Por Victoria Ginzberg
Hoy comenzará formalmente
en Mar del Plata el Juicio por la Verdad. La presentación de más
de una decena de organismos de derechos humanos y agrupaciones gremiales
y sociales para que La Feliz reconstruya su historia actualizó
el cuestionamiento del rol de la Justicia durante la última dictadura
militar en esa ciudad. Uno de los jueces del tribunal oral que llevará
adelante el proceso en el que se indagará sobre el destino de los
desaparecidos reclamó que se investigaran los contactos de un ex
fiscal y actual conjuez de la Cámara Federal de Apelaciones con
miembros de la ultraderechista Concentración Nacional Universitaria.
A partir de esa denuncia se desató una operación mediática
y jurídica para acotar el Juicio marplatense por la Verdad.
En 1975, Eduardo Daniel Giordano, ex policía de la provincia de
Buenos Aires, trabajaba como oficial de seguridad en la Facultad de Arquitectura
de Mar del Plata. Allí tuve la oportunidad de conocer, porque
manejaban la facultad, a esta banda armada denominada CNU y en muchas
oportunidades fui testigo presencial de cómo secuestraban gente,
declaró el hombre el 14 de abril de 1997 ante el juez español
Baltasar Garzón. Entre los miembros conocidos del CNU, el policía
mencionó a Eduardo Ullua. Eduardo Salvador Ullua, hoy preso por
contrabando y tráfico de estupefacientes en la Operación
Langostino, fue designado empleado con el cargo de auxiliar superior en
la fiscalía federal de Mar del Plata a cargo de Gustavo Demarchi
a fines de noviembre de 1974. Estuvo en esa oficina hasta el 14 de noviembre
de 1976. Cuando Demarchi lo contrató, Ullua estaba siendo investigado
por el asesinato de Silvia Filler, una estudiante de arquitectura que
el CNU mató el 6 de diciembre de 1971, durante una asamblea. En
esa época, Demarchi era, además de fiscal, coordinador académico
de la Universidad de Mar del Plata.
Ullua habría seguido actuando luego del 24 de marzo de 1976,
siempre al amparo de su condición de empleado judicial y con el
manejo de la información que el cargo posibilitaba. Debe investigarse
exhaustivamente si tuvo la colaboración de sus superiores en los
hechos relatados por el ex perito de la Policía Bonaerense (ante
Garzón). No deja de sorprender que la banda armada evocada operara
en el mismo ámbito físico en que el Dr. Demarchi cumplía
tareas como coordinador académico, expresó en una
denuncia el juez Roberto Falcone. El magistrado del tribunal oral que
compone junto a Mario Portela y Néstor Parra. pidió expresamente
que se investigara si los hechos de terrorismo perpetrados por Ullua fueron
realizados al amparo de la protección que le daba pertenecer
al Poder Judicial. Falcone destacó en su presentación,
realizada ante un juez de primera instancia, que los delitos cometidos
por la CNU son imprescriptibles y que las personas no comprendidas
en las leyes de Obediencia Debida y Punto Final podrían ser
juzgadas y condenadas por estos hechos.
Cuando Falcone solicitó que se investigara a Ullua .-lo que implicaba
indagar sobre los contactos del conjuez Demarchi con la ultraderechista
CNU no tardaron en hacerse oír las réplicas. El ex
fiscal en cuyo despacho recaían los nunca investigados pedidos
de hábeas corpus presentados por los familiares de desaparecidos
reclamó que se investigara su propio secuestro, petición
que fue recibida con desconfianza por los miembros de los organismos de
derechos humanos. El dice que estuvo desaparecido unas horas o un
día. Eso puede haber sido una maniobra preventiva o una interna
de los militares. Es claro que él está del lado de los victimarios
y no de las víctimas, expresó un abogado que participa
activamente en la comisión que impulsa el Juicio por la Verdad.
Además de denunciar su secuestro, Demarchi movió sus contactos
en la Justicia y logró que la Cámara Federal donde
se desempeña como conjuezreclamara para sí el expediente
que se había presentado ante el tribunal oral (ver recuadro). Funcionarios
judiciales y abogados marplatenses aseguran que el ex fiscal se valió
para esta maniobra del camarista Alejandro Tazza. Este juez fue acusado
ante el Consejo de la Magistratura local por enriquecimiento ilícito
e incumplimiento de los deberes de funcionario público. Entre los
hechos que se le imputan, figura que en distintas oportunidades le reguló
honorarios a su propio abogado: Gustavo Demarchi.
Mientras en los tribunales se ventilaban las sospechas contra el ex fiscal
y actual conjuez, los marplatenses recibían a través de
un semanario y una radio local información maliciosa sobre los
miembros del tribunal oral y su familia. Pese a las dificultades que se
presentaron en el camino, Portela, Falcone y Parra ya pusieron fecha a
la apertura del juicio. Hoy comenzarán a investigar el primer caso
sobre el que trabajarán: el secuestro de siete abogados en julio
de 1977, hecho que luego se conoció como La Noche de las
Corbatas. En febrero los jueces oirán a los testigos. Pero
en el transcurso del Juicio por la Verdad, el tribunal deberá decidir
si investiga a fondo al conjuez Demarchi y su vinculación con los
crímenes del CNU.
Judiciales del proceso
El ex fiscal Gustavo Demarchi, que fue candidato a intendente
del partido General Pueyrredón por el PJ en 1983, no es el
único miembro de la Justicia marplatense salpicado por sus
acciones durante la última dictadura militar. Víctor
Manuel Montti, actual fiscal ante la Cámara Federal de la
ciudad balnearia, era en 1976 secretario del juez federal Fernando
Mántaras, colaborador activo en la represión. El otro
secretario del juzgado era Víctor Hermes Brusa, destituido
de su cargo por haber atropellado con su lancha a un nadador y huir
sin prestarle socorro. En la remoción de Brusa tuvieron mucho
que ver los testimonios que varios sobrevivientes de los campos
de detención santafesinos hicieron ante el Consejo de la
Magistratura. Los ex detenidos relataron cómo Brusa los obligó
a firmar declaraciones obtenidas en sesiones de tortura y cómo
se reía y los amenazaba. Rubén Maulin declaró
ante la Conadep: Cuando nos toman declaraciones indagatorias
en la seccional 4, en presencia del juez federal Mántaras
y los secretarios Montti y Brusa, nos encontrábamos descalzos,
mojados y con signos de haber recibido apremios de todo tipo; y
como ignorando nuestro estado nos preguntaban si habíamos
sido objeto de malos tratos y ante nuestra respuesta afirmativa
respondieron que la habíamos sacado liviana.
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El Oral y no la Cámara
Pese a que en otras partes del país son las Cámaras
Federales las que llevan adelante los Juicios por la Verdad, en
Mar del Plata los organismos de derechos humanos optaron por hacer
la presentación en el Tribunal Oral. Uno de los motivos que
los llevaron a tomar esta decisión fue la presencia en la
Cámara de Gustavo Demarchi como conjuez, lo que implicaba
que si se producía una excusación o una recusación,
el ex fiscal podría haber intervenido como magistrado en
el juicio. Otra razón de peso para presentarse en el Tribunal
Oral, fue que la Cámara Federal, donde existe una vacante
disponible, se iba a completar por el juez de primera instancia
Daniel Vázquez. Este magistrado tenía desde 1995 una
denuncia sobre casos de desapariciones y nunca hizo un movimiento
en la causa. Vázquez según argumentaron los
organismos al defender la competencia del Tribunal Oral negó
a los denunciantes el carácter de parte, impidió la
presencia de los denunciantes en audiencias testimoniales, sólo
autorizó la presentación de interrogatorios por escrito
y archivó la causa en menos de un año. La Cámara
Federal .-con Demarchi en las sombras, según dicen en Mar
del Plata reclamó para sí el Juicio por la Verdad,
pero el Tribunal Oral ganó la pelea y confirmó que
será él el encargado de investigar el destino de los
desaparecidos.
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OPINION
Por Alberto Luis Zuppi *
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Volviendo sobre La
Tablada
El presidente de la Nación envió al Congreso antes
de partir para España a firmar la curiosa prórroga
de la explotación de Loma de la Lata, un proyecto de ley
modificatorio del Código Procesal Penal que tiene implicancia
directa con el caso de los condenados por el intento de copamiento
del cuartel militar de La Tablada. El nuevo texto, en lo principal,
copia el Proyecto del senador por San Luis, Alberto Rodríguez
Saá, que como se recordará, lleva varios meses en
el Congreso sin poder obtener tratamiento. En parte esa responsabilidad
se debió al conlicto interpretativo y de opiniones que enfrentaba
al proyecto Rodríguez Saá con el del diputado Torres
Molina: Rodríguez Saá agrega un inciso al recurso
de revisión del Código Procesal Penal, lo que presupone
que quien pueda plantear la revisión tenga la condición
de condenado por sentencia firme. Torres Molina, en cambio, en un
proyecto muy discutido pero que tuvo aval inicial de otros diputados,
derogaba en su proyecto de ley de defensa de la democracia por la
que fueron condenados y permitía que se planteara un recurso
de casación.
Si una persona puede recurrir a la casación es porque se
encuentra procesado y no condenado como requiere la revisión.
La diferencia no es menor pues si los condenados por La Tablada
fueran tenidos como procesados, el tiempo que llevan en detención
se computaría por la regla del dos por uno. por
cada día de procesado sin condena definitiva luego de los
dos años iniciales, se computan dos días de detención,
que en el caso de La Tablada sucedido hace 11 años, importaba
la libertad automática por agotamiento de la condena. A pesar
de las diferencias esenciales entre los dos proyectos la prensa
y varios legisladores, como lo vienen demostrando negándose
a dar quórum, los confundieron asimilándolos y negándose
a pagar el costo político de una libertad que no deseaban
quienes fueron condenados en plena época de gobierno constitucional.
El Proyecto del Poder Ejecutivo agrega una frase notable al inciso
creado diciendo: En todos los casos deberá considerarse
el período de detención cumplido por el peticionante,
como parte de la condena impuesta por sentencia firme. Sorprendente
este agregado que constituye una auténtica verdad de Perogrullo
en un gobierno donde tanto el presidente de la Nación como
el actual ministro de Justicia son dos reconocidos procesalistas:
lo expuesto equivale a decir en caso de condena, el tiempo
cumplido en condena debe tenerse como parte de la condena.
Flaco favor este agregado a un texto que no puede ser entendido
de otra manera. Pero en nuestro país la política y
sus costos hasta dominan el lenguaje de las leyes que suele ser
más preciso y con tal de que nadie entienda lo que es imposible
no entender, el proyecto del Ejecutivo regala esta aclaración
adicional.
En 1994 con la reforma de la Constitución se le concedió
jerarquía constitucional a varias Convenciones de Derechos
Humanos como sucede con el Pacto de San José de Costa Rica.
La Comisión Interamericana de dicho pacto, que recibe denuncias
de particulares cuando agotaron los recursos internos en los estados
miembros, y que se encuentra compuesta por reconocidos juristas
en derecho internacional como los profesores de la American University
Claudio Grossman y Bob Goldman, el profesor de Notre Dame Juan Méndez,
entre otros, declaró reiteradamente que Argentina violó
el Pacto con relación al procedimiento instaurado por la
Ley de Defensa de la Democracia nº 23.077. En efecto, el Pacto
de San José reconoce entre las garantías judiciales
la posibilidad de recurrir el fallo, y la ley por la que los implicados
en el copamiento de La Tablada fueron condenados establece una única
instancia. Es claro que el texto de la ley contraria al Pacto. La
comisión no dice que nadie deba ser libertado sino merece,
o que se aplique el famoso dos por uno. La comisión
que controla el cumplimiento del Pacto al que nos hemos obligado
internacionalmente reclama que se de posibilidad de doble instancia.
La revisión del caso tanto por el proyecto de Rodríguez
Saá como por el del presidente De laRúa conceden la
revisión y no disponen ninguna libertad. Esto queda reservado
para los jueces. Pero el Congreso no puede seguir jugando a las
escondidas.
La última instancia la ha jugado el poder judicial, donde
tanto la Cámara de Casación en una decisión
anterior como el martes la Corte Suprema, con la disidencia del
ministro Petracchi, rechazando un hábeas corpus presentado,
se negaron a declarar admisible una revisión que gracias
a la inacción de los legisladores, no se encuentra aún
prevista en el procedimiento penal vigente. Otro flaco favor a la
justicia. Cuando la política impone el ritmo con el que se
deben tomar las decisiones, los jueces del máximo tribunal
demostraron poder dar libre rienda a su imaginación con creaciones
como la del per saltum, sin lugar a dudas, mucho más dudosa
que habilitar en el caso que comentamos una segunda instancia ante
compromisos internacionales asumidos. Pero ya que somos tan imaginativos,
¿no habrá llegado la hora de considerar un decreto
de necesidad y urgencia que solucione la ausencia en el recinto
de los legisladores del propio partido gobernante? Estaremos quizás
aburridos o dominados, pero se espera de un estadista que no nos
deje perdurar en el incumplimiento de las obligaciones internacionales
y que de los pasos para habilitar la segunda instancia que reiteradamente,
con vergüenza ajena se nos viene reclamando.
Argentina se ha comprometido a respetar los derechos concedidos
en el Pacto y a garantizar su ejercicio y ha recibido claras recomendaciones
de la Comisión que debería seguir, tanto por ser las
mismas vinculantes como organismo de verificación de incumplimiento
constatado de forma irrebatible, como por ser anticipo de una segura
condena judicial de la Corte de San José. Perseverando en
el incumplimiento de las obligaciones internacionales Argentina
sólo incrementa su responsabilidad. Eso significa que la
inacción de los que nos representan terminaremos pagándola
todos.
* Doctor en Derecho, Universidad del Sarre (R.F.A.). Profesor
U.B.A.
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