A pesar del esfuerzo del Gobierno
por transmitir confianza en el futuro, el obispo de San Isidro, Jorge
Casaretto, aseguró que la pobreza y la exclusión social
creciente demuestran que el país está en franca decadencia.
En un mensaje previo a la Navidad, el titular de Cáritas pronosticó,
además, que el proceso todavía no llegó a su
fin. Luego, manifestó su preocupación porque aún
no hay signos de recuperación éticomoral en la actual
cultura argentina. Las opiniones del prelado, publicadas en el boletín
de la diócesis de San Isidro, contradicen las previsiones oficiales
para el 2001, un año que desde la Casa Rosada se promete espectacular.
Mientras el Gobierno se preparaba para anunciar con entusiasmo la llegada
de los más de 30.000 millones de dólares del blindaje financiero,
Casaretto se quejó porque la clase dirigente no está a
la altura de las circunstancias. En el horizonte argentino,
no se vislumbra una recuperación económico-social. Es más,
a juzgar por el crecimiento de la pobreza y la exclusión social
venimos en una franca decadencia y nada nos dice que este proceso haya
llegado a su fin, sentenció.
En el escrito, además, el obispo pidió a los fieles que
no pierdan la esperanza, a pesar de la sensación de fracaso
que nos rodea. En esa línea, subrayó que hay que encontrar
los consensos necesarios para que todos convengamos en sacrificarnos por
el bien común del país. A lo largo de la historia,
los pueblos han vivido épocas de prosperidad y de decadencia. Sin
embargo, los cristianos en cualquier situación deberían
estar animados por ella, señaló.
El diagnóstico de Casaretto, que prevé para el país
una franca decadencia que no ha llegado a su fin,
marca una diferencia con las diplomáticas declaraciones que el
arzobispo Estanislao Karlic realizó el martes pasado después
del encuentro entre el Presidente y la Comisión Ejecutiva del Episcopado.
Ese día, a la salida de la reunión con De la Rúa,
Karlic reconoció que la situación del país no
es fácil de superar pero confió en que la solución
es posible. En ese sentido, el titular de la Conferencia Episcopal
aseguró que si se rectifican las intenciones, puede
empezar esa renovación.
La cautela que exhibieron, hace una semana, los representantes del Episcopado
durante su visita a la Casa Rosada tiene su explicación. Intentaron
dar un mensaje firme pero conciliador, especialmente después del
documento suscripto por el plenario episcopal el 11 de noviembre último,
en el que se reclamaba por la deuda social. El propio De la
Rúa había sido el gestor de aquel encuentro y, ante la prensa,
luego de la cita con los obispos, destacó que entre el Gobierno
y la Iglesia existe una coincidencia absoluta.
Sin embargo, esa coincidencia todavía no parece sellarse del todo.
Hace más de un mes, Casaretto ya había comenzado con sus
críticas a las medidas del Gobierno. Parecen responder a
las presiones que tenemos de los centros económicos y el país
está esperando otro tipo de medidas, que den una respuesta más
clara a la problemática social, dijo entonces. Casi un mes
más tarde, volvió a pedir cambios y a apuntar su dedo hacia
la dirigencia del país. Espero que quede un poco de grandeza
en algunos hombres bien intencionados de nuestra dirigencia que
sin duda los hay que estén dispuestos a decir `¡Basta!
y encuentren caminos para mostrar a otros. A pesar de apelar constantemente
a la esperanza, el titular de Cáritas manifestó
con pesimismo que los cristianos están viviendo seguros de
que van a asistir a una mayor decadencia argentina.
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