Por Horacio Verbitsky La reaparición pública del licenciado Carlos Alvarez marca el comienzo de la campaña electoral para los decisivos comicios de renovación total del Senado en 2001. No por casualidad la única voz que se alzó para encomiar sus propuestas fue la del gobernador de Buenos Aires, Carlos Rückauf, otro probable candidato a la presidencia en el remoto 2003. Ninguno de ellos descarta una hecatombe que adelante ese horizonte. La diferencia es que, acosado por sus crecientes dificultades de gestión, Rückauf desea provocar tal conmoción pero no puede, mientras que Alvarez es capaz de producirla en contra de su voluntad. Ambos coquetean con el único experto con aptitud para desencadenar catástrofes y además aprovecharlas: Domingo Felipe Cavallo. Las necesidades de los dos últimos vicepresidentes los aproximan: Rückauf es el opositor obligado a mantener la convivencia con el gobierno nacional y Alvarez el oficialista en busca de matices de diferenciación. Si algo no puede negarse a los dos ex compañeros de la demominada renovación peronista es sentido de la oportunidad. No tanta risa Rückauf desconectó todos los micrófonos luego de la aparición de su biografía escrita por Hernán López Echagüe. En la última semana suspendió dos conferencias de prensa ante la primera pregunta sobre aspectos del libro, que narra sus relaciones con los ex dictadores Jorge Videla y Emilio Massera y con el hombre de negocios más que dudosos Alfredo Yabrán. Las inopinadas renuncias de su esposa, Marisa Zapatero, y de su hijo Carlos Germán, quienes manejaban dos de los mayores presupuestos de la provincia de Buenos Aires, también se atribuyen a algunas páginas no políticas del libro y a la recepción de un fax, en el lugar y el momento inadecuados. La jueza Zapatero ni siquiera asistió a la ceremonia de despedida y asunción de su sucesora en el cargo y el diario platense Hoy bautizó Zulemito al hijo de la pareja, por su apego a los denominados códigos familiares. La credibilidad de la versión oficial, según la cual Rückauf habría decidido aliviar su administración de parientes es inversamente proporcional a la cercanía de los despachos y habitaciones del gobernador. El fin del silencio Del mismo modo, Alvarez se mordió la lengua durante los dos meses que siguieron a su alejamiento del gobierno. Recién dio por terminado su silencio de radio (y televisión) cuando supo que el rescate financiero acordado con los organismos internacionales de supervisión y control estaba asegurado. El próximo temblor ya no podrá ser atribuido a su renuncia, cree el Profeta Blindado. Esto no contribuye a aumentar su popularidad en la Casa Rosada y vecindades, donde su regreso a la vida política provoca sentimientos ambivalentes. Alivio al imaginar que llegan refuerzos para cargar el pesado madero del poder; cierto rencor ante quien vuelve con la actitud de que la fiesta empieza cuando él llega, una vez que otros han aportado la bebida y la música. Y también dudas sobre los propósitos de Alvarez, quien no esperó al anunciado encuentro con el presidente Fernando De la Rúa para difundir su pliego de condiciones. La versión frepasista más inocente sostiene que Alvarez se propuso promover el debate público como reaseguro para que no le pasara como en los primeros meses, cuando en la intimidad del gobierno comunicaba su preocupación y entre Machinea, Adalberto Rodríguez Giavarini, Ricardo López Murphy y Juan Llach, le llenaban la jeta de argumentos, según la vívida descripción de otro ex peronista que lo siguió en el primer éxodo.Hasta ahora sólo el presidente conoce esos borradores. Su ministra Patricia Bullrich le pidió una copia pero el presidente se la negó. Pascua Nada de ello alcanza para disimular que Alvarez no escribió un
programa de gobierno sino apenas un bosquejo de discurso proselitista,
con algunos típicos de repercusión fácil, como el
shock de crecimiento, la centralización de los planes sociales
o el ajuste de la política. Ahora deberá confrontar con
una pregunta obvia: ¿por qué no los llevó a la práctica
antes del 6 de octubre? El fundador de la ONG Movimiento de Participación
Ciudadana Para Una Nueva Política parece haber quedado a
salvo de la comparación con Raúl Alfonsín, pero no
con José Octavio Bordón, quien también abandonó
el terreno ante la primera dificultad. Con amigos así Ese es el entendimiento que subyace en la ambigüedad del licenciado
Alvarez respecto del acercamiento de Cavallo al gobierno. Durante la reunión
con lo que le va quedando de su fuerza, Alvarez desmintió la hipótesis
de que estuviera a la búsqueda de coartada para un segundo portazo,
esta vez de la Alianza. Según uno de sus más íntimos
colaboradores lo dijo con esta frase sorprendente: Para eso no hubiéramos
planteado las boludeces que pusimos allí, sino llenar de impuestos
al sector financiero o no pagar la deuda externa. Con la intención
de explicar una táctica, en 25 palabras Alvarez lapidó al
gobierno y a sus propias propuestas. Los bonaerenses Nadie fue más explícito que Juan Pablo Cafiero en la impugnación
a esa estrategia de preservación personal de Alvarez. Sobre el
final de las siete horas de plenario señaló la falta de
profundidad de su propuesta y la insuficiencia del documento discutido
para marcar los déficits del gobierno. Si hay un proceso de relanzamiento,
el Frepaso tiene que jugar todas las cartas, tanto en materia de propuestas
como de candidaturas, añadió. En consecuencia no se
debe descartar que quienes renunciaron anticipadamente y significan algo
para la sociedad deban ser candidatos en 2001, dijo. Los representantes
provinciales, quejosos por la falta de respuesta para los problemas productivos
y sociales, y para quienes la ingeniería de un cambio de gabinete
es percibida como más burocracia, asintieron. Nos piden que
juguemos con todo el cuerpo en la Alianza, que votemos las leyes, que
hagamos un esfuerzo. Entonces no puede haber especulaciones personales
para el 2003, corriéndose del 2001, comentó uno de
ellos. Aquellos ojos celestes Las palabras del discurso alvarezista dicen que si la Alianza no es capaz de crear un shock de confianza que, en negociación con los mercados, reactive la economía y expanda las expectativas, serán los mercados los que terminen imponiendo el regreso del ex superministro menemista. Pero la melodía que las acompaña deja entender que el ex vicepresidente ve sin repugnancia la proximidad de Cavallo, a quien moteja de heterodoxo. La semana pasada, cuando los disidentes preguntaron por aquellos ojos celestes, la única respuesta fue el silencio. El viernes dijo que era un vendedor de ilusiones, frase suave para caracterizar a quien durante una presidencia y media litigó con Menem por la paternidad del modelo. Además dejó flotando en completa ambigüedad si el tráfico de ilusiones le parecía inadmisible o atractivo. Nadie olvida el escenario de 1991, cuando en medio de un rebrote inflacionario y de la primer gran crisis política del anterior gobierno por un caso de corrupción, Cavallo se mudó de la Cancillería al ministerio de Economía y con el yeso de la convertibilidad inmovilizó las fracturas que postraban al menemismo y le permitió salir indemne de su primer test electoral. En vísperas de una prueba equivalente, la tentación es obvia. La mayor inhibición presidencial para semejante movida es el temor a una respuesta estrepitosa del radicalismo, un partido de arraigada tradición horizontal conducido además por un contradictor enconado de Cavallo. Sólo si Alvarez dijera en forma abierta que ése es su candidato, De la Rúa se respaldaría en tal opinión para hacer cara a su partido. Pero ante preguntas específicas Alvarez respondió que a los ministros los designa el presidente. A ambos les tienta, pero cada uno quiere que la responsabilidad la asuma el otro. La comunicación entre ellos no parece hoy menos equívoca que antes del 6 de octubre y la oportunidad de Cavallo sigue ligada a la eventualidad del cataclismo. Ventajas comparativas Una especulación similar a la de Alvarez anima a Rückauf, quien también piensa en Cavallo como fuerza impulsora de sus aspiraciones personales. Cada uno tiene al respecto sus ventajas comparativas. El gobernador de Buenos Aires ya se unió con Cavallo contra la Alianza en las elecciones de 1999, su vicegobernador Felipe Solá venera al ex ministro y al frente del Banco provincial se desempeña el ex secretario de Hacienda Ricardo Gutiérrez, un cavallista de la primera hora. Pero fue Alvarez quien coincidió con Cavallo en la denuncia de la banda de lavadores de dinero que copó el gobierno de Menem y Rückauf. En contraste con el arcaico Rückauf, Alvarez luce como un político moderno, cuya presencia en la foto junto a Cavallo desconcertará menos al Wall Street Journal. El entendimiento con el Frepaso es un proyecto que Cavallo abriga desde hace m.s de un lustro. Volver a crecer La insistencia de Alvarez en el crecimiento, sin referencia alguna a
la distribución, ratifica su compromiso con el modelo económico
de concentración y exclusión que este año ha cumplido
25 años, a lo largo de gobiernos militares y civiles, radicales,
peronistas y de coalición. El incremento de la desocupación
y de la subocupación en el primer año de gobierno de la
Alianza sólo añade dramatismo a la situación. La
idea deque el crecimiento macroeconómico bastaría para revertir
ese cuadro es refutada por la experiencia de los años de Menem
& Cavallo. Si en los períodos de retroceso macroeconómico
la situación de empleo se agravó, lo contrario no es cierto.
|
|