UNO Por fin se acabó para que por fin empiece. Por las dudas, claro, miramos nuestra cuota diaria de CNN, no fuera ser que en un arrebato de locura mediática algunos electores se dieran vuelta a último momento y... Pero no: los periodistas políticos vuelven a casa a pasar las fiestas y, aunque a más de uno le cueste admitirlo, van a extrañar todo esto. DOS Pensar en las últimas elecciones norteamericanas como uno de esos fenómenos inesperados y norteamericanos del tipo The Blair Witch Project, film barato en hechura y multimillonario en recaudaciones. Nadie esperaba el limbo/dimensión desconocida de Bush & Gore y, seguro, ya se están escribiendo ensayos, comedias, video-games sobre el asunto. 30 y pico de días que conmovieron al mundo y a los americanos, un paréntesis en el orden establecido de las cosas, un loop constante como el de Bill Murray en Groundhog Day, uno de esos temas de conversación que abarcan todos los temas y proponen una realidad alternativa. Harrison Ford, dicen, tuvo la astucia de elegir el ojo de la tormenta para dar la noticia de su divorcio y, así, hoy casi nadie sabe que Harrison Ford se divorció. Ni siquiera él. TRES Ahora, la supuesta normalidad. Bushito el tipo ese de la sonrisita constante ya empezó a hablar del escudo anti-misiles (saludos a Putin), de Irak (obsesión yanqui que no hace más que poner de manifiesto que las patrias de Reagan y de Saddam son probablemente los dos países más sexualmente retorcidos del planeta y, por lo tanto, no pueden vivir el uno sin el otro) y acaba de nombrar secretario de Estado a Colin Powell, héroe indiscutido e inmaculado de aquella Guerra del Golfo también cortesía de CNN. Es la segunda gran venida de Powell, quien ya estuvo a punto de ser beatificado a mediados de los 90 por el norteamericano medio como Afroamericano Admirable Cuya Consagración Nos Redime de Nuestras Culpas Para Con Su Raza. El problema es que justo ahí Michael Jackson y O. J. Simpson se volvieron un tanto inestables y la opinión pública retrocedió en masa pensando que, bueno, con la furia bíblica de Jesse Jackson y el comicastro de turno y el rapper del momento ya tenemos suficiente por el momento. CUATRO El retorno de Colin Powell sumado al triunfo de Hillary Clinton en el Senado (quien acaba de recibir U$S 8.000.000 por sus memorias casablanqueras y será, durante los próximos cuatro años, una de las demócratas más poderosas) no hacen más que asentar las bases para los efectos especiales de la próxima gran película, esta vez calculada al milímetro por los grandes estudios. ¿Cómo superar el éxito de estas pasadas elecciones? Fácil: enfrentar a la primera mujer norteamericana candidata a la presidencia (en lo que a mí respecta no creo que haya personaje más prometedor que el de Bill Clinton como Primer Damo) con el primer norteamericano de color candidato a la presidencia, y encender los televisores color blanca versus negro y a ver qué pasa. Por suerte, cada vez falta menos.
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