La ofensiva norteamericana por
el Tratado de Libre Comercio, la seducción de Chile por Washington
y los aranceles comunes dominaron el primer día de la reunión
de presidentes del Mercosur en Florianópolis. Los mandatarios anunciaron
que negociarán juntos y no aceptarán la oferta norteamericana
de esta semana de adelantar el fin de las negociaciones por el ALCA del
2005 al 2003, bajaron el tono de las críticas a Chile y demoraron
la programada rebaja del arancel común del 14 al 11 por ciento,
como había sido combinado en 1997. Tanta unidad tuvo como objetivo
mostrar la fortaleza de una unión aduanera que, hace menos de un
año, mostraba un mal pronóstico por las peleas por la industria
automotriz.
Los jefes de Estado de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, junto a
los de los países asociados al Mercosur, Bolivia y Chile, asisten
hasta hoy a la reunión que marca el fin de la presidencia semestral
de Brasil. Los presidentes unificaron sus declaraciones en torno del ALCA,
un tema que suele mostrar fuertes tensiones. Por ejemplo, después
de que Argentina insinuara que no aceptaría la fecha propuesta
por EE.UU. del 2003, pero sí un adelanto al 2004, el presidente
Fernando de la Rúa afirmó apenas aterrizó en Florianópolis
que ya está establecido en los documentos del Mercosur firmados
en la cumbre de junio pasado en Buenos Aires que el plazo fijado es el
2005. Su colega brasileño, Fernando Henrique Cardoso, fue
más tajante: Por el momento, el ALCA no existe.
Para Chile, sin embargo, el Area de Libre Comercio de las Américas
tiene una entidad bien clara. Miembro asociado del Mercosur, Chile no
define su ingreso por la diferencia que existe entre el arancel común
del mercado común y los suyos, mucho más bajos. Habiendo
anunciado que negociará con Washington, Santiago casi tuvo su invitación
cancelada. En la reunión se decidió simplemente congelar
el tema: no hubo críticas ni presiones para que Chile eligiera
entre las dos propuestas. El presidente chileno, Ricardo Lagos, y su canciller,
Soledad Alvear, insistieron en que Chile considera su incorporación
al Mercosur un asunto estratégico que no es incompatible
con la negociación con EE.UU.
En 1997, los socios comerciales habían convenido reducir el arancel
común al 11 por ciento en enero de 2001. El arancel había
sido elevado al 14 por ciento por pedido argentino, para no afectar la
recaudación. Días antes de la cumbre en Florianópolis,
Brasil anunció que no aceptaría la reducción usando
exactamente el mismo argumento. La recaudación parece ser un excelente
argumento: la reducción será apenas del 0,5 por ciento y
el 2,5 faltante se hará gradualmente, en un calendario
a determinar en la primera mitad del año próximo, según
José Botafogo, representante de Brasil ante el Mercosur.
Otra actividad que concentró los esfuerzos de argentinos y chilenos
fue convencer a Paraguay de que aceptara el acuerdo automotor, que rige
a una industria responsable por casi la cuarta parte del comercio entre
los miembros. Los dos socios mayores acordaron el mes pasado un arancel
común del 35 por ciento para la importación de vehículos
que Uruguay, dueño de una modesta industria de autopartes, ya aceptó.
Paraguay, que importa todos sus automóviles y repuestos, se resiste
argumentando que merece una compensación por el previsible aumento
de precios en su mercado.
La agenda de reuniones se completa con otro tema crítico, el de
la protección argentina a la industria azucarera, con convenios
de defensa del consumidor y la libre competencia, con bases para ordenar
la vida institucional del mercado, y con un acuerdo marco con Sudáfrica,
que envió una delegación especial a Florianópolis,
para crear una zona de libre comercio.
Bastante más crítico fue el documento final firmado ayer
por los representantes gremiales que participaron de la cumbre sindical
del Mercosur, paralela a la de presidentes. Un cambio en las políticas
económicas, rechazando las recetas y las presiones del FMI y del
Tesoro norteamericano, priorizar las agendas de desarrollo
integradas, reducir la dependencia del capital especulativo,
fueron algunos de losconceptos del documento consensuado por la CGT oficial
y la CTA argentinas, la CUT, CGT y FS brasileñas, la CUT chilena,
la CUT paraguaya y el PIT-CNT uruguayo.
UN
EXPERTO ANALIZA LAS NEGOCIACIONES COMERCIALES AMERICANAS
EE.UU. se preocupa por su hegemonía
Por Darío
Pignotti
En términos diplomáticos,
¿todo comenzó a fines de noviembre cuando Chile decidió
priorizar su ingreso al Alca? preguntó Página/12 a
Félix Ruiz Sánchez, titular de relaciones internacionales
de la Universidad Católica de San Pablo.
Eso era algo que se tenía por un hecho respondió
Sánchez. Lo que debe advertirse es que no fue Chile ni su
canciller quienes anunciaron en tiempo y forma a sus colegas del Mercosur
sino una información que dejó filtrar el gobierno norteamericano.
¿Usted cree en una conspiración?
Sospecho que algo de eso hubo, aunque no creo en visiones conspirativas
porque sí. Según veo, la actitud norteamericana no es solamente
diplomática, pero tiene un alto componente diplomático.
Actuando con pragmatismo los americanos vieron en el affaire chileno la
oportunidad para cobrarle al Brasil algunos desplantes diplomáticos
de comienzos de año hasta la cumbre de presidentes de Brasilia
(31 agosto y 1 de setiembre). Sería ingenuo imaginar que los Estados
Unidos solo piensan en el comercio de América del Sur sin preocuparse
por salvaguardar su hegemonía política y estratégica.
Son cosas que marchan juntas cuando se aplican políticas de Estado,
y la política de debilitar al Mercosur, impulsar las negociaciones
bilaterales y adelantar los tiempos son parte de esa estrategia.
¿Qué peso tienen aún las diferencias comerciales
concretas?
Que en una cumbre como la de Florianópolis el centro no sean
ni los automóviles o los zapatos ya es saludable. Eso indica que
puede empezar a superarse la diplomacia comercial que tanto debilitó
al Mercosur como proyecto de integración.
¿Hay disidencias dentro del gobierno brasileño respecto
de la política hacia el Mercosur y el ALCA?
Las hay pero se llevan con bastante elegancia. Sectores liberales
como los de Erminio Fraga, presidente del Banco Central, no tienen tanto
reparo con la entrada en vigor del Alca. En cambio en Itamaraty y en las
Fuerzas Armadas hay una convicción mas dura de fortalecer el Mercosur
para que el Alca no termine con los márgenes de autonomía
política, económica y estratégica de Brasil. Esa
línea viene gestándose desde hace unos 40 años y
se hizo más visible en los últimos tiempos de la dictadura,
cuando Brasil fue ganando margen de maniobra y construya una diplomacia
y un mercado bastante multilaterales.
¿Y las elites económicas?
Allí todavía se escucha un pensamiento verbalmente
desarrollista y a veces soberanista. Pero muchos de ellos, llegado el
momento, acaban buscando su negocio. Entre esos grupos organizados el
más fuerte y menos favorable a la apertura indiscriminada son los
industriales de San Pablo de la Fiesp.
¿Cree que Chile y Argentina lograrán adelantar la
fecha de entrada en vigor del Mercosur?
Chile y Argentina pueden quererlo, o estar presionados para quererlo
pero mientras la resistencia interna norteamericana siga siendo tan firme
no veo muy probable que se adelanten los plazos previstos del 2005. Igual,
allí no está el problema de fondo. Coincido con la opinión
del embajador Rubens Ricupero (secretario general de la UNCTAD) en que
lo importante no son los plazos sino los temas, las políticas comerciales
y las legislaciones.
En un editorial la Folha de Sao Pablo sostuvo que Brasil está
quedando solo.
Ni sé si es así. Brasil no puede imaginar que esté
en condiciones de enfrentar en solitario a una potencia como los Estados
Unidos, pero también es cierto que Brasil es un país mucho
más endógeno que, por ejemplo, México. La importancia
del comercio exterior con Estados Unidosen el conjunto de la economía
brasileña tiene peso pero no es determinante. Hay márgenes
para negociar desde una posición de autonomía relativa.
Citando a Borges, hace un mes y medio el ministro de Hacienda Pedro
Malán dio a entender que la moneda única era un sueño.
Evidentemente esa aspiración de crear una moneda con anclaje
en varias referencias monetarias está debilitada si se la compara
con hace un par de años cuando el presidente Fernando Henrique
Cardoso la proponía a menudo.
¿Y la dolarización?
No sé que lejos o cerca este en Argentina, pero en Brasil
es algo impensable, por lo menos ahora.
¿Es tiempo de pensar al Mercosur?
Hace tiempo que debiéramos estar pensando al Mercosur y no
apenas dedicarnos a administrarlo como una tienda de oportunidades.
¿Impera un pensamiento único del Mercosur?
Esta crisis es buena en ese sentido, porque revela que hasta ahora
ese pensamiento únicamente comercial del Mercosur era ideológico.
Es falso sostener que este es el único Mercosur posible. Y la historia
está enseñando que no fue siempre así, porque si
este Mercosur existe es en parte gracias a la agenda democrática
y política que a partir de 1985 impulsaron José Sarney y
Raul Alfonsín. Ese antecedente comprueba que hay otros marcos teóricos
y otro sentido posible para el Mercosur.
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