Por Julián
Gorodischer
A este hombre le dedicaron
los insultos más creativos. Primero lo sorprendieron desde el teléfono
con algún Gordo bolú... cuando, ingenuo, atendió
un llamado en su programa De Renzis: Ayer y Hoy (por el canal
de cable PyE, de lunes a viernes a las 0.30 horas). La escalada fue en
aumento, y el hombre se hizo famoso en los programas de archivo de la
TV abierta. El cable daba vida a un nuevo objeto de culto, antes un gris
presentador de otro pequeño espacio político. Ahora, después
de que le dijeron las palabras más soeces, él disfruta del
resultado conseguido: Batí todos los récords de audiencia
en el cable, asegura a Página/12, unos minutos antes de que
su programa salga al aire.
La escalada agresiva frenó junto con el fin de las campañas.
Lo explica: Fueron rencores partidarios, fui un duhaldista reconocido.
Pero en los picos del hábito de insultarlo, De Renzis escuchó
las bromas pesadas más originales. El factor sorpresa nunca estuvo
ausente. La charla comienza, por caso, en el primer programa interactivo
de la tele, y alguien le sigue el juego que más le gusta:
la queja y el reclamo. Con la bandera argentina como fondo, con ese tono
pretencioso con el que habla de recuperar la dignidad de los argentinos
o de la segunda independencia de la Patria, el hombre escucha
en permanente movimiento. Su desplazamiento es constante: recorre todos
los rincones del estudio, desorientando a las cámaras. De pronto,
la voz del otro lado quiebra el tono: De Renzis, tengo una duda....
El conductor detiene el relato de esa anécdota. Podés
imaginar lo que vino después, dice al cronista. Pregunté
cuál, y me respondieron: la podonga. Otras veces,
la dedicatoria es más personal y lo coloca en un primer plano.
El que aparece en esos casos es un brutal cambio de registro: el programa
político se transforma en una comedia. El mismo conductor que auspicia
la creación de un movimiento para sacar adelante a la Argentina,
el que recomienda complejas operaciones financieras a quien pide sus consejos,
escucha, impasible, los violentos juicios sobre su gordura. A De Renzis
que ahora tiene una propuesta de la TV abierta, para llevar la escena
del desconcierto a un nivel masivo le dijeron de todo. Escuchó
atento, motivado por la premisa que sostiene en la entrevista:
A mí no me insulta quien quiere, sino quien puede. El resto
no me llega.
¿Generar un espacio televisivo para que lo agredan por teléfono
no es una actitud masoquista?
Este país sufrió demasiado para que yo no permita
que la gente se exprese. Todo empezó como una cuestión política,
porque dije públicamente que iba a votar a Duhalde. Se prendieron
los pibes como una gracia. Agreden en dos o tres minutos, porque total
no te conocen. Primero no dije nada, después puse los números
al aire y se ocupó la gente.
Se refiere a su gente. Stella Maris ha sido invitada para
contar su militancia en Argentina Viva, el grupo que De Renzis comanda
sin ninguna intención de candidatearse. ¿Qué
decimos?, pregunta a su ídolo, antes de que la luz se encienda,
como si sólo él pudiera aleccionarla. Lo que quieras,
responde el pluralista, que conoce de memoria lo que vendrá:
Stella Maris gritando a la lente: Levantemos este país,
y la posterior invitación del conductor al encuentro del próximo
sábado. Porque sólo la gente puede salvar a la Argentina
que sangra. Su gente, claro.
Poco más tarde viene lo divertido: un nuevo llamado. Pasan, uno
tras otro, los apoyos a la cruzada del periodista, flamante (aunque no
reconocido) líder político. Pero el anzuelo está
tirado. En cualquier momento todo puede cambiar, como otras veces, cuando
el espectador asume que vale la pena exponer al conductor para romper
el contracté de la pantalla chica. El mismo De Renzis prefiere
conceder antes que condenaresos insultos: Por momentos pienso que
son una gran estupidez; otras veces creo que puede ser interesante analizarlos.
|