Por Cristian Alarcón
La sonrisa del comisario Hugo
Trentini, burlona durante los tres meses de juicio oral por la muerte
de Sebastián Bordón, se desdibujó ayer en una mueca
agria cuando cerca de las cuatro de la tarde la Justicia lo condenó
a 15 años como el máximo responsable del asesinato. El tribunal
sanrafaelino que juzgó durante tres meses a siete policías
y dos civiles por el crimen terminó condenando a entre 10 y 12
años por lesiones graves y abandono de persona seguida de
muerte a los tres uniformados acusados de golpear hasta dejar inconsciente
al chico de Moreno. El fallo fue benévolo con el cabo que cuidaba
a Sebastián cuando escapó del destacamento de El Nihuil,
acusado de homicidio, condenándolo sólo a dos años
por encubrimiento. La misma pena recibió una parapsicóloga
por encubrimiento. Dos jefes policiales y un camionero acusados de mentir
como la mentalista fueron absueltos. Aún así, los jueces
decidieron que, por el beneficio de la ley del dos por uno, los condenados
no irán a la cárcel hasta que un tribunal superior confirme
la resolución en su contra. La sentencia confirmó que la
muerte del joven fue obra no tanto de una paliza policial como de una
maniobra institucional para proteger a los cuadros de la corporación
que en Mendoza sigue teniendo el peso de las peores malditas policías
argentinas.
Todavía no se leía el fallo cuando en las puertas de los
tribunales de San Rafael se sintió el rancio olor a los viejos
malos tiempos. ¡Hay que matar a todos los zurdos!, gritó
un hombre de civil y bigotes en la esquina que forman las dos a alas del
antiguo edificio de la Justicia de San Rafael. Envalentonado entre un
contingente de furiosos parientes de los acusados cuatro hombres oficiaban
de coro fascista y uno de ellos con las manos como altoparlantes no paraba
de ladrar: ¡Tienen que volver a usar los sótanos de
los tribunales!. Parecía bien informado sobre el pasado sucio
de la tierra de los vinos. En los subsuelos del edificio eran detenidos
los desaparecidos de San Rafael.
Cuando hace tres meses, antes de que partieran a Mendoza, este cronista
le preguntó a Miriam y Luis Bordón cuál había
sido el momento más difícil desde que su hijo salió
de Moreno rumbo a su viaje de egresados, ellos contestaron que los días
durante los cuales Sebastián permaneció desaparecido fueron
peores que la certeza de su final. Fueron diez noches y diez días
desde que al mediodía del 2 de octubre de 1997 el chico salió
corriendo del destacamento del paraje El Nihuil, en uno de los extremos
del imponente Cañón del Atuel. Sebastián había
tenido ataques de paranoia los días anteriores. Al regresar de
una excursión a Las Leñas llegó a sacar medio cuerpo
por la ventanilla del micro gritando que lo querían matar. Como
el chico empeoraba, sus profesoras no hicieron nada mejor que dejarlo
bajo la custodia de la policía en Malargue, desde donde lo llevaron
a El Nihuil. Allí pasó la noche junto al cabo Merello. El
policía siempre dijo que al día siguiente de la nada el
chico lo golpeó por atrás en la cabeza dejándolo
desmayado y que ya no volvió a verlo.
En el juicio oral quedó probado que Sebastián corrió
desesperado en dirección al cañón por un camino de
tierra usado por camiones y los micros del personal de una empresa de
la zona. Fue el chofer de uno de esos ómnibus el que lo vio cerca
de la una de la tarde a pocos metros del barranco donde luego la policía
acomodaría su cuerpo simulando un accidente. Apenas escapó
del destacamento un llamado alertó a la comisaría 38 del
incidente. Desde la seccional en San Rafael salió el móvil
739 en el que iban los agentes dilectos del comisario Trentini: Gualpa,
Gómez y Cubillos al volante. Los jueces de la Cámara del
Crimen Domingo Mauricio, Mario Giambastiani y Jorge Germanó consideraron
probado que fueron ellos los que lo encontraron cerca de ese lugar pasada
las 13.
Aplicando la ley que más conocen lo primero que hicieron fue escarmentarlo.
Los golpes que recibió le dejaron en el cuerpo marcas que a la
luz de las pericias resultaron ser el impacto de los puños y los
borceguíes de la fuerza. Una de las patadas fue en la cabeza y
le produjouna hemorragia que lo dejó inconsciente. Recién
comenzaba lo que sería un plan perverso para proteger a los hombres
que se habían ensañado con él. Uno de los testigos
contó que días después, cuando el cadáver
aún no aparecía, el cabo Merello le dijo que el chico que
lo había golpeado de arriba no se la llevó.
Esas fueron las palabras del policía que fue condenado a dos años
por encubrimiento, a pesar de que se lo acusaba de homicidio. Gómez
recibió una condena de 12 años. Gualpa y Cubillos pagarán
con diez.
La mano de la Justicia llegó sólo un poco más allá
de ese grupo de hombres. La parapsicóloga Amanda Ledesma, vieja
colaboradora esotérica de la policía mendocina, fue sentenciada
a dos años por encubridora. Ella fue la mujer que juró,
cuando Sebastián todavía estaba vivo, que el joven le hizo
dedo en una ruta fuera de la provincia. El plan consistía en desviar
la atención de la zona de El Nihuil para alejar de allí
a Luis Bordón que desde el primer minuto buscaba a su hijo, distraído
por las maniobras de los uniformados que simulaban preocuparse por el
destino de su víctima.
En esa trama se basa la decisión del tribunal al dar la pena más
alta del grupo al comisario Trentini. Como mandamás de la 38 Trentini
tuvo a su cargo todas las decisiones que continuaron al golpe mal dado.
Y en esa trama también está el límite de la sentencia
que sobreseyó al comisario Juan de Dios Atencio, ex jefe de la
Unidad Regional, al comisario Plácido Escobar, de Malargue y al
camionero Humberto Vega Giménez, todos acusados por encubrimiento.
Sin embargo, junto a las condenas más leves que las esperadas los
magistrados ordenaron que un fiscal investigue a una larga lista de policías
que podrían haber participado en la maniobra para ocultar el cuerpo
agonizante de un adolescente de 19 años fanático de Rácing,
que se convertiría en el símbolo de lo que la brutalidad
policial puede hacer hasta en los lugares más hermosos de esta
apaleada República.
Quiénes son los
acusados
Hugo Trentini: El fiscal solicitó 20 años
de cárcel por homicidio. El tribunal lo condenó a
15. Era el titular de la comisaría 38, a cargo de la zona
en la que desapareció el estudiante. Con el caso Bordón
saltó la contradicción palpable entre su ascendente
carrera policial y sus antecedentes penales. En 1987 fue detenido
por orden de la Justicia federal por robo de automotores y adulteración
de documentación de autos. Continuó dentro de la fuerza
y la pena nunca se hizo efectiva. Tuvo dos denuncias por apremios
ilegales y una por lesiones graves. Nosotros somos diferentes
a la Bonaerense, le dijo a Luis Bordón cuando el padre
del chico llegó a San Rafael a buscarlo. El mismo en 1995
golpeó a una pareja que había robado productos en
un súper: al hombre le quebró la clavícula.
Esta semana debió someterse también a un juicio por
apremios ilegales. Tiene pendiente otro por coimas en 16 oportunidades.
Daniel Gómez: El fiscal pidió una condena de
15 años por homicidio. Los jueces le dieron 12 por el delito
de lesiones graves con exceso en el ejercicio del cargo público.
Comparte con Trentini la misma causa por 16 denuncias de coima.
Es una investigación en la que se ha determinado que Gómez,
como miembro de la oficina de Contravenciones Viales de la comisaría
38, pedía colaboraciones de entre 390 y 100 pesos a los que
incumplían las normas a cambio de la exención de las
multas. Es uno de los tres policías que interceptaron a Sebastián
Bordón en el móvil 739 de la comisaría 38.
Junto a Roberto Gualpa y Abelardo Cubillos, fue quien lo golpeó
hasta dejarlo inconsciente.
Roberto Gualpa: El fiscal solicitó una pena de 15
años. Lo condenaron a 10 por el mismo delito de lesiones
graves con exceso que a Gómez. Era agente de la comisaría
38 y fue el segundo de los ocupantes del móvil con el que
persiguieron a Sebastián. Los tres policías fueron
quienes golpearon al chico.
Abelardo Cubillos: El fiscal pidió para él
15 años por homicidio. Fue condenado a diez, por el mismo
delito que Gómez y Gualpa. Era el chofer y el hombre de confianza
de Trentini. Fue también el que manejó el móvil
739, en el que iban sus compañeros Gualpa y Gómez,
quienes interceptaron a Sebastián cerca del Cañón
de Atuel y le dieron la paliza que lo dejó inconsciente.
Antecedentes policiales: una causa por falsificación de instrumento
público y estafas reiteradas.
Esteban Merello: Estaba acusado por homicidio y el fiscal
pidió 15 años de prisión. Lo sentenciaron por
a dos años de cárcel por encubrimiento. Era el cabo
a cargo del destacamento de El Nihuil, donde pasó su última
noche Sebastián Bordón. Dijo siempre que el chico
lo golpeó y salió corriendo. Reconoció que
fue alcohólico. Borracho le dijo a un hombre en un bar del
paraje Rama Caída, cerca de su casa, que Bordón
me pegó pero no se la llevó de arriba. El testimonio
de esa persona, conseguido por la investigación de un enviado
del ex gobernador Arturo Lafalla, fue la punta del iceberg, cuando
al día siguiente del hallazgo del cuerpo en un barranco,
se apuntó a la pista policial en el crimen.
Amanda Ledesma: El fiscal pidió cinco años
por encubrimiento. Fue condenada a dos por ese delito. Ledesma fue
la parapsicóloga que mintió al declarar que había
visto al chico con vida fuera de la provincia en una de las operaciones
de distracción durante los días en que Bordón
agonizaba.
Juan de Dios Atencio: El fiscal pidió para el dos
años por encubrimiento. Fue sobreseído. Era el jefe
de la Unidad Regional de San Rafael, el mando superior de la zona
en que ocurrió el crimen.
Carlos Plácido Escobar: Estaba acusado de encubrimiento
pero el fiscal pidió su absolución y le fue concedida.
Ex Jefe de la Comisaría 24 de Malargue. Fue denunciado por
un sobreviviente de la represión ilegal como uno de los hombres
que la torturaba en un campo de concentración mendocino.
Integró el D2, un grupo formado por el comisario Julio Santuccione,
el Camps cuyano. Sin embargo al asumir como gobernador José
Octavio Bordón en 1987 lo designó el jefe de su custodia.
También fue unode los hombres clave en la Dirección
de Informaciones de la policía mendocina.
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LUIS
BORDON, EL PADRE DEL ESTUDIANTE ASESINADO
No cubre las expectativas
Por
C.A.
Desde la casa
en la que ha vivido con su familia durante el juicio por el asesinato
de su hijo, Luis Bordón desgrana la sentencia judicial que los
deja a medio camino entre la satisfacción y la necesidad
de continuar investigando la enorme trama de encubrimiento del crimen.
En este momento estamos con la custodia de la Gendarmería
Nacional por el nivel de violencia que se vivió en los tribunales
le dijo ayer a Página/12 después de haber sido insultado
ante los ojos pasivos de los policías mendocinos que custodiaban
los juzgados. Las amenazas empezaron hace varios días. Hoy
en tribunales hubo gente gritando desde hay que matar a todos los
zurdos hasta que se reabran los campos de concentración
de la dictadura.
¿Cómo toman ustedes estas agresiones después
de un año en el que han recibido todo tipo de presiones?
Son los familiares de asesinos y esa es la educación que
tienen.
¿Qué opinan de las condenas y las absoluciones decididas
por los jueces?
Lo primero es que nosotros, hace tres años, cuando nos preguntaban
si estaban todos los culpables entre los detenidos decíamos que
allí estaban los autores materiales sentados. Nos dio la razón
la Justicia. Luego hay que decir que más allá de ese logro
la condena no cubre las expectativas. Tendrían que haber sido muy
superiores por la responsabilidad institucional que tenía esta
gente y por el poder que ostentaba.
¿Cómo se explica la condena a sólo dos años
para el cabo Merello que estaba acusado de homicidio?
El tribunal considera demostrado que los tres que golpearon a Sebastián
son los del móvil 739. Merello quedó en el destacamento
cuando Sebastián se escapa y no estuvo en el momento de los golpes.
Pero creo que si hubiera abierto la boca podría haber llegado con
el auxilio necesario para salvar la vida de mi hijo que estuvo días
agonizando sin atención médica mientras ellos decidían
cómo ocultarlo todo.
¿Qué implica la condena a 15 años del comisario
Trentini?
Es el hombre que decide la vida o la muerte. Cuando los policías
le pegan a Sebastián y lo dejan inconsciente él tenía
dos opciones: brindarle atención médica a mi hijo o encubrirlos
y dejarlo morir para después desaparecerlo o plantar su cuerpo
como lo hicieron. Es el que decide el secuestro, no darle atención
ni comida, el que decide su muerte.
El gobierno mendocino finalmente deberá pagar un resarcimiento
como responsable del crimen. ¿Qué opina de eso?
La provincia fue condenada a pagar el resarcimiento económico,
pero eso en verdad es lo que menos nos importa. Lo que sí es preocupante
es la actitud del gobierno al tratar de defender a los policías
cuando ellos mismos los habían exonerado. Lo peor fue la connivencia
entre la provincia y los abogados defensores de los acusados.
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