,6 por ciento), los otros distritos bonaerenses donde releva el Indec.
En Santa Fe y Córdoba, provincias gobernadas por otros presidenciables del justicialismo, la situación fue dispar. En la primera se registró una baja de la desocupación en el Gran Córdoba de 13,6 a 12,5, pero en Río Cuarto aumentó de 9,9 a 11,1 por ciento. En Santa Fe, el desempleo subió en los dos distritos relevados. En el Gran Rosario pasó de 16,8 a 17,8 -es el distrito con el quinto nivel más alto de Argentina– y en el Gran Santa Fe creció de 13,4 a 15,7. Del lado de las jurisdicciones con gobierno de la Alianza, en la Ciudad de Buenos Aires la desocupación semantuvo prácticamente en el mismo nivel de hace un año, ya que ascendió de 10,3 a 10,4 por ciento.
El segundo conglomerado con más desempleo del país es Jujuy–Palpalá, con 19,1 por ciento. En el otro extremo, Río Gallegos conserva el mérito de ser la ciudad con la tasa más baja: apenas 1,9 por ciento. Por región, el noroeste es la más castigada, ya que entre desocupación y subocupación, en Jujuy los problemas laborales afectan al 34,8 por ciento de la población, mientras que en Tucumán el nivel alcanza a 34,9, en Salta al 31,9, en Catamarca al 31,5, en La Rioja al 28,5, y en Santiago del Estero –con el mejor guarismo– al 18,8 por ciento.

 

Evaluación de la tasa de desempleo

Claudio Lozano, economista de la CTA
“Se disfraza”

“No tiene sentido, resulta una falacia comparar el resultado de octubre con el de mayo. Por una cuestión de estacionalidad, la cantidad de gente que busca empleo decrece hacia finales de año, por lo que es lógico que la tasa de desempleo baje entre mayo y octubre. La realidad marca que seguimos teniendo un índice de desocupación altísimo, y sería peor si no se disfrazara con los planes laborales oficiales. El problema es muy serio: además del desempleo, la Argentina convive con un altísimo porcentaje de la población que está subempleada, el trabajo clandestino y un sobreempleo importante. Y las perspectivas son negras. Cualquier proyección seria indica que, aun con la economía expandiéndose un 5 por ciento anual, la generación de puestos de trabajo no llegaría a compensar el ingreso de gente nueva al mercado laboral. Por este camino, si se continúa con este rumbo económico, no existe la solución al flagelo del desempleo. No hay margen para mejorar la situación social, que además conlleva la degradación del proceso democrático. Decir que la reforma laboral ayuda a dar trabajo es una verdadera payasada”.

Daniel Funes de Rioja, asesor de la UIA
“Cifra muy alta”

“La cantidad de gente sin trabajo y subocupada está reflejando un cuadro general de actividad bastante complejo en la Argentina, un cuadro de recesión. Son cifras muy altas. Cifras superiores a la media histórica de crisis, aún la de los países europeos con niveles de desocupación elevados que, obviamente, tienen una mayor protección social. El dato no me parece positivo. Si bien con respecto a la medición de mayo pasado el dato es mejor, no lo es si tenemos en cuenta que normalmente en octubre baja la cantidad de gente que se incorpora al mercado laboral. No es que haya menos gente con problemas de trabajo, sino que por efecto desaliento o por efecto estacional hay gente que no busca trabajo. Lo que está diciendo ese fenómeno es que ese efecto desaliento hace que la gente no busque trabajo pero no porque haya resuelto sus problemas, sino porque no cree que los vaya a resolver. Las empresas no están tomando trabajadores porque no hay crecimiento de la producción, salvo las que están vinculadas al turismo o a alguna de las actividades zafreras. En este momento, sigue habiendo destrucción de puestos de trabajo”.

 

BANCO NACION ABSORBE AL CATAMARCA
“Vamos a expandirnos”

El Banco Nación absorberá al Banco de Catamarca, según definieron ayer Enrique Olivera, titular del Nación, y el gobernador Oscar Castillo. Con la operación, que se formalizará la próxima semana, el Nación se quedará con la cartera de créditos sana del banco provincial –unos 18 millones de pesos–, mientras que la cartera de préstamos irregulares será licitada por la provincia. “Hicimos un muy buen negocio. La operación nos permite expandirnos”, señaló a este diario Olivera.
El gobierno catamarqueño pretendió privatizar el banco en dos oportunidades, pero en ambas fracasó. El Nación se hará cargo de nueve sucursales del Catamarca. Además, tomará cuatro agencias móviles que atienden dos veces por semana en distintas ciudades. “En Catamarca vamos a ofrecer todas las líneas del Nación”, señaló Olivera. De los 350 personas que trabajan en el banco provincial, 200 serán retenidas por el Nación. El resto del personal será redistribuido en otros organismos de la administración pública provincial. La cartera que tomará el BN incluye 1200 cuentas corrientes, 43.000 cajas de ahorro y las 26.000 cuentas de la tarjeta de crédito Bancat. Por otra parte, el Nación se transformará en el agente pagador de los salarios provinciales y en el agente financiero de Catamarca.

 


 

Mitos y realidades sobre el mercado de trabajo

La crisis del empleo cumplió siete años. Sin embargo, los funcionarios siguen repitiendo las mismas argumentaciones, a pesar de los fracasos.

Miguel Bein, secretario de Programación Económica y Regional, encargado de dar la versión oficial.

Por Raúl Dellatorre

1 El Gobierno aspira a bajar el desempleo en el 2001.
A juzgar por las asignaciones presupuestarias, el empleo no constituye una prioridad de la política económica. Mientras que en los países desarrollados y de desarrollo medio con tasas de desocupación superiores al 12 por ciento se destina en promedio el 4 por ciento del PBI a políticas destinadas al mercado laboral, en la Argentina no alcanzan al 0,3 por ciento (Fuente: Instituto de Estudios Fiscales y Económicos). Por otra parte, la tasa de empleo tampoco se incluye entre las metas presupuestarias, como la tasa de inflación, el déficit fiscal o el comercio exterior.
2 El mercado laboral está evolucionando hacia una mejor calidad de empleo.
Difícilmente se pueda describir el mercado laboral argentino actual como un conjunto homogéneo. Desempleados de larga duración conviven con quienes cumplen jornadas de más de 10 horas o por encima de las 60 semanales; trabajadores con empleo permanente, pero no registrados (en “negro”) junto a quienes van saltando de una actividad a otra (de taxistas a vendedores ambulantes, pasando por algún empleo temporario en relación de dependencia) sin llegar a completar un ingreso digno. Junto a ellos, profesionales que alcanzaron un puesto gerencial o cobran como consultores de grandes empresas, percibiendo fortunas que pocos años atrás ni soñaban (20 mil, 30 mil dólares o más por mes). En la época de la informática, la sistematización y las telecomunicaciones, rubros cuyo crecimiento privilegió el país, los empleos que se crean mayoritariamente se destacan por su precariedad y su baja remuneración, su informalidad e inestabilidad. Empleos transitorios en gastronomía y limpieza, cadetería, promotores callejeros y venta telefónica (telemarketing) constituyen la oferta de trabajo más usual para el acceso de los jóvenes a su primer empleo. Y, probablemente, al segundo y los inmediatos sucesivos.
3 “La gente percibe que hay oportunidades laborales atractivas y sale a buscar empleo.” “Hay una tendencia mundial, en la economía moderna, a que cada vez más mujeres se incorporen al mercado de trabajo.”
Prácticamente desde hace cinco años, los funcionarios de turno vienen repitiendo el mismo argumento para justificar el alto nivel de desocupación: el aumento de la “tasa de actividad” (pasó del 39 por ciento en 1990 a casi el 43 por ciento en los últimos dos años). Esta mide la proporción de la población que ofrece sus servicios en el mercado de trabajo. Si la cantidad de gente que busca trabajo aumenta al mismo ritmo que el crecimiento vegetativo (estimado en el 1,9 por ciento anual), la tasa de actividad permanece constante. Pero hay otros factores por los cuales son muchos más los que buscan trabajo: mayor número de miembros de la familia que deben salir a trabajar para solventar el presupuesto del hogar (hijos adolescentes, mujeres) y una tendencia de las personas mayores a prolongar su vida útil, ya sea por los bajos haberes jubilatorios o porque no llegan a reunir las condiciones necesarias (en años de aporte) para acceder al beneficio previsional.
4 “Hay que reducir los costos de contratación de mano de obra por parte de las empresas para aumentar la oferta de empleos.”
Es otro argumento reiterado desde hace años, con el que se justificaron las sucesivas reformas laborales, siendo prácticamente la misma la exclusiva “política de empleo” implementada desde el Estado. El razonamiento es una típica simplificación neoliberal: si se eliminan las restricciones al libre funcionamiento del mercado de trabajo, el ajuste en etapas de recesión se hará vía precios (baja del salario real) y se minimizará el ajuste vía cantidades (desocupación). En épocas de auge, por la misma lógica con mercado libre el empleo reaccionaría más rápidamente a los estímulos. Con el mismo criterio, se sostiene que con la baja de impuestos a la producción (a los intereses pagados por las empresas, ahora, o en los aportes patronales y a la importación de bienes decapital, antes) aumenta la rentabilidad de las empresas y con ello sube la inversión y el nivel de empleo. En una economía abierta, ello generaría aumento de la productividad y competitividad de los productos, con un incremento de las exportaciones. La realidad demostró que nada de esto ocurrió en el pasado: la reducción de aranceles e impuestos a la importación fue aprovechada para comprar maquinarias importadas que aumentaron la sustitución de mano de obra. Por otra parte, la experiencia indica que las diferentes modalidades de flexibilización sólo sirvieron para legitimar los abusos ilegales ya practicados por las empresas desde épocas anteriores. Desde las distintas conducciones económicas (Cavallo-Fernández-Machinea) se minimizó desde hace casi una década los efectos devastadores sobre el empleo de las distintas medidas que tendieron a achicar el mercado interno.
5 Nos movemos en el mismo sentido que indica la tendencia mundial.
Las estrategias de flexibilización salarial tampoco son las recetas adoptadas por las economías más competitivas del mundo. Estados Unidos y el Reino Unido introdujeron, en los últimos años, modificaciones en sentido contrario a las políticas de flexibilización anterior. El primero elevó los salarios mínimos y el segundo reinstaló su vigencia, después de haber sido suprimido durante el thatcherismo.

 

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