Por Julian Borger
*
Desde Washington
Para hoy se espera que el presidente
electo George W. Bush designe a los miembros más importantes de
su gabinete, y muchos predicen que intentará tentar a algunos demócratas
a que crucen líneas partidarias y se sumen al nuevo gobierno. Los
demócratas probablemente resistirán cualquier intento republicano
de alterar el frágil equilibrio postelectoral, pero el presidente
Bill Clinton indicó que Bush gozaría de una luna de
miel política para forjar un consenso bipartidista sobre
la legislación durante el próximo gobierno. Bush no reveló
ayer cuáles serían sus designaciones (esperen hasta
mañana) pero subrayó que estaba preocupado sobre la
economía: Creo que todos deberíamos estar preocupados
por el alza de los precios de la energía, sobre su impacto sobre
la economía y sobre la capacidad del país para continuar
atrayendo inversiones extranjeras, sostuvo (ver nota en pág
22).
Por lo pronto, Clinton no quiere parecer que dejará un campo minado
al próximo presidente. Se mostró especialmente optimista
sobre la cooperación bipartidista: Nosotros (republicanos
y demócratas) creemos básicamente en el poder del gobierno,
creemos en la posibilidad de hacer cosas. Y por eso creo que los demócratas
le darán a Bush una luna de miel y la oportunidad de aprobar parte
de su programa. Yo estoy de acuerdo en que lo hagan. Desde que Al
Gore admitió su derrota el miércoles, el primer político
en realizar el peregrinaje a la capital texana de Austin fue un importante
demócrata, el senador John Breaux, quien tenía planeado
reunirse con Bush para discutir las posibilidades de un compromiso político.
Se estima que hoy Bush anunciará las más importantes designaciones
a su gabinete desde su rancho de Prairie Chapel, a dos horas de Austin.
Y algunas fuentes republicanas sugirieron que le ofrecería al senador
el cargo de secretario de Energía. Hasta ahora este demócrata
conservador de Louisiana se ha rehusado a descartar que aceptará
el cargo, pero los analistas políticos señalan que su deserción
causaría furor en momentos en que el Senado está equilibrado
exactamente con 50 senadores de cada lado. Si Breaux abandona el Senado,
quien nombraría en su reemplazo sería el gobernador republicano
de Louisiana, Mike Forster, lo que inclinaría la Cámara
alta a favor de Bush. Stephen Hess, un analista del think-tank Brookings
Institution en Washington, estimó que Breaux no se arriesgaría
políticamente a una deserción en un momento tan delicado.
Va a ser difícil tentar a un senador tan importante cuando
hay muchas posibilidades de que los demócratas tomen control del
Senado en el 2002, lo que haría muy probable que reciba la presidencia
de una comisión, explicó. Se consideraba más
factible que Breaux recomendara a Bennett Johnston, un senador demócrata
retirado y otro conservador de Louisiana, para el cargo. También
se espera que Breaux y Bush hablen sobre el futuro de legislación
bipartidista para la reforma del sistema de salud para jubilados.
Es casi seguro que las personas que se nombrarán hoy incluirán
a Colin Powell al frente del Departamento de Estado y a Condoleeza Rice
como asesora de Seguridad Nacional. En ambos casos sería la primera
vez que un negro es designado a posiciones tan altas. Los asesores de
Bush predicen además que altos políticos hispanos recibirán
cargos importantes, para reflejar así la política de inclusión
de Bush. Un portavoz, Ari Fleischer, recalcó que Bush gobernó
de manera bipartidista en Texas y llevará ese espíritu a
Washington. Como gobernador, Bush adquirió la reputación
de poder trabajar bien con ambos partidos. Uno de sus aliados más
cercanos era el recientemente fallecido vicegobernador demócrata,
Bob Bullock. Sin embargo, analistas políticos en Austin señalan
que el bipartidismo es bastante más fácil de lograr en Texas,
donde muchos demócratas son más conservadores que los propios
republicanos en otros estados de la Unión. El problema es
que en Washington no hay personas como Bullock, sintetizó
Tom Pauken, un ex secretario general del partido republicano en Texas.
Bush también se enfrentará a oposiciones desde el ala derecha
de sus bases si intenta designar demócratas o incluso a republicanos
moderados -como los gobernadores Tom Ridge de Pennsylvannia y Christie
Whitman de Nueva Jersey en cargos sensitivos. El reverendo Jerry
Falwell, un líder fundamentalista cristiano, lanzó un tiro
de advertencia ayer mientras aumentaban los rumores sobre las designaciones
ministeriales del presidente electo: Lo peor que podría hacer
Bush sería incluir a demócratas en su gobierno o nombrar
al gobernador Whitman o al gobernador Ridge para cargos clave: estas personas
no creen en lo que creen sus bases o en lo que cree él mismo
* (De The Guardian de Gran Bretaña, especial para Página/12).
REFORMARAN
EL SISTEMA DE VOTACION
Ahora sí jugamos limpio
Por Martin Kettle,
Duncan Campbell y Ewen Mac Askill
Desde Washington y Austin
Los líderes políticos
del Partido Republicano están intentando anticipar las críticas
generalizadas al sistema electoral norteamericano, poco después
de que el imperfecto proceso de votación finalmente le otorgara
la presidencia al gobernador de Texas, George W. Bush. El hermano de Bush,
Jeb, gobernador de Florida, anunció una investigación en
profundidad sobre los métodos de voto y recuento en su estado,
en tanto que su secretaria de estado, Katherine Harris, reveló
planes para una modernización total de las controvertidas máquinas
de escrutinio locales.
En Washington, el líder de la bancada republicana del Senado, Trent
Lott, aseguró que la reforma de la ley electoral sería la
primera prioridad legislativa para la administración Bush. Los
líderes republicanos se dan cuenta de que podrían ser duramente
castigados por los votantes en los comicios del 2002 y del 2004 a menos
que actúen rápidamente para garantizar la transparencia
que tan ausente estuvo durante estas elecciones.
El mismo Jeb Bush, quien buscará la reelección en menos
de dos años, está bajo presión desde tantos aliados
como opositores para reformar el sistema electoral de Florida. Ayer aseguró
en una conferencia de prensa que establecería una comisión
bipartidaria para recomendar nuevas leyes a fin de crear procesos,
tecnología y parámetros electorales de los que todo floridense
podrá estar orgulloso.
|