Por M. G.
Recién llegado de la
última cumbre de Brasil, la Argentina, Uruguay y Paraguay, que
logró sortear la incómoda posición en que quedó
el Mercosur con el reciente anuncio de que Chile negociará con
los Estados Unidos un tratado de libre comercio, Adalberto Rodríguez
Giavarini accedió a discutir el nuevo escenario continental para
comercio y política.
¿Se siente traicionado por Chile?
No. Chile decidió negociar un acuerdo comercial con los Estados
Unidos por sus atribuciones soberanas.
No hay duda. Pero no lo avisó a la Argentina.
Como lo hablamos en la cumbre de Mercosur en Forianópolis,
donde discutimos el reclamo de una fluida comunicación para saber
en qué está cada país, ayudaría mucho estar
en contacto permanente. Pero esto que le digo no altera una relación
bilateral espléndida.
¿Usted la sigue considerando espléndida?
Sí. Lo que hay que tener en cuenta es que siempre hay algún
grado de secreto en una tratativa comercial, y siempre, también,
en algún momento las partes que negocian deben ponerse de acuerdo
en un comunicado formal. Se avisa antes de ese comunicado. Pero si una
de las partes de anticipa, no deja que la otra llegue a avisar. Nosotros
agradecemos y aceptamos la explicación de Chile.
O sea que la culpa es de Estados Unidos, que se anticipó
a Chile.
Yo no hablo de culpas. Solo transmito la explicación que
dio Chile.
¿La Argentina tiene una posición flexible ante Chile
porque Brasil suavizó la suya con el correr de los días?
Todo fue convergiendo para lo que consideramos más útil
en la integración regional, que nos deparó una cumbre como
ésta, con resultados tan buenos.
¿Qué lo entusiasma?
Es impresionante que hayamos firmado la convergencia macro, el acuerdo
automotor completo, que hayamos agilizado los trabajos por el arancel
externo común y formado por primera vez un grupo de alto nivel
que se ponga de lleno a ver los detalles del tribunal arbitral común
para elevar las controversias. Y no solo estoy satisfecho porque tomamos
una posición no solo prudente sino muy meditada sobre cómo
manejar el acuerdo ChileEstados Unidos. También avanzamos en cómo
avanzar desde el Mercosur, qué tipo de cuestiones pedir y qué
cosas reclamar. Está claro que si un país de la región
llega a un acuerdo con una tercera nación, comenzarán a
regir cláusulas que están ya dentro de las normas de la
propia Asociación Latinoamericana de Integración. Porque
Chile ha insistido en que diseña su política exterior desde
la región.
¿No hay una contradicción entre una política
exterior basada en Sudamérica y una política comercial en
línea con los Estados Unidos?
No, eso es maniqueo.
Pero podría ser real.
La propuesta que hace Chile de profundizar su acuerdo con Mercosur
busca compatibilizar aranceles y otras variables. Con una gran salvedad:
el hecho de que hayamos fijado pautas de convergencia macro entre los
socios del Mercosur nos indica que llegamos al punto de la gran definición
sobre los aranceles.
Chile tiene una economía más abierta que el resto.
Le diría, sobre todo, que Chile basa más del 40 por
ciento del producto bruto en su comercio.
¿Y cómo se articula esa realidad con la convergencia
de la que usted habla?
Se converge por conveniencia de todos.
No está claro cómo juega esa convergencia con la negociación
del Mercosur para integrarse al ALCA.
Es que de acá vamos a una negociación con el ALCA.
¿Cuándo? El 2005, que es la fecha que aparece
hasta ahora por acuerdo continental, es un tope. Sí llegamos a
un buen arreglo, ¿por qué no aplicarlo en el 2003? Y si
no es bueno en el 2003, tampoco lo será en el 2005. Lo importante
es que en la discusión estén todos los aspectos, sin condicionamientos
de acuerdo al gusto de uno solo de los países.
¿Incluyendo la necesidad de que los Estados Unidos abran
su mercado a la importación de mayor cantidad de productos desde
América latina?
Naturalmente. La negociación tiene sentido si desde aquí
ganamos mercados y podemos generar más puestos de trabajo. Esta
es la estrategia de la integración. Esto es la sustancia. Nunca
se discutió solamente el hueso.
¿Espera algún cambio con George W. Bush como presidente
de los Estados Unidos?
La nueva administración tenía claramente en su plataforma,
cuando estaba en campaña, favorecer la integración de las
Américas, que había comenzado el padre del próximo
presidente con su iniciativa para todo el continente. Ellos hablan de
integración y búsqueda de fast track para el ALCA, y un
tratamiento general.
¿La Argentina buscará negociar su propia vía
rápida con los Estados Unidos?
No creo que sea necesario.
¿No negociará sola?
Lo que queremos es ir al Alca desde el Mercosur.
OPINION
Por Guido Di Tella *
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Riesgo y oportunidad
La trabajosa victoria de George W. Bush que puso en juego
saludablemente todos los mecanismos del sistema democrático
de su país ha sido determinada por el hecho de que
los Estados Unidos están divididos políticamente en
dos porciones casi idénticas y sugiere, a primera vista,
cierta debilidad del próximo presidente. Puede tratarse de
un espejismo: John Kennedy triunfó sobre Richard Nixon por
un margen estrechísimo en un comicio que fue ampliamente
discutido, donde los republicanos consideraron que había
habido maniobras non sanctas en el estado de Illinois, que definió
el triunfo demócrata. Eso no impidió que Kennedy ejerciera
un liderazgo fuerte y lleno de decisiones, más allá
del juicio que ellas hayan merecido: inició la guerra de
Vietnam, lanzó la invasión de Bahía de los
Cochinos, desplegó una encomiable y enérgica política
contra la segregación racial en los estados del Sur y promovió
un nuevo trato con América latina a través de la Alianza
para el Progreso.
Bush presidirá un país que ejerce un predominio estratégico
indisputado en el mundo, que está montado sobre una formidable
ola de desarrollo tecnológico e incremento de la productividad
y que ha convertido el déficit fiscal en un recuerdo: hace
tres años que goza de un notable superávit.
Así como el liderazgo del presidente Clinton se apoyó
sobre una suma de consensos básicos, el próximo presidente
hará lo propio. Entre esos consensos o políticas
de Estado hay que incluir algo que nos interesa: el propósito
de un vínculo más estrecho con la América del
Sur. George Bush (padre), republicano, lanzó la idea de una
zona de libre comercio desde Alaska a Tierra del Fuego,
el ALCA. Clinton, demócrata, la continuó y deja el
gobierno negociando la incorporación de Chile al NAFTA. Bush
(hijo) seguramente profundizará esa búsqueda consensuada.
Debemos prepararnos para abarajar ese desafío esa oportunidad
y afrontarlo desde una Argentina que retome la senda del crecimiento
y desde un Mercosur vigoroso, dispuesto a unirse sinergéticamente
para competir en el mundo y asumir todas las consecuencias de la
globalización de modo pragmático y realista, continuando
lo que comenzamos a hacer en la década del 90.
* Ex canciller del gobierno Menem
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