Por Fernando DAddario
María Elena Walsh dijo
alguna vez, refiriéndose a los vaivenes de maduración de
la sociedad argentina: Ya pasamos el jardín de infantes,
pero copiándonos. Ese comentario, que hacía confluir
la ingenuidad de la niñez con una visión ácida de
la vida adulta, podría resumir el carácter integral de su
obra artística que, a despecho de su diversidad, mostró
en todo momento una coherencia en el mensaje, a tono con las expectativas
y sueños de grandes y chicos. Con ese espíritu unificador,
la colección de CDs que Página/12 entrega a partir
de mañana y en los próximos dos domingos (con un valor de
compra opcional de 6 pesos) busca sintetizar una trayectoria que dejará,
para el disfrute de varias generaciones, un puñado de canciones
entrañables.
En este caso se trata de tres discos: dos incluyen temas infantiles y
el tercero está dedicado a los mayores. El que sale
mañana comienza, como no podía ser de otra manera, con Manuelita
la tortuga, y la lista de canciones está integrada por una
especie de grandes éxitos: Canción de lavandera,
Canción de tomar el té, El reino del revés,
La familia polillal, La mona Jacinta, Canción
del estornudo y Canción para vestirse, entre
otras. El segundo, que estará en la calle el domingo que viene,
incluye otros clásicos indestructibles: La reina batata,
En el país de nomeacuerdo, Canción del
jacarandá y Baguala de Juan Poquito, además
de otras ocho canciones. El CD para mayores, en tanto, incluye Serenata
para la tierra de uno, Como la cigarra, Réquiem
de madre, Los ejecutivos, Canción de caminantes
y Al señor Juan Sebastián, entre otros. Treinta
y seis canciones en total, un adecuado resumen de su obra.
Lo curioso es que, tratándose de María Elena Walsh, esta
división entre temas para chicos y temas para
mayores parece licuarse en cierto punto. Muchas de las melodías
que podrían, por una cuestión de target, incluirse en el
rubro adultos, tienen estructura de canción infantil,
como Los ejecutivos o Balada de la mariposa, por
ejemplo. Y, como contrapartida, la mayoría de las canciones infantiles
ha cosechado adhesiones incondicionales entre públicos de todas
las edades, estén o no atadas a sus recuerdos de la niñez.
Quizás porque el encanto de sus melodías (varias de las
cuales, riquísimas por su diversidad estilística, han sido
arregladas por Oscar Cardozo Ocampo), sumado a la magia de sus textos,
conforman algo así como una gran fábula contemporánea,
en la que el respeto por la diferencia, la solidaridad con los más
débiles, la fraternidad y el rechazo a la violencia parecen enfrentarse
a los rigores del mundo real.
Cierta mirada progre de algunos adultos tiende a tratar de
inculcarles a sus hijos las canciones de María Elena desde la nostalgia,
en un intento de alejarlos de los demonios, corporizados a
través de entes tan disímiles como Pokémon,
Digimon, Caramelito y Chiquititas. Los chicos,
con mayor naturalidad, y sin necesidad de pensar bien, eligen
solos esas canciones, y cantan sin prejuicios Mañana se lo
llevan preso a un coronel/ por pinchar a la mermelada con un alfiler
(Canción de tomar el té) o Así
lo llevan hasta la cueva/ donde el pichón se cansó de esperar/
pone en el plato liebre por gato/ cosa que a todos nos puede pasar
(El show de perro salchicha) antes o después de ver
las hazañas de Pokémon, aunque las búsquedas
éticas y estéticas de María Elena parezcan incompatibles
con los postulados del animé japonés. Pero los chicos, en
estos casos, entienden del tema mucho más y mejor que
los adultos.
Habrá que decir, también, que la obra de Walsh reconoce
varias etapas, y que las canciones de esta colección pertenecen
al período posterior a su incursión folklórica con
Leda Valladares, el legendario dúo Leda y María, que desparramó
repertorio autóctono por Europa, principalmente en París,
por cuyos cabarets literarios deambuló codeándose con personajes
y figuras de la época. Esa fue una buena universidad para
mí, diría luego MaríaElena, una mujer que,
criada intelectualmente entre los poetas del grupo Sur, y conocedora de
las ideas de Simone de Beauvoir desde la década del 50, sufrió
la incomprensión de varios compañeros de capilla literaria
cuando emprendió lo que algunos puristas definieron como una reconversión
populista. De ese género paraliterario salieron
hermosos libros infantiles, desde El reino del revés (1963), hasta
Zooloco (1964), pasando por Cuentos de Gulubú (1966), entre
otros, además de otras publicaciones para adultos,
en los que expresaba de manera más explícita (aunque los
temas infantiles eran bien claros al respecto) su ideario
político.
Hace unos años, el sello Sony editó un disco de homenaje
a María Elena. Participaron Pedro Aznar, Los Pericos, Juan Carlos
Baglietto, Teresa Parodi, Víctor Manuel, León Gieco, Ana
Belén, Palito Ortega (créase o no, coautor de Canción
del jacarandá) y Joan Manuel Serrat, cantando a su manera
los temas clásicos de Walsh. Un seleccionado de músicos
de distintos países, edades y estilos. Todos ellos tuvieron infancia,
claro. Todos ellos, también, sufrieron sus Desventuras en
el PaísJardínde-Infantes.
�El
idioma de infancia es un secreto entre los dos�
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Baguala de Juan Poquito
Me parece que hay un grillo
en la noche tucumana
que no canta con el pico
pero llora con las alas.
Juan Poquito se lamenta
que su novia la chicharra
de repente y sin aviso
se le ha ido para Salta.
Yo lo escucho Juan Poquito
canta mucho.
La chicharra se le ha ido
pero no por ser ingrata
se le fue porque tenía
su casita en una chala.
Hace nada más que un rato
al pasar un tren de carga
se llevó todos los choclos
con casita y con chicharra.
Yo lo escucho Juan Poquito
canta mucho.
La chicharra está llorando
locamente achicharrada
cuando escucha a Juan Poquito
que tristísimo la llama.
Se casaron enseguida
Juan Poquito y la Chicharra
a la vuelta de un carozo
entre Tucumán y Salta.
Yo lo escucho, Juan Poquito
canta mucho...
Serenata para
la tierra de uno
Porque me duele si me quedo
pero me muero si me voy,
por todo y a pesar de todo, mi amor,
yo quiero vivir en vos.
Por tu decencia de vidala
y por tu escándalo de sol,
por tu verano con jazmines, mi amor,
yo quiero vivir en vos.
Porque el idioma de infancia
es un secreto entre los dos, porque le diste reparo
al desarraigo de mi corazón.
Por tus antiguas rebeldías
y por la edad de tu dolor,
por tu esperanza interminable, mi amor,
yo quiero vivir en vos.
Para sembrarte de guitarra,
para cuidarte en cada flor
y odiar a los que te castigan, mi amor,
yo quiero vivir en vos.
Canción de tomar el té
Estamos invitados
a tomar el té
la tetera es de porcelana
pero no se ve.
Yo no sé por qué.
La leche tiene frío
y la abrigaré
le pondré un sobretodo mío
largo hasta los pies.
Yo no sé por qué.
Cuidado cuando beban
se les va a caer
la nariz dentro de la taza
y eso no está bien.
Yo no sé por qué.
Detrás de una tostada
se escondió la miel
la manteca muy enojada
la retó en inglés.
Yo no sé por qué.
Mañana se lo llevan
preso a un coronel
por pinchar a la mermelada
con un alfiler.
Yo no sé por qué.
Parece que el azúcar
siempre negra fue
y de un susto se puso blanca
tal como la ven.
Yo no sé por qué.
Un plato timoratose casó anteayer
a la esposa la cafetera
la trata de usted.
Yo no sé por qué.
Los pobres coladores
tienen mucha sed
porque el agua se les escapa
cada dos por tres.
Yo no sé por qué.
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