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FUGA PAULISTA DE TRUSSO, VACIADOR DEL BCP
Se esfumó el banquero divino

A punto de ser extraditado a Argentina por la fraudulenta caída del Banco de Crédito Provincial, Francisco Trusso logró escapar.

Desmemoria: El arzobispo Antonio Quarracino intermedió en una operación entre una financiera militar y el BCP, pero luego desconoció su firma.

Trusso después de que fuera capturado por Interpol en San Pablo.
Fugó con la complicidad de un guardia y un traslado al hospital.

Quien presidió el desaparecido Banco de Crédito Provincial (BCP), Francisco Javier Trusso, y fue asesor financiero del Vaticano, fugado a Brasil en octubre de 1997 y detenido allí por Interpol en agosto de 1999, se escapó anteanoche con llamativa facilidad de su encierro. Alojado en la Casa de Custodia de la Policía Federal brasileña en San Pablo, logró el viernes que el guardia penitenciario José Jonevil Paraizo lo trasladara sin ninguna medida de seguridad al hospital de la Santa Casa de Misericordia para ser atendido de una presunta dolencia gástrica. Como ocurre frecuentemente también en la Argentina, el preso se escabulló del hospital, mientras Paraizo quedaba detenido por haber facilitado su fuga, como mínimo por negligencia. El mismo día había trascendido que Trusso aceptaba ser extraditado a la Argentina para someterse a la Justicia, que le imputa los delitos de “asociación ilícita y estafa” por la escandalosa caída del BCP, que finalmente damnificó en unos 70 millones de pesos a 30 mil ahorristas. La agencia DyN señaló que “fuentes cercanas” a Trusso habían proporcionado la información. La causa, que lleva la jueza platense María Inés Garmendia, incluye a dos hermanos del prófugo, Juan Miguel y Pablo, que permanecen en libertad, y otros implicados en el hundimiento de esa entidad financiera de estrechos lazos eclesiásticos y militares. Los tres hermanos son hijos de Francisco Trusso, quien fue embajador argentino ante el Vaticano durante el gobierno de Carlos Menem. La extradición de Francisco Javier había sido aprobada el 19 de octubre pasado por el Supremo Tribunal Federal de Brasil. Pero ahora lo están buscando.
Entre los imputados en la causa por la caída del BCP estuvo el vicario general del Obispado de Avellaneda, monseñor Jorge Toledo, quien fue secretario del fallecido arzobispo de Buenos Aires Antonio Quarracino. Las investigaciones de la jueza detectaron que los Trusso habrían malversado fondos por casi 200 millones de pesos. Desde que se produjo su detención en 1999 en un lujoso piso de San Pablo, Trusso se mantuvo en rebeldía a la Justicia platense, a diferencia del ex vicepresidente del BCP, Renato Dalle Nogare, detenido en marzo de este año en España, quien fue extraditado a la Argentina. A la causa por el BCP radicada en La Plata se había sumado otra en la Capital Federal, por lo que Trusso había contratado a un importante bufete de abogados brasileños para evitar la extradición. Luego de la venta de los activos y pasivos privilegiados, el BCP fue adquirido por el Mercobank, que quedó constituido por fuertes ahorristas del ex BCP, personas físicas y grandes empresas. Como presidente del directorio fue designado Horacio Liendo (h), ex secretario Legal del Ministerio de Economía durante la gestión de Domingo Cavallo.
Tanto Francisco Trusso como su hijo Francisco Javier mantenían una estrecha relación con el arzobispo Antonio Quarracino. A éste y a su pareja de secretarios –el religioso y el laico–, Roberto Toledo y Norberto Silva, respectivamente, el BCP les pagaba, por ejemplo, los abultados saldos de sus tarjetas de crédito. Entre otras devoluciones de favores, Quarracino y Toledo llevaron al Vaticano, para una audiencia con el Papa, con los gastos pagos por los Trusso, a los principales dirigentes de la Sociedad Militar Seguro de Vida, recia institución financiera formada por retirados. Luego de ese viaje, la Sociedad realizó un depósito en el BCP y le otorgó un préstamo por un total de casi $ 25 millones. Aquel fue el comienzo de una terrible querella entre los Trusso y Quarracino, cuya relación de amistad e intereses había fluido armoniosamente hasta ese episodio.
A mediados de junio de 1997, los Trusso necesitaban fondos frescos para mejorar la ya deteriorada situación patrimonial del banco. Y recurrieron a los buenos oficios del arzobispado para conseguir dinero de manos de aquellos viejos hombres de armas. La operación tuvo los siguientes pasos. La Sociedad Militar le prestó 10 millones al Arzobispado de Buenos Aires, a seis meses. El BCP ofició de avalista de ese mutuo, que llevabala firma, como deudor, del mismísimo Quarracino –rúbrica certificada por la entidad financiera, que el prelado sostuvo sin embargo que era falsa–. Por otro contrato paralelo y secreto, el Arzobispado le prestaba esos mismos fondos a los Trusso. De esta manera, cuando éstos cayeron en insolvencia, Quarracino les quedó debiendo todo el dinero a los financistas castrenses, sintiéndose usado y estafado por los Trusso. El clérigo sólo atinó a seguir desconociendo su firma. Finalmente, cuando el vaciamiento del BCP llegó a los tribunales, el caso tuvo el toque adicional de menemismo que le faltaba: al arzobispo lo defendía Roberto Dromi, mientras que los Trusso se hicieron patrocinar por Jorge Anzorreguy, hermano de Hugo, jefe entonces de la SIDE.
No sólo el Arzobispado operaba profusamente con el BCP. También otras entidades vinculadas a la Iglesia lo hacían, como Cáritas y la Universidad Austral. Pero cuando los inspectores del Banco Central comenzaron a revisar las registraciones del banco platense, descubrieron 21 mil créditos fraguados por $ 64 millones. Ello condujo a la intervención de la entidad y al hallazgo de otras operaciones de vaciamiento, como otros préstamos ficticios por unos 20 millones, realizados a través de Carta Credencial, una tarjeta que controlaban los Trusso. También unos $ 80 millones de depósitos de ahorristas habían sido girados a una compañía off-shore.
Francisco Trusso, el jefe del clan, ostentaba muchos laureles: era amigo del general Guillermo Suárez Mason desde que fueran condiscípulos en el colegio La Salle, miembro como él de la logia fascista Propaganda Due (P2) y director de la filial argentina del Banco Ambrosiano (de Roberto Calvi, vinculado al Vaticano), cuya quiebra dejó al descubierto un desfalco de más de mil millones de dólares.

 

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