OPINION
¡Está bien!
Por Alfredo Zaiat
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Muchas cosas se le pueden criticar a José Luis Machinea, pero nadie puede reprobarlo por no asumir su responsabilidad. No se comporta como esos economistas que pasaron por la función pública que dicen que no tuvieron nada que ver con los efectos perversos sobre el desarrollo del país, como el caso de Domingo Cavallo y la estatización de la deuda externa privada en 1982. Con el rescate financiero a los acreedores de Argentina, Machinea asumió plenamente el fracaso de la política económica aplicada en los últimos doce meses. El riesgo a la cesación de pagos, que disparó ese socorro millonario, tuvo su origen en los errores de la estrategia empleada para salir de la recesión y crecer, y en la impericia mostrada en la administración de la deuda. Y Machinea, correctamente, se ocupó de conseguir el salvataje luego de provocar el naufragio.
A esta altura hasta Fernando de la Rúa está convencido de que el aumento de impuesto a principios de año fue una equivocación, abortando la incipiente recuperación que se arrastraba del último trimestre del �99, al impactar negativamente en las expectativas de consumo. Clima pesimista que, con una fervorosa militancia ortodoxa, los muchachos de Machinea se ocuparon de alimentar con la rebaja de los salarios estatales. Así, aceleraron la recesión al difundir temor por los ingresos futuros entre los sectores medios con capacidad de compra.
El proyecto de reforma previsional que recorta las futuras jubilaciones fue otra increíble torpeza, motorizada por el progresista jefe de asesores de Economía Pablo Gerchunoff. Profundizó el mal humor al lanzarse en un escenario social sensibilizado por la disminución de ingresos.
Si todas esas medidas de agresión al sentido común de cualquiera que busque iniciar un proceso de crecimiento no hubiesen sido suficientes, Machinea impulsó el tarifazo del transporte. Este insólito desacierto implicó un costo político enorme para el Gobierno, que tuvo que dar marcha atrás ante fallos de la Justicia en contra. Ese ajuste, defendido por el eterno secretario Jorge Kogan fue otra embestida a los ya enflaquecidos bolsillos de la población en un contexto de retracción del consumo.
Resulta obvio, entonces, que poco se hizo para generar un escenario de crecimiento. Y sin aumento del Producto, las cuentas fiscales se debilitaron y los acreedores empezaron a temer con razón que Argentina no podrían honrar los compromisos de deuda.
Hubo, además, una sorprendente ineptitud en el manejo de las finanzas. En la city coinciden en remarcar la incapacidad mostrada por el secretario de Finanzas, Daniel Marx, en el manejo del colchón financiero. Esa reserva o prefinanciamiento del gobierno de tres a seis meses, según los momentos, era el blindaje informal que Argentina había construido en los últimos años. El mal manejo de la liquidez apostando a que las tasas iban a bajar, cosa que no sucedió, fue licuando esa defensa financiera.
Machinea asumió, entonces, su responsabilidad de todo lo que hizo. Y trabajó para obtener el salvataje. ¡Está bien! |
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