�Le dicen Semana Santa�
¿Sabe cómo le dicen a Machinea?
...
Semana Santa.
¿Por qué?
Por que nadie sabe si cae en marzo o en abril.
El diálogo circula como suelen hacerlo los chistes políticos,
a todo lo que da, por los pasillos del Ministerio de Economía
y de la Casa Rosada. Y, como todo buen chiste político, hace
reír porque da cuenta de una situación real. Paradójica,
como acostumbra ser la realidad cuando se la mira bien, porque José
Luis Machinea está a punto de lograr un blindaje de 30.000
palos verdes, lo que no es poco, ni es chiste.
El blindaje tiene todo el tono de la última oportunidad.
Es lo que soñó Alfonsín parte describe,
parte bromea un importante miembro del Gobierno, dos años
sin pagar intereses. Claro que al tercer año, el sueño
se hará pesadilla, si no hacemos las cosas bien.
Es como la bala de plata, metaforizó Carlos Chacho
Alvarez apelando al imaginario del comic.
En Economía saben que corren contrarreloj, pero viven días
de fasto. El blindaje, aseguran, es un triunfo de Machi,
una coronación del esfuerzo y los logros de un año.
Las severas autocríticas lanzadas por Chacho no son compartidas
en Hacienda. Los Machi boys siguen creyendo que hicieron lo correcto.
Que poner en relativo orden las cuentas fiscales era,
ineludiblemente, el primer paso. Es una frivolidad decir que
debimos hacer en 2000 lo que haremos en 2001. No nos hubieran facilitado
el blindaje. Como mucho, alguno asume en voz baja que el impuestazo
fue un error político. No medimos su impacto,
pero la alternativa imaginable, en su registro, no era una apuesta
al crecimiento sino haber adelantado el recorte salarial. Achicar
el déficit era prioritario. Quizá debimos bajar el
gasto vía rebaja de salarios a los empleados públicos
en vez de intentar aumentar los ingresos es la módica
autocrítica. Que está tan lejos del discurso de Alvarez
como Chacho de Machinea.
A futuro, todo es optimismo. O casi todo. El estancamiento cesará;
el blindaje permitirá cierta reactivación de la obra
pública; la desregulación telefónica se desplegará;
crecerá la confianza. El círculo virtuoso, cuándo
no. El próximo va a ser un buen año, con Machinea
o con otro, auguran en Economía.
¿Y va a estar Machinea? se interesa Página/12.
Sería lo justo, el blindaje lo consiguió él.
Y, ojo, lo lógico ante los mercados y los organismos internacionales:
es poco sensato y hasta peligroso despedir a un ministro que consiguió
tamaño apoyo.
Entonces, va a estar, chicanea antes que deduce, el cronista.
Es una cuestión política. ¿Usted qué
sabe?
Lo que sabe todo el mundo.
Reforzando el sillón
Lo que sabe todo el mund(ill)o. Que, de boca para afuera, todo
el Gobierno se alinea con Machinea, pero que existe un instalado
sentido común que postula que si para Semana Santa
no ha cambiado la sensación térmica que perciben los
argentinos es bien posible que haya un relevo. No se trata
ya de que mejoren las variables, sino también de que se perciban.
Si no ocurriera así, es más que probable que algún
otro ocupe el sillón en el que hoy se acomoda Machinea.
Todo induce a pensar que será alguien de más peso
que él. De más peso stricto sensu, porque los tres
conspicuos candidatos son considerablemente más fornidos
que el actual ministro. Tal vez, en Semana Santa haya que apuntalar
el sillón.
El recambio por Domingo Cavallo, Chrystian Colombo o Ricardo López
Murphy es un escenario verosímil que todos en el Gobierno
dicen no desear.Pero nadie quiere ser sorprendido sin paraguas con
un posible aguacero en ciernes. Y, amén de especular, todos
se mueven de cara a ese escenario.
Fernando de Santibañes,
por caso, aliviado de la carga de gerenciar la SIDE, conserva su
interlocución diaria o casi, whisky de por medio, con Fernando
de la Rúa. Y le calienta la oreja, en su carácter
de socio vitalicio del club de admiradores del actual ministro de
Defensa. Al fin y al cabo, hace cerca de 20 años el ex señor
Cinco llevó a López Murphy a Villa Rosa y se lo presentó
al actual Presidente.
López Murphy es el más liberal de los radicales, pero
es radical, asumen aun sus contradictores. Y todos le reconocen
envergadura técnica e intelectual. En tiendas de Machinea
le atribuyen incluso una enorme actitud cooperativa durante la gestión
y sólo le cuestionan a futuro no tener armado un equipo,
ni nada que se le parezca.
Pero todos saben que, radical o no, López Murphy es rígido
en sus convicciones y que si va al Gobierno irá
a hacer lo que considera necesario, esto es mucho más de
lo mismo. Una medicina muy difícil de compatibilizar con
el anhelo aliancista de salir a flote en las elecciones de 2001.
Es ridículo que hayamos apelado a Machinea para contraer
el gasto y lo cambiemos por López Murphy en una etapa de
expansión, dijeron a Página/12, con casi idénticas
palabras, dos conspicuos integrantes del ala progre del oficialismo.
Colombo es la niña
de los ojos de una parte del delarruismo el relativamente
reciente traslado de Paola Cocciaglia, una funcionaria del riñón
presidencial, a Jefatura de Gabinete es todo un indicio ganado
por su dinamismo y ejecutividad. Su buen amigo Enrique Coti
Nosiglia está dispuesto a jugar a su favor, si hay relevo.
Radical de pura cepa, tiene en el debe la bronca que le dispensa
Raúl Alfonsín a quien el vikingo jefe
de Gabinete cruzó con inusual dureza en un par de ocasiones.
En el Gobierno abundan los elogios para su desempeño, acrecentados
usualmente porque se lo compara con el de su predecesor Rodolfo
Terragno. Pero a la hora de ponderarlo como ministeriable de Economía,
el consenso es menor. Una cosa es ser un buen gerente y otra,
definir las estrategias, dicen unos, incluidos dirigentes
muy cercanos a Coti. Otros se valen de una broma del propio Colombo
quien alguna vez dijo que estudié economía de
noche y le atribuyen piné insuficiente para ser ministro.
Los frepasistas aúnan a esa sospecha técnica, una
política: recelan de su relación con Nosiglia y de
su creciente encono hacia Chacho.
Nadie, pero nadie en
el Gobierno dice apoyar a Cavallo. Varios lo han cuestionado frontalmente:
Federico Storani, Raúl Alfonsín, Aníbal Ibarra.
Eppur si muove. Nadie cree en las brujas, pero que las hay, las
hay.
El más sospechado de promover el terremoto, el real cambio
de pantalla que significaría el Cavallo de Troya, es Alvarez.
Es que su reaparición pública tuvo la forma de un
misil contra la línea de flotación de Machinea, más
potente si se sopesa que hasta no hace tanto fueron grandes aliados.
Alvarez recusa como imposible un ingreso de Cavallo cuando habla
en público, pero lo asume con una hipótesis factible
en la intimidad. Y -aseguran los pocos hombres que lo conocen bien
su ponderación acerca del saber técnico de Mingo es
altísima. En el Ministerio del Interior, en Jefatura de Gabinete
sospechan que Alvarez opera para catalizar un futuro
advenimiento de Cavallo. Los chachistas lo niegan con énfasis.
Las declaraciones periodísticas de Alvarez (ver páginas
2 y 3) les sirven de buen argumento.
En el discurso que el ex vice desgranó en estos días
coexisten dos críticas: al fiscalismo del Gobierno y a la
ausencia de un plan estratégico, un modelo de desarrollo,
un proyecto de nación. ¿Es posible conciliar siquiera
a nivel de análisis a Cavallo, a una política
productivista y al planeamiento económico? Una persona al
menos puedehacerlo: es Juan Llach, el ex ministro de Educación
que en estos últimos tiempos ha vuelto a dialogar cotidianamente
con Chacho.
Otros sospechados de promover a Cavallo están mucho más
cerca del Presidente que el bichoco jefe frepasista: el hermano
Jorge, ministro de Justicia, el titular del Banco Nación,
Enrique Olivera, la vicejefa de Gobierno porteño, Cecilia
Felgueras.
¿Hay apenas rumores, especulaciones acerca de algo que puede
ocurrir, charlas de café entre protagonistas? ¿O hay
reuniones, susurros, operaciones, tomas de posición, coaliciones
para prepararse para (o acelerar) lo que vendrá? En política,
las fronteras entre esas categorías son a menudo meras líneas
de puntos, pasibles de ser traspasadas aun sin darse mucha cuenta.
O dándose cuenta y haciendo como si no.
A plazo fijo
Si todo sale bien está atado y bien atado para que
así sea, mañana a primera hora de la tarde se
anunciará el blindaje. El Gobierno tendrá, después
de mucho tiempo, la oportunidad de comunicar una buena nueva. Así
sea algo que difícilmente sea vivido con euforia, siquiera
con atención por mucha gente del común.
Como fuera, no es moco de pavo poder emitir una noticia así.
Si lo sabrá el Presidente quien la semana pasada sufrió
en carne propia una dura revelación. Pensaba pronunciar un
discurso el domingo 10, al cumplirse un año de su gestión.
Pero sus asesores de imagen le aconsejaron no hablar, le dijeron
que su presencia sería contraproducente. Todo un shock para
quien hace un puñado de meses tenía la mejor imagen
entre los políticos argentinos. De la Rúa tiró
al canasto el discurso que le habían esbozado y juntó
bronca.
La ceremonia de mañana es esperada por los exégetas
de las lógicas palaciegas. El equipo económico ansía
que el anuncio reconozca, a la hora de la liturgia, el protagonismo
de Machinea. Pero cerca del Presidente piensan que éste no
puede desaprovechar la ocasión para ponerse en el centro
de la escena del que eligió correrse hace una semanita.
Las ceremonias públicas dicen mucho de cualquier gobierno,
ni qué decir de uno que esconde bajo la alfombra sus debates
internos. Su backstage es todo un tema. No es de extrañar
entonces que algunos aliados de Colombo estén urdiendo el
borrador de un discurso que le garantice al Presidente un marcado
protagonismo. Y desplace, quiera que no, a un segundo plano a Machinea.
El largo plazo
¿Dónde estará Alvarez, dónde
Machinea cuando llegue Semana Santa? Tres o cuatro meses son, en
la Argentina, largo plazo y nada es predecible con certeza. Pero
es sensato percibir que habrá alguna relación entre
lo que ocurra con el ministro de Economía y las futuras actitudes
del ex vice.
Alvarez no podrá salir del limbo político que ocupa
desde su renuncia, ni muy adentro ni tan afuera, mientras Machinea,
el ministro de la Alianza, integre el Gabinete. Esto
es, mientras se mantengan las coordenadas básicas de los
dos últimos meses. No puede retornar al Gobierno ni alejarse
definitivamente de él si no media un cambio importante. La
salida del ministro de Economía, fuera quien fuera el reemplazante,
determinaría un nuevo escenario que, per se, autorizaría
a enérgicas tomas de posición. Por una vez, mientras
en las calles resuenen las cargadas que suceden a cualquier definición
del campeonato de AFA, el Gobierno empezará la semana con
una buena noticia. Un triunfo para el equipo económico, dicen
los que saben. Una prueba de la confianza de los organismos internacionales
de crédito en el oficialismo, añaden.
Escatiman decir, aunque saben y temen, que al Gobierno le viene
siendo mucho más difícil triunfar, sostener la confianza
de los ciudadanos de apie. Quienes a diferencia de los mercados
votan sólo de bienio en bienio, pero como ellos
hacen daño cuando deciden bajar el pulgar.
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