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REPORTAJE AL CANCILLER RODRIGUEZ GIAVARINI
“Al ALCA desde el Mercosur”

En diálogo con Página/12 tras la última cumbre de Mercosur, el ministro dijo que la Argentina no se cortará sola con Bush.

Adalberto Rodríguez Giavarini pide una negociación donde no impere un solo interés.

Por M. G.

Recién llegado de la última cumbre de Brasil, la Argentina, Uruguay y Paraguay, que logró sortear la incómoda posición en que quedó el Mercosur con el reciente anuncio de que Chile negociará con los Estados Unidos un tratado de libre comercio, Adalberto Rodríguez Giavarini accedió a discutir el nuevo escenario continental para comercio y política.
–¿Se siente traicionado por Chile?
–No. Chile decidió negociar un acuerdo comercial con los Estados Unidos por sus atribuciones soberanas.
–No hay duda. Pero no lo avisó a la Argentina.
–Como lo hablamos en la cumbre de Mercosur en Forianópolis, donde discutimos el reclamo de una fluida comunicación para saber en qué está cada país, ayudaría mucho estar en contacto permanente. Pero esto que le digo no altera una relación bilateral espléndida.
–¿Usted la sigue considerando espléndida?
–Sí. Lo que hay que tener en cuenta es que siempre hay algún grado de secreto en una tratativa comercial, y siempre, también, en algún momento las partes que negocian deben ponerse de acuerdo en un comunicado formal. Se avisa antes de ese comunicado. Pero si una de las partes de anticipa, no deja que la otra llegue a avisar. Nosotros agradecemos y aceptamos la explicación de Chile.
–O sea que la culpa es de Estados Unidos, que se anticipó a Chile.
–Yo no hablo de culpas. Solo transmito la explicación que dio Chile.
–¿La Argentina tiene una posición flexible ante Chile porque Brasil suavizó la suya con el correr de los días?
–Todo fue convergiendo para lo que consideramos más útil en la integración regional, que nos deparó una cumbre como ésta, con resultados tan buenos.
–¿Qué lo entusiasma?
–Es impresionante que hayamos firmado la convergencia macro, el acuerdo automotor completo, que hayamos agilizado los trabajos por el arancel externo común y formado por primera vez un grupo de alto nivel que se ponga de lleno a ver los detalles del tribunal arbitral común para elevar las controversias. Y no solo estoy satisfecho porque tomamos una posición no solo prudente sino muy meditada sobre cómo manejar el acuerdo ChileEstados Unidos. También avanzamos en cómo avanzar desde el Mercosur, qué tipo de cuestiones pedir y qué cosas reclamar. Está claro que si un país de la región llega a un acuerdo con una tercera nación, comenzarán a regir cláusulas que están ya dentro de las normas de la propia Asociación Latinoamericana de Integración. Porque Chile ha insistido en que diseña su política exterior desde la región.
–¿No hay una contradicción entre una política exterior basada en Sudamérica y una política comercial en línea con los Estados Unidos?
–No, eso es maniqueo.
–Pero podría ser real.
–La propuesta que hace Chile de profundizar su acuerdo con Mercosur busca compatibilizar aranceles y otras variables. Con una gran salvedad: el hecho de que hayamos fijado pautas de convergencia macro entre los socios del Mercosur nos indica que llegamos al punto de la gran definición sobre los aranceles.
–Chile tiene una economía más abierta que el resto.
–Le diría, sobre todo, que Chile basa más del 40 por ciento del producto bruto en su comercio.
–¿Y cómo se articula esa realidad con la convergencia de la que usted habla?
–Se converge por conveniencia de todos.
–No está claro cómo juega esa convergencia con la negociación del Mercosur para integrarse al ALCA.
–Es que de acá vamos a una negociación con el ALCA.
–¿Cuándo? –El 2005, que es la fecha que aparece hasta ahora por acuerdo continental, es un tope. Sí llegamos a un buen arreglo, ¿por qué no aplicarlo en el 2003? Y si no es bueno en el 2003, tampoco lo será en el 2005. Lo importante es que en la discusión estén todos los aspectos, sin condicionamientos de acuerdo al gusto de uno solo de los países.
–¿Incluyendo la necesidad de que los Estados Unidos abran su mercado a la importación de mayor cantidad de productos desde América latina?
–Naturalmente. La negociación tiene sentido si desde aquí ganamos mercados y podemos generar más puestos de trabajo. Esta es la estrategia de la integración. Esto es la sustancia. Nunca se discutió solamente el hueso.
–¿Espera algún cambio con George W. Bush como presidente de los Estados Unidos?
–La nueva administración tenía claramente en su plataforma, cuando estaba en campaña, favorecer la integración de las Américas, que había comenzado el padre del próximo presidente con su iniciativa para todo el continente. Ellos hablan de integración y búsqueda de fast track para el ALCA, y un tratamiento general.
–¿La Argentina buscará negociar su propia vía rápida con los Estados Unidos?
–No creo que sea necesario.
–¿No negociará sola?
–Lo que queremos es ir al Alca desde el Mercosur.

 

OPINION
Por Guido Di Tella *

Riesgo y oportunidad

La trabajosa victoria de George W. Bush –que puso en juego saludablemente todos los mecanismos del sistema democrático de su país– ha sido determinada por el hecho de que los Estados Unidos están divididos políticamente en dos porciones casi idénticas y sugiere, a primera vista, cierta debilidad del próximo presidente. Puede tratarse de un espejismo: John Kennedy triunfó sobre Richard Nixon por un margen estrechísimo en un comicio que fue ampliamente discutido, donde los republicanos consideraron que había habido maniobras non sanctas en el estado de Illinois, que definió el triunfo demócrata. Eso no impidió que Kennedy ejerciera un liderazgo fuerte y lleno de decisiones, más allá del juicio que ellas hayan merecido: inició la guerra de Vietnam, lanzó la invasión de Bahía de los Cochinos, desplegó una encomiable y enérgica política contra la segregación racial en los estados del Sur y promovió un nuevo trato con América latina a través de la Alianza para el Progreso.
Bush presidirá un país que ejerce un predominio estratégico indisputado en el mundo, que está montado sobre una formidable ola de desarrollo tecnológico e incremento de la productividad y que ha convertido el déficit fiscal en un recuerdo: hace tres años que goza de un notable superávit.
Así como el liderazgo del presidente Clinton se apoyó sobre una suma de consensos básicos, el próximo presidente hará lo propio. Entre esos consensos –o políticas de Estado– hay que incluir algo que nos interesa: el propósito de un vínculo más estrecho con la América del Sur. George Bush (padre), republicano, lanzó la idea de una zona de libre comercio “desde Alaska a Tierra del Fuego”, el ALCA. Clinton, demócrata, la continuó y deja el gobierno negociando la incorporación de Chile al NAFTA. Bush (hijo) seguramente profundizará esa búsqueda consensuada. Debemos prepararnos para abarajar ese desafío –esa oportunidad– y afrontarlo desde una Argentina que retome la senda del crecimiento y desde un Mercosur vigoroso, dispuesto a unirse sinergéticamente para competir en el mundo y asumir todas las consecuencias de la globalización de modo pragmático y realista, continuando lo que comenzamos a hacer en la década del 90.

* Ex canciller del gobierno Menem

 

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