Por Luis Bruschtein
Julio Marenales Sáenz
es un hombre alto y delgado, tiene el pelo corto, crespo y canoso. Hace
36 años fundó, junto con el abogado Raúl Sendic y
otros militantes políticos y sindicales, el Movimiento de Liberación
Nacional, Tupamaros, en Uruguay. Lo hacíamos porque pensábamos
que era lo que teníamos que hacer, nos pusimos a trabajar y pasó
lo que pasó..., afirma sin falsa modestia cuando recuerda
las primeras reuniones en las que participaban militantes de distintos
orígenes partidarios. Marenales era obrero picapedrero y militaba
en el Partido Socialista. Estuvo 16 años en prisión durante
la dictadura militar. En la actualidad, trabaja como carpintero, y es
uno de los principales dirigentes de la agrupación que forma parte
del Frente Amplio y cuenta con varios legisladores propios. Muchas de
las audaces acciones de los Tupamaros en los 60 y 70, que por lo general
tenían un fin más propagandístico que militar usando
más despliegue de inteligencia y astucia que de violencia, los
llevaron a convertirse en una verdadera leyenda en el continente. Es prácticamente
la única organización guerrillera de los países del
Cono Sur que sobrevivió tanto a las dictaduras como al retorno
de la democracia y que mantuvo intacto su prestigio. Nosotros en
realidad nunca fuimos una guerrilla propiamente dicha explica
nunca buscamos un crecimiento de tipo militar, nuestro objetivo era el
crecimiento político, éramos una organización política
que en ese momento tomaba las armas para hacer política.
Estuvo sólo dos días en la Argentina para participar en
el acto para conmemorar los 20 años de la entrega del Premio Nobel
de la Paz a Adolfo Pérez Esquivel y para realizar gestiones por
la situación de los presos de La Tablada en huelga de hambre.
Dentro de un mes cumplo 71 años. Cuando empezó el
movimiento, en 1964, yo tenía 34 años. Yo era obrero picapedrero
y terminé siendo escultor en piedra, que es una categoría
dentro del oficio. Trabajaba en un taller donde se hacían panteones
pero también se hacían esculturas, o sea el escultor venía
con el modelo hecho en yeso y yo lo trabajaba en la piedra. En ese entonces
era militante sindical y estaba también en el Partido Socialista
con algunos de los que después participaron en la creación
del MLN Tupamaros, entre ellos Raúl Sendic.
¿Cómo se integró el grupo que fundó
los Tupamaros?
En realidad el grupo fundador fue un grupo de personas que comenzaron
haciendo un trabajo de apoyo al movimiento de los obreros cañeros,
el movimiento de trabajadores del Norte, de la caña de azúcar,
que vivían bajo condiciones de explotación verdaderamente
impresionantes. Hicieron cuatro marchas desde el Norte del país
hasta la capital, pasando por los pueblos y hablando de sus problemas.
Hubo un grupo de personas, sindicalistas, miembros de los partidos políticos
de izquierda, no los partidos en sí sino algunos de sus integrantes,
compañeros de origen anarquista, que empezamos a hacer un trabajo
de apoyo al movimiento cañero y a partir de ese trabajo y a partir
de la situación de violencia que comenzaba a vivirse en el país,
bueno, llegó un momento en que empezamos a discutir políticamente
y al final decidimos la estructuración de un movimiento que hiciera
política de otra manera. Teníamos que demostrar a la gente
que estaba muy escéptica, que había hombres que eran capaces
de ser coherentes y actuar de acuerdo a lo que pensábamos.
Han pasado casi 35 años desde ese momento. ¿Qué
balance hace de ese período político, qué es lo que
ha cambiado en ustedes?
La decisión entre nosotros es la misma, integrar un movimiento
genéricamente socialista. Digo genéricamente porque nosotros
nunca, a pesar de que se nos acusó de ser iluminados, nunca tuvimos
el atrevimiento de hacer un modelo de sociedad socialista para el pueblo
uruguayo. Hemos entendido y lo seguimos entendiendo de que cada pueblo
va construyendo su historia por sí mismo y ese modelo se irá
elaborando en el proceso histórico. Nosotros seguimos manteniendo
esa idea y entendemos que las condiciones que dieron origen al movimiento
han empeorado tremendamente.La situación del país, la situación
de miseria, de falta de trabajo, es mucho peor ahora que cuando nosotros
comenzamos. La diferencia está en que los movimientos populares,
aunque han crecido en Uruguay, yo diría que su profundidad es poca,
es decir, después de la dictadura y todo lo que pasó en
general en América latina, en Argentina también, hablar
en estos momentos de la toma del poder, del problema del socialismo, es
bastante incomprensible para mucha gente. El movimiento en Uruguay ha
crecido, pero le falta profundidad. Las temáticas profundas no
se encaran ahora, pero es un movimiento que se ha extendido más.
En general, en casi toda América Latina, los movimientos
populares ya no se manejan con programas tan estructurados como en los
años 70, se habla más del movimiento social...
En realidad nunca pensamos que nosotros solos, como un grupo político
de un solo país, fuéramos capaces de ganar una lucha de
liberación, siempre nos sentimos parte de esa lucha, pero no los
únicos. Porque nosotros nos llamamos Movimiento de Liberación
Nacional, entendiendo por eso que no hay posibilidad de una transformación
profunda de nuestras sociedades sin romper la estructura de dependencia
que tenemos todos en América latina, y muchos otros en el mundo.
Pero es indudable que en el mundo actual, por obra de la globalización,
del neoliberalismo, se ha extendido la miseria de manera impresionante
en todo el continente. Falta, lógicamente, lograr una cohesión,
una capacidad organizativa, una modalidad de lucha y de enfrentamiento.
En otra época, cuando surgió el movimiento y la propuesta
se desarrollaba quizás por senderos más precisos, tampoco
pensábamos que éramos capaces nosotros solos de hacer eso,
sino que era un movimiento de conjunto, y no sólo en el Uruguay,
sino en todo el Continente. Nosotros acuñamos en el año
67, el concepto de continentalidad de la lucha y lo seguimos sosteniendo.
Creemos que la historia lo ha demostrado positivamente. Si no vamos todos
unidos no podemos llegar a la victoria...
¿Ustedes consideran que la dictadura fue una derrota para
el movimiento?
Nosotros consideramos que tuvimos una derrota militar, no política.
Si hubiera sido una derrota política, el movimiento hubiera desaparecido,
como desaparecieron otros en el continente. Nosotros, en la nueva época
y a partir de la salida de nuestros presos, iniciamos la reorganización
del Movimiento y hoy, si bien es un movimiento pequeño, tiene incidencia
importante en un movimiento un poco mayor que se llama Movimiento de Participación
Popular, originado en una convocatoria que hicimos los Tupamaros. Ese
movimiento sacó en la última elección 130 mil votos,
tiene cuatro diputados y dos senadores. O sea que desde el punto de vista
electoral ha tenido un crecimiento interesante. No se trata que las soluciones
de todos los problemas están en el Parlamento, aunque consideramos
que es un frente más de trabajo político. Y entendemos que
tiene su importancia y que tiene que ser aprovechada esa presencia a nivel
de la institucionalidad para desarrollar el trabajo en la sociedad civil,
en la organización de la gente. Nosotros tenemos decidido que nuestros
parlamentarios no tienen que hacer un parlamentarismo encerrados entre
cuatro paredes sino que tienen que estar afuera, en la calle, con la gente,
que la gente los conozca, sepa quiénes son y les hagan llegar sus
reclamos, sus necesidades, el discurso nos de arriba hacia abajo, sino
al revés, de abajo hacia arriba.
¿Y tienen relación con organizaciones gremiales, barriales
y demás?
Naturalmente que sí, con cooperativas, ocupaciones de terrenos
para la vivienda, en el campo en este momento en Uruguay hay organizaciones
importantes de pequeños y medianos productores rurales que están
en una situación extremadamente grave y en ese movimiento nosotros
tenemos una participación en la medida de nuestras fuerzas, entendiendo
que es absolutamente importante que la sociedad civil se organice para
resistir a este modelo neoliberal. Este modelo implica también
la profesionalización de los políticos, es una especie de
carrera profesional. ¿Ustedes se consideran políticos profesionales?
Eso pasa con los políticos al uso tradicional. Yo soy un
carpintero, no soy profesional de la política. Siempre hice política
para no regalarle la política a los políticos que nos han
fundido a todos y nuestro movimiento se integra con hombres que son trabajadores.
Sin duda que ahora, los compañeros que tenemos en el Parlamento
se han profesionalizado, pero tenemos un organismo para trabajar muy pegados
a ellos, no son los compañeros que desarrollan su militancia a
nivel de la institucionalidad los que establecen los lineamientos políticos
sino que lo hace este organismo y esos compañeros se ciñen
a esos lineamientos. Nuestro compañero Pepe Mugica, cuando era
diputado seguía vendiendo flores. Ahora que es senador, el tiempo
no le da para tanto, porque las exigencias son muchas, pero tampoco considera
que su trabajo en el Parlamento es estar entre cuatro paredes. El Pepe
Mugica recorre el país permanentemente.
¿Qué diferencia ven ustedes en la práctica
política de los 60 y 70 y la de ahora? Parecería
que la de ahora es más compleja...
Sin caer en el simplismo, en los 60 nosotros entendíamos
que el problema era la toma del poder como fuere y ese era un elemento
absolutamente esencial. Seguimos considerando que el control del poder
real, que no es sólo tener el gobierno, sino también tener
control de las finanzas, de los medios de producción y de las armas,
pensamos que un gobierno popular es difícil que tenga ese control.
Pero creo que antes nos parecía que llegando a la toma del poder
político, las cosas podían avanzar con mucha más
rapidez. Sin embargo, observando el fenómeno de la revolución
nicaragüense o el fenómeno propio de la revolución
cubana, vemos ahora que la cosa es mucho más difícil que
lo que pudimos haber pensado en algún momento. Es una condición
indispensable el control del poder, pero no es absolutamente suficiente,
porque el cuadro de situación también depende de las coordenadas
de la situación mundial, de la situación hemisférica,
incluso de lo que está pasando con nuestros vecinos. Por eso pensamos
cada vez más que hay que hacer una lucha conjunta y para nosotros,
los Tupamaros, tan importante como lo que pasa en Uruguay, es lo que pasa
en América latina.
Cuando se está en la lucha armada también es más
sencillo identificar al enemigo, porque es el que tiene las armas del
otro lado...
Incluso en la situación de dictadura, era todo contra el
enemigo común, ahora la cosa se confunde más y se entra
en las contradicciones, los diferentes intereses de los diferentes sectores
sociales, es más complejo. Era más fácil andar a
los tiros...
Los Tupamaros han sido prácticamente la única organización
guerrillera de los países del Cono Sur que sobrevivió a
las dictaduras. ¿Cuál piensa usted que fue la razón
de esa sobrevivencia?
En parte creo que no es mérito nuestro sino de los militares
uruguayos. A nosotros no nos mataron a todos, como sucedió acá
en la Argentina. No tenemos 30 mil desaparecidos.
Pero el MIR chileno también se disolvió y a ellos
tampoco los mataron a todos...
Bueno, nosotros no somos políticos profesionales como la
gente entiende, pero somos seres políticos. Nosotros en realidad
nunca fuimos una guerrilla. Fuimos un movimiento que hacía un trabajo
de acumulación con las armas, hacíamos propaganda armada,
hacíamos política, no fuimos una guerrilla que quería
un crecimiento militar, nuestro objetivo era el crecimiento político,
lo cual no implica que en algún momento no anduvimos mucho más
a los tiros que otra cosa. Yo creo que eso se demostró cuando salimos
de la cárcel, donde había compañeros con posiciones
bastante distintas fruto de tantos años de aislamiento y experiencias
distintas. Nos llevó mucho tiempo, no diría hacer una amalgama
o una síntesis, no sési hemos llegado a hacer una síntesis
todavía, pero por lo menos tratamos de encontrar comunes denominadores
entre todos los que habíamos tenido una experiencia diferente y
que accionaban sobre nuestras cabezas, los presos, los que quedaron en
el Uruguay, los del exilio, incluso la experiencia de los presos era distinta
porque dependía del momento en que habían entrado a prisión,
no fue una tarea fácil. Sobre esas bases tan heterogéneas
empezamos a trabajar y apenas salimos de la cárcel nos encerramos
a discutir varios días. Y a lo largo de este tiempo, esos comunes
denominadores se han ido ampliando, creciendo y profundizando. Yo creo
que la mayoría de nosotros tenía también una experiencia
anterior más larga en los partidos de los que proveníamos
y una experiencia en los movimientos gremiales, sociales. Muchos ya teníamos
años de militancia cuando se fundó el MLN y eso contribuyó
a darle un enfoque al movimiento.
¿Usted también estuvo preso en los famosos aljibes,
donde tuvieron a gran parte de la conducción de los tupamaros?
Yo estuve 16 años en la cárcel. El famoso aljibe no
es como la gente cree, esos que son de las casas, como pozos circulares
cavados en la tierra. No, era el depósito de agua de un cuartel.
Allí estuvo Raúl Sendic también. En ese momento yo
ya estaba casado y tenía hijos. Tuve nietos y ahora tengo bisnietos.
¿Y cómo pudo sostener esa relación familiar
durante esos 35 años de luchas?
Bueno, cuando estuve los 16 años preso, tenía las
visitas familiares de una vez por mes. Cuando estuve clandestino, bueno,
nada, ningún contacto con la familia. Y ahora, quedé viudo
hace dos años. Vivo con un nieto de diez años. Vive conmigo,
no quiso vivir con los padres y se quedó conmigo... Y continúo
la militancia. Ahora en estos momentos estoy, pienso, en los tramos finales
de la jubilación. Pero la jubilación profesional, desde
el punto de vista de ganarme el pan con el sudor de la frente, porque
ya no da el cuerpo, el trabajo de carpintero requiere también un
esfuerzo físico ¿no? Pero la militancia política
no la dejo, nooooooo, todo lo contrario, me voy a dedicar de lleno todo
lo que pueda. Tengo que aprovechar los últimos años que
me quedan antes de volverme gagá, uno nunca lo sabe a eso.
En las primeras reuniones de aquel grupo fundador de los Tupamaros,
¿ustedes tenían idea de la importancia que tendría
en los años posteriores lo que estaban haciendo?
No, no, de ninguna manera. Lo hacíamos porque pensábamos
que era lo que teníamos que hacer, nos pusimos a trabajar y pasó
lo que pasó...
¿Hay un reconocimiento en general de la sociedad uruguaya
a ustedes como luchadores políticos?
Sí, yo diría que hay un reconocimiento en ese sentido,
hay un respeto más allá de las posiciones, nadie podrá
decir que no fuimos consecuentes con nuestras ideas y con nuestra lucha.
Pero además, también tenemos que cuidarnos, porque es como
si los otros partidos, incluso los de izquierda, nos pusieran bajo la
lupa y analizaran al detalle cada cosa que decimos, cada una de nuestras
posiciones.
¿Por
que Julio Marenales?
Por L. B.
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Puede ser que en la historia de los tupamaros uruguayos haya lecciones
con respecto a la historia de los argentinos. Sobre todo con respecto
a una visión crítica de las organizaciones guerrilleras
argentinas de los años 70. Porque lejos de disolverse, el MLN
Tupamaros tuvo la suficiente madurez como para hacer una relectura
de la realidad. Y esta nueva lectura no los llevó a doblegarse
sino a encontrar un lugar también como protagonistas de los
cambios en esa nueva realidad. Quisimos demostrar que se podía
hacer política de otra forma recuerda Marenales las primeras
discusiones que llevaron a la fundación del MLN que había
hombres dispuestos a ser consecuentes con sus ideas. En ese
momento fue el camino de las armas. Nosotros consideramos que
fuimos derrotados militarmente pero no políticamente
agrega. Y ante la nueva realidad encontraron nuevas formas de llevar
adelante lo que se habían propuesto en 1964. El senador Pepe
Mugica siguió teniendo hasta hace poco un puesto de venta de
flores y asiste al Congreso en una vieja motocicleta. El mismo Marenales,
que era obrero de oficio en el momento fundacional, todavía
trabaja como carpintero. Nosotros somos seres políticos,
pero no políticos profesionales al uso tradicional subraya.
En muchos casos, el discurso transformador es el mismo que el de hace
36 años, se habla de transformar la sociedad hacia formas más
independientes para su país y equitativas para el pueblo. Pero
es un discurso sin triunfalismo superficial, que mantiene la idea
guevarista del ejemplo, pero apunta a la organización popular
y al desarrollo de los movimientos sociales.
Los tupamaros tienen orgullo de lo que son, de la historia que han
construido. Recuperan esa historia, incluso con una visión
crítica. No hay un corte, pese a los cambios. En la medida
que logran esa recuperación de su historia, sabiendo que cargar
con historia siempre es un límite, al mismo tiempo potencia
su capacidad de aportar, desde un lugar legítimo, a la sociedad
uruguaya. |
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