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LA CGT PREPARA SU MARCHA SIN OLVIDARSE DE ALVAREZ
Muchachos chuzan a Chacho

El jefe cegetista, Rodolfo Daer, calificó de �hipócrita� al ex vice por promover junto a Domingo Cavallo la desregulación del sistema de obras sociales que hoy rechazan los sindicalistas.

El jefe de la CGT oficial, Rodolfo Daer, prepara su marcha con ataques a Carlos “Chacho” Alvarez.

Por Diego Schurman

Los guiños de Carlos “Chacho” Alvarez a Domingo Cavallo produjeron revuelo en la CGT oficial, que mañana realizará una marcha a Plaza de Mayo contra la desregulación del sistema de obras sociales, justamente una reforma a la que se abrazó el ex ministro y que hoy es impulsada por un decreto que lleva al pie la firma del ex vicepresidente. “Alvarez es un hipócrita de la política. Hizo su carrera denunciando a Cavallo y ahora lo corteja y lo quiere entronar”, se quejó ante Página/12 el jefe cegetista, Rodolfo Daer.
El malhumor de los viejos caciques gremiales viene de arrastre. Alvarez es un contrincante histórico de la dirigencia de la CGT. Pero haber abierto el paso a las empresas de medicina prepagas para que compitan con las obras sociales sindicales directamente lo convirtió en el mayor de los enemigos.
“Entrega el futuro de 11 mil personas al sector financiero. Ahora Alvarez dice que el Frepaso no tiene que ser de izquierda. Parece que hay una carrera loca para ver quién es más de derecha, quién es más garante del Estado, de los fondos especulativos, y encima quiere convocar a Cavallo”, arengó Daer.
–La CGT oficial apoyó a Menem mientras su ministro era Cavallo. No me diga ahora que rechaza al ex ministro.
–No es un problema de nombres si no de política. Yo le recomendaría a Chacho Alvarez que haga una autocrítica por el daño que le provocó al país al renunciar cuando la Argentina tiene una grave crisis económica y social. El debería tener la hidalguía de convocar a una concertación con todos los sectores.
La furia de Daer por la omnipresencia de Alvarez, que volvió a acaparar la atención en todos los medios, lo llevaría a dedicarle un párrafo del discurso que realizará mañana en la Plaza de Mayo, donde la CGT oficial marchará pese a las súplicas que la ministra de Trabajo, Patricia Bullrich, les realizó a los sindicalistas Armando Ca-valieri y Carlos West Ocampo.
La movilización, que se iniciará a las 15 en Avenida de Mayo y 9 de Julio y culminará frente al Ministerio de Economía, buscará transformarse en una demostración de fuerza interna y externa. Hacia el interior del sindicalismo ya que no contarán ni con el apoyo de la CGT rebelde de Hugo Moyano ni con el de la CTA de Víctor De Gennaro. Hacia el Gobierno ya que han quedado relegados del diálogo, donde pensaban morigerar algunos efectos de la desregulación del sistema.
El consejo directivo de la CGT oficial tendrá una cumbre esta misma tarde, a las 16, para ultimar detalles de la organización del acto donde Daer será el único orador y en el que, admiten los organizadores, se conformarán con 10 mil personas.

 

OPINION
Por Susana Viau

Un pesebre de prepo

“El gobierno federal sostiene el culto católico apostólico romano.” Así, ambiguamente, lo enuncia la Constitución reformada que ya no exige ni un presidente católico, ni un presidente casado en primeras nupcias. Sin embargo, ¿qué quiere decir la Carta Magna con “sostiene”? ¿Que “sostiene” con dinero? ¿O “sostiene” significa que afirma como propio? ¿Es el Estado argentino un estado confesional o representa por igual a todos los ciudadanos cualquiera sea su creencia? En realidad, el Estado aparenta esa necesaria neutralidad, pero no la tiene. ¿Acaso alguien ha escuchado alguna vez a un primer mandatario dirigir un mensaje por televisión por las festividades de la colectividad judía, o de la islámica? La que suscribe, nunca, que recuerde. Ni siquiera Carlos Menem, un musulmán converso que no dudó en correr al Vaticano con el invento del “Día del Niño por Nacer”. Como si la Iglesia anduviera por ahí, bautizando fetos y llenando con embriones los camposantos. La recalcitrante bobería fue validada, no obstante, por el gobierno de la Alianza.
Hace un año, el Gobierno de la Ciudad, todavía en manos del actual presidente de la Nación, inauguró una suerte de parque temático con la historia del nacimiento de Cristo. No alcanzó. Estos días, por iniciativa de la primera dama, el retablo se ha trasladado a la puerta misma de la Casa Rosada. Para entrar, es forzoso atravesar un desparramo de camellos, pastores, santos, niño, pesebres y corderos. A primera vista, no resulta ecuánime. El edificio es la sede del gobierno votado y “sostenido” por cristianos y no, por practicantes y agnósticos. La vida enseña que hay actitudes que, aunque inocentes, hacen daño. Lo comprendí cierta vez, viviendo en España. El rey Juan Carlos daba su mensaje del 5 de enero. Mis hijos lo escuchaban con interés, dicho sea en el sentido más materialista. Y no por el monarca borbón sino por el contenido de la bolsa de los tres magos. “Que mañana –hizo votos Su Majestad–todos los niños españoles tengan su regalo.” Mi hijo de cuatro años se puso a llorar, desconsolado. Le pregunté el motivo. “Yo no soy español. Los reyes no me van a traer nada”, me contestó. Sin sobreentendidos, como escuchan los niños, había razones para llorar. Juan Carlos debió haber dicho “para todos los niños que viven en España” y hubiera sido más justo.
La idea de la señora Inés Pertiné no es muy republicana. Deja afuera una buena porción del mundo que vive o está pasando por este país ahora mismo. Puede resultar una tontería, pero es en la tontería cotidiana donde anida la discriminación. La primera dama podría haber instalado esas imágenes en la puerta de su departamento de Recoleta, o en la entrada de su quinta de Villa Rosa, o en Olivos, su residencia oficial. Pero no así, de prepo, en la casa de todos los argentinos. Y por si fuera poco, el espectáculo es verdaderamente feo. Sobre todo esa vaca que mira de reojo, vencida por sus ubres inmensas y rígidas, una vaca cadavérica. La ocurrencia, de verdad, no es afortunada. Pero, además, a la puerta de Balcarce 50 sólo le faltan los villancicos para parecer El Corte Inglés.

 

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