Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira
KIOSCO12


LIPORACI Y LOS FONDOS DE LA SIDE
Oscuros 30 millones

El juez Liporaci, fuertemente sospechado por enriquecimiento ilícito, investiga los ya famosos 30 millones de la SIDE que habrían pagado coimas en el Senado. Pero su revisión de cuentas deja mucho, mucho que desear.

Gastos: Liporaci encontró papelitos arrugados donde se �explicaban� gastos millonarios. No se inmutó.

Por Miguel Bonasso

Una fuente judicial que no puede identificarse reveló a Página/12 que la revisión de las cuentas de la SIDE realizada en el juzgado de Carlos Liporaci, el 5 de octubre pasado, fue manifiestamente incompleta y no ayudó a esclarecer qué se había hecho con los 30 millones de pesos adicionales que recibió el organismo mediante un decreto reservado que el entonces jefe de Gabinete de ministros Rodolfo Terragno se negó a firmar. El examen de las cuentas secretas, autorizado por otro decreto presidencial de setiembre, fue presentado por el ex ministro de Justicia Ricardo Gil Lavedra como un gesto de transparencia sin precedentes en relación con la polémica central de los espías, pero lo ocurrido entre bambalinas no autoriza tanto entusiasmo. El destino de esos 30 millones reviste mucha importancia porque los fiscales que investigan los presuntos sobornos en el Senado, Eduardo Freiler y Federico Delgado, siguen sospechando que dichos fondos podrían estar relacionados con las coimas.
El 5 de octubre pasado ocurrieron algunos hechos oscuros en la intimidad de un gobierno que hacía (y aún hace) gala de su transparencia. Ese día Fernando de la Rúa produjo el cambio de gabinete que provocó la renuncia del vicepresidente Carlos “Chacho” Alvarez, dejando cesantes al jefe del Gabinete de ministros, Rodolfo Terragno, al ministro de Obras Públicas Nicolás Gallo y al de Justicia, Ricardo Gil Lavedra. De Terragno le molestaban varias cosas, entre ellas que se hubiera negado a firmar un decreto con carácter de “reservado” asignando una nueva partida de treinta millones de pesos a la SIDE, que conducía su amigo, el banquero Fernando de Santibañes. El 11 de noviembre último, Página/12 reveló en una investigación especial que el ex jefe de Gabinete se negó a estampar la firma porque no correspondía que el decreto fuera reservado; el 6 de diciembre, Terragno mismo lo confirmó en el juzgado de Liporaci. Allí declaró también que el senador Antonio Cafiero le había confiado que el dinero de los sobornos senatoriales procedía de la SIDE.
Con Gil Lavedra, el presidente estaba molesto porque no lograba controlar a la impetuosa Oficina Anticorrupción que había colocado sus narices sobre los dineros de la SIDE y las irregularidades en el PAMI. Sin embargo, tras pedirle la renuncia, le rogó como favor que cumpliera una última misión ministerial, apersonándose en el juzgado de Liporaci para realizar el procedimiento previsto en el decreto 833/2000, firmado el 26 de setiembre, a fin de compulsar “el uso de los fondos de la Secretaría”. Una versión que no pudo ser confirmada asegura que el juez, sobre quien pende una gruesa espada de Damocles por enriquecimiento ilícito, había visitado al presidente De la Rúa en Olivos el domingo 1º de octubre, cuatro días antes de que se llevara a cabo la histórica inspección.
El cinco, el cesanteado Gil Lavedra se dirigió a Comodoro Py y en el despacho del juez Liporaci coincidió con dos integrantes de la SIDE, el director de Administración y Finanzas Juan José Gallea, y otro funcionario del Departamento Jurídico. También se hallaban presentes los fiscales Eduardo Freiler y Federico Delgado, a quienes el todavía ministro de Justicia autorizó a quedarse en virtud de las atribuciones delegadas por el Presidente en el correspondiente decreto. Los fiscales se negaron a recibir el permiso de Gil Lavedra y solicitaron autorización al juez, señalando que eran ellos, precisamente, los que garantizaban la legalidad del acto que estaba por realizarse. El juez, que no se lleva muy bien con los acusadores y no ha hecho lugar a muchas medidas solicitadas por ellos, dio en este caso la venia correspondiente y lo subrayó con solemnidad: “que conste en el acta que el juez autorizó la vista de los fiscales”.
Sobre el escritorio del magistrado había dos cajas de plástico, de las que se arman, selladas con sendas cintas, que el juez ordenó cortar. Después Liporaci propuso realizar una suerte “de muestreo”, ordenó abrir una de las cajas y sacó dos carpetas al azar. En una de ellas encontraronun recibo que no honra precisamente la labor contable de Gallea: era un verdadero papel de almacenero donde se rendía cuentas por cinco millones de pesos gastados en compra de neumáticos y reparación de automóviles. Cifra que debe superar con creces lo que gasta en un año la escudería Ferrari. Otro recibo, de características similares, pretendía amparar una erogación de un millón doscientos mil pesos destinados a “gastos corrientes”. La explicación que dio sobre el tema el contable Gallea no satisfizo a los fiscales y ni siquiera al juez Liporaci. Pese al decreto que autorizaba la revisión de las cuentas, el magistrado y los fiscales sólo pudieron certificar el mecanismo contable descripto por Gallea, pero no ciertamente la índole real del gasto, que permanece en el misterio.
Freiler y Delgado solicitaron que el acta de tan original escrutinio quedase resguardada en la caja fuerte del tribunal. Medida precautoria que sugiere su disconformidad con el procedimiento.
Es interesante hacer notar que entre el 11 y el 13 de abril pasado, precisamente cuando el bloque justicialista de senadores llegaba a un consenso para votar la reforma laboral, la Dirección de Administración y Finanzas de la SIDE hizo dos retiros en la cuentas que la Secretaría tiene en el Banco Nación por un total de seis millones doscientos mil pesos. La misma cifra que aparece justificada con compra de neumáticos, mantenimiento de automotores y “gastos corrientes”. Tan “corrientes” que ni vale la pena detallarlos.
Al término de la inspección, pese a la evidente disconformidad de los acusadores (y a su propia tristeza por el despido del gabinete) el doctor Gil Lavedra compuso un rostro sonriente ante los periodistas que lo aguardaban en la escalinata de Comodoro Py y declaró textualmente: “Las inquietudes del juez y los fiscales quedaron plenamente satisfechas”. Y luego fue más allá: “Ha quedado claramente demostrado que todos los egresos de la SIDE respondían a cuestiones que hacían a su actividad específica y que no hubo ningún movimiento de fondos irregular”. Más tarde, en la jura de los nuevos ministros que provocó la explosión emocional evidente de Chacho Alvarez, Gil Lavedra se mostró sorprendido por su cesantía y hasta dejó entrever su molestia por sentirse usado. Lo dijo con una expresión muy popular y tenía razón.

 

PRINCIPAL