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LA LEGISLATURA HABILITO LA INSTALACION DE CASINOS EN LA CIUDAD
El juego que partió a la Alianza

Con el bloque mayoritario dividido, fue aprobada la polémica Ley de Juegos. Podrá haber casinos, pero serán todos oficiales.

Enrique Rodríguez, de Nueva Dirigencia, uno de los legisladores que apoyó el proyecto desde el inicio.

Por mayoría simple y en votación dividida, la Legislatura porteña aprobó ayer la Ley de Juegos, que habilita la instalación de casinos, aunque prohíbe expresamente que sean privados. En término generales, la ley tuvo el consenso de todos los partidos, pero alcanzó tintes de esquizofrenia cuando se avanzó sobre el polémico, debatido y camaleónico artículo 9, que con el correr del día se fue modificando, pero en lo sustancial nunca se modificó: la apertura de casinos porteños queda en manos estatales. En menos de tres horas el mentado artículo cambió dos veces de texto, obligó a agregar un artículo más a la ley en plena sesión, provocó la ruptura del bloque de la Alianza, el desencuentro y re-reunión del bloque de Encuentro por la Ciudad, dejó dudas sobre la unicidad de la UCR y dividió al Frepaso en Frente Grande y socialistas. Por la mañana, el mismo Raúl Alfonsín había arremetido contra los casinos, comparándolos con prostíbulos. Aníbal Ibarra respondió que tampoco los quería.
Además del polémico tema de los casinos, la ley impide la apertura de nuevos bingos en la ciudad y permite que los actuales pasen a manos estatales al cesar su concesión. Además, el gobierno no admitirá concesiones sobre ningún otro tipo de juego y pasará a explotar todos los juegos de azar y destreza, incluyendo los hipódromos.
Pero el ojo de la tormenta pasó por el artículo 9: “La habilitación de cada sala de juego conocida como ‘Casino’ debe ser autorizada por la Legislatura, con el voto de dos tercios del total de sus miembros y bajo el procedimiento de doble lectura”. Tal era el texto del artículo recién salido del horno de la Comisión de Economía presidida por Enrique Rodríguez, de Nueva Dirigencia. “Esta ley no es sobre la creación de un casino. Simplemente habilita a que se abran en manos del Estado. Lo que tiene de importante es que es la primera herramienta contra el juego ilegal, y que permitirá a la ciudad recaudar por una actividad que se realiza en su jurisdicción pero que está en manos de Lotería Nacional”, dijo Rodríguez a Página/12.
Esa postura era compartida, hasta media hora antes de iniciarse la sesión, por el Frente Grande, la mitad cavallista de Encuentro por la Ciudad, el bloque País, el radical Daniel Bravo y partidos menores. Nueva Dirigencia, salvo Rodríguez; la UCR, salvo Daniel Bravo; los socialistas y la izquierda, votaban en contra. “Si hace un año y medio repudiamos por unanimidad la habilitación ilegal del casino flotante menemista, ahora no podemos bajar la bandera. La sociedad no soporta más el descrédito de los políticos”, aseguró el presidente del bloque radical, Cristian Caram.
“Es un error aprobar la habilitación de casinos. Si fuera porque aportan plata también habría que legalizar los prostíbulos”, había dicho temprano Alfonsín. “Ya que está el casino flotante y mientras la justicia decide sobre esa causa, yo quiero cobrarle un canon”, sostuvo Ariel Schifrin, presidente del bloque aliancista que a esa altura ya estaba partido en dos semibloques: radicales y socialistas por un lado. Frentegrandistas por el otro. “Los juegos se incrementaron en proporciones geométricas durante el menemismo, en medio de un modelo de concentración de riqueza y exclusión, donde pareciera que el juego es la alternativa válida para enriquecerse”, terció el socialista Roy Cortina.
Pasadas las 19, cuando estaba por comenzar el debate, se propuso un cuarto intermedio. A esa hora, la crisis de los bloques era tan evidente que nadie se animaba a dar por hecho un resultado. El cuarto intermedio fue aprovechado por el dividido bloque de la Alianza para intentar inútilmente restañar heridas, mientras Rodríguez y Vilma Ibarra (FG) elaboraban un nuevo artículo 9. La modificación fue formal: si el original habilitaba la instalación de casinos en manos estatales, la nueva letra sólo prohibía los casinos privados. Fue suficiente para volcar a favor del artículo a los belicistas que hasta ese momento habían puesto el grito en el cielo contra los casinos.
A última hora de anoche, una mayoría simple de legisladores de bloques partidos, aprobaba en general la primera ley de juegos de la Ciudad de Buenos Aires. Y aún faltaba la discusión artículo por artículo.

 

Fuego en el Alto Palermo

Un incendio destruyó ayer el tercer piso del shopping Alto Palermo, donde estaba el centro de juegos Playcenter, y parte del patio de comidas. El fuego se inició cerca de las 18, al parecer debido a un cortocircuito en uno de los juegos. La empresa informó que la evacuación del edificio se produjo en forma “inmediata y ordenada” por el acceso de la avenida Santa Fe. Diez dotaciones de bomberos trabajaron para controlar el incendio, junto con miembros de Defensa Civil. Aunque no se registraron heridos, dos bomberos sufrieron principio de asfixia y otro fue trasladado al hospital Rivadavia por un traumatismo en una pierna.

 

TRASPASO A LA CIUDAD DE LAS GANANCIAS POR JUEGO
Blanqueo para el barco ruleta

Por Alejandra Dandan

El asunto parece conducido por algún darwinista: en el combate por la ley de juego sobrevivirá el más fuerte. Por el momento, el casino flotante. El jefe de Gobierno, Aníbal Ibarra, se pronunció ayer –en medio de la polémica por la discusión de la ley de juego– en contra de la instalación de nuevos casinos. Pero dijo que mientras exista la ruleta flotante “la ciudad no puede estar ausente de su producto”. Es decir, reclamó para la ciudad una parte de las ganancias del barco. Por lo pronto, Ibarra acordó con Lotería Nacional que hubiera una progresiva entrega de las ganancias del Estado Nacional al porteño. El convenio deberá ser votado en la Legislatura. El punto conflictivo es, otra vez, el casino: ese acuerdo implica una virtual aceptación de su existencia.
Con la nueva ley, todos los nuevos negocios de juego que se abran en la urbe serán controlados, concesionados o monitoreados por la ciudad. Pero existe un problema: los viejos. Hasta ahora tanto el casino como el resto de los juegos que funcionan en la ciudad están controlados por Lotería Nacional y el traspaso no es inmediato, requiere una etapa de transición. Para darle forma a ese traspaso, Ibarra hizo un convenio con Lotería que ahora deberá ser refrendado en la Legislatura.
El convenio prevé un traslado progresivo de las utilidades que recibe Lotería por todos los juegos con base en Capital. Con una vigencia de tres años, plantea que en el primer año Lotería entregue a la ciudad el 30 por ciento de lo destinado hasta ahora al Ministerio de Desarrollo Social por la explotación del juego. En el segundo año, la participación porteña crecería al 40 por ciento y en el tercero, al 50.
Así la Ciudad ganaría sobre las loterías, el Prode, la quiniela, la Poceada, el Loto, el Cash, la Solidaria y, también, el casino: todos los que hayan sido instalados o concesionados entre el ‘94 y el 2000. Para los más viejos existe otra regulación. De acuerdo con una cláusula transitoria de la Constitución porteña, la Legislatura tiene facultades para revisar y hasta anular todos los contratos de Lotería que involucren a la ciudad anteriores al ‘94, o sea, previo a la autonomía.

 

 

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