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Un operativo para salir a la caza
de quienes manejan alcoholizados

Los auxiliares vecinales saldrán, pipeta en mano, a controlar la alcoholemia. Será preventivo, pero también habrá multas.

Si el conductor supera la medida, no podrá seguir conduciendo.
Puede esperar a que se le pase o llamar a un familiar o amigo.

Por Cristian Alarcón

Desde esta semana, quienes hayan alegrado sus horas con alguna bebida espirituosa y manejen un auto o una moto por las calles de Buenos Aires deberán pensarlo dos veces antes de sentarse al volante. La Secretaría de Justicia y Seguridad del gobierno porteño lanza una campaña de prevención de accidentes de tránsito que incluirá avisos publicitarios y un operativo de control a cargo de auxiliares vecinales que harán soplar una pipeta a los choferes para determinar si han consumido más alcohol de lo debido.
“Esta no es una campaña contra el alcohol, si no para exhortar a las personas a tomar conciencia sobre los efectos del consumo en los reflejos y en la capacidad para conducir sin riesgos”, aclaró el titular del área, Facundo Suárez Lastra a Página/12.
Hasta el momento no se había lanzado en la ciudad un programa intensivo para hacer retroceder las cifras alarmantes de accidentes viales, la mayoría de las veces, producto de la borrachera de los conductores. Según los estudios analizados durante al redacción del Código de Convivencia y luego por la Defensoría del Pueblo porteña, el 57 por ciento de los homicidios culposos de la capital ocurren no por el disparo de un arma de fuego sino por el de los autos chocadores. Ese índice es uno de los más altos del mundo. Por ese motivo, el gobierno emprende una campaña en la que destaca que el control no es el fin último sino “un medio para que la gente que maneja no tome le dé las llaves a alguien sobrio o se tome un medio de transporte público”, explicó Suárez Lastra.
Afiches callejeros, folletos que explican la pérdida de lucidez que produce el alcohol en la sangre y stickers harán hincapié en no mezclar la juerga con el volante. En los medios de transporte se verán cartelitos que dirán “Si tomás, tomate un taxi” o “Si tomás, tomate un micro”, según el caso. En los peajes de las autopistas que cruzan la ciudad, los automovilistas recibirán un folleto en el cual se explican las consecuencias de conducir borracho y las medidas de alcohol que el cuerpo tolera sin poner en riesgo de la vida al conducir. El parámetro internacional indica que es posible manejar teniendo hasta 50 miligramos de alcohol en sangre.
“Vamos a utilizar un método electrónico con boquilla descartable que al soplar da la cantidad de alcohol en sangre, un trabajo realizado por los auxiliares vecinales que además explicarán el porqué de la campaña”, anunció Suárez Lastra. Esos operativos serán una tarea coordinada entre la Secretaría de Justicia y Seguridad, la Policía Federal y el SAME. En el caso de que usted sea una de esas personas que con más de dos vasos de vino en el cuerpo arranca el auto y es sorprendido al soplar la pipeta tendrá varias posibilidades para continuar camino. Eso sí, antes la policía le labrará un acta de contravención que, luego de pasar por las manos de un juez contravencional, podrá significar una multa, o la inhabilitación temporal del carnet de conductor.
Luego del mal trago del acta, si el beodo tiene a su lado a un sobrio que maneja podrá ser él quien se lleve el coche. Si son tal para cual, el infractor deberá dejar el auto en el lugar y regresar cuando esté en condiciones de soplar sin llegar a cincuenta. Quizás dos tazas de café y una caminata basten. Quizás sea necesaria una siesta de día completo. En el caso de que la borrachera fuera asesina, entonces el mamado puede llegar a ser enviado en una ambulancia del SAME a un hospital. Y si el ebrio es valiente, entonces hasta podrá llamar por teléfono para que un familiar, un amigo, o hasta a su propio marido o esposa pase por él y su carro. Eso sí, que el que vaya al rescate esté en condiciones de soplar sin vahos. Y de hacer el cuatro.

 


 

LEY DE PLANIFICACION FAMILIAR
La Rioja con salud sexual

La Legislatura de La Rioja sancionó una ley destinada a promover la planificación familiar responsable que, entre otras cosas, prevé la entrega de anticonceptivos por parte de organismos oficiales y promueve el inicio de la educación sexual en las escuelas en el séptimo año del período de EGB. La norma, sin embargo, podría ser vetada por el gobierno provincial, de estrechos vínculos con el obispo local Fabriciano Sigampa, teniendo en cuenta que la jerarquía católica viene desplegando un amplio lobby para frenar la aprobación de este tipo de normativas en todo el país.
De acuerdo con el texto de la norma, llamada “Programa integral de salud sexual y reproductiva”, el objetivo es evitar “la propagación de enfermedades sexuales como el sida” y las afecciones llamadas ETS, como la sífilis. Los legisladores, a través de la nueva ley, pretenden evitar “los hijos no deseados en las familias y las jóvenes solteras, los abortos clandestinos y los encubiertos” que son, sostiene el texto de la ley, “causantes de muerte” para muchas mujeres.
La ley no especifica los métodos anticonceptivos que podrán ser recetados y sólo se refiere a “todos los autorizados por el organismo competente al momento”, pero beneficia con el acceso a esta posibilidad a todos los pacientes que se atiendan en hospitales públicos y a los afiliados a APOS, la obra social del Estado riojano. En el artículo cuarto, uno de los más discutidos en la Comisión de Salud, está previsto que “los métodos anticonceptivos deberán ser de carácter reversible y transitorios y serán elegidos voluntariamente por los beneficiarios, salvo indicación médica específica”.

 

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