Por Eduardo Videla
Buenos Aires tiene, a partir
de ahora, una nueva utopía: la de convertirse en una de las capitales
en el mundo de la moda y el diseño, y exportar colecciones creadas
y producidas en la Argentina, en pequeña escala y con alto valor
agregado, no sólo al Mercosur sino a Estados Unidos o Europa. Para
lograrlo, el gobierno porteño acaba de crear la Agencia de Desarrollo
de la Industria de la Indumentaria y la Moda, que nuclea a diseñadores,
empresarios textiles y de la indumentaria, con apoyo técnico del
Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI). Anunció
además, para marzo, la primera Semana de la Moda en Buenos Aires,
que oficiará de vidriera del programa, con la idea de disputar
la hegemonía que en la región tiene el Morumbí Fashion,
de San Pablo.
Por primera vez en el país, la creatividad de los diseñadores
podrá marchar de la mano con el interés por salir a flote
de las empresas textiles y los confeccionistas, agobiados por la competencia
externa. El programa fue presentado ayer por el jefe de gobierno, Aníbal
Ibarra, en los elegantes jardines del Museo Fernández Blanco, ante
la presencia de modelos que lucieron, justamente, prendas creadas por
diseñadores locales.
¿Por qué no podemos ser nosotros diseñadores
de tendencias, como los franceses y los italianos?, se preguntó
Marcelo Senra, uno de los creadores convocados al encuentro. Hasta
ahora, los empresarios no han tenido en cuenta a los diseñadores
para crear nuevas telas, lo que nos obliga a comprar afuera. Ahora podremos
diseñar a través de ellos, agrega. Laura Valenzuela,
que ha logrado con esfuerzo colocar sus productos en Estados Unidos, invita
a tomar el ejemplo de Brasil donde la industria textil apoya a los
diseñadores.
El perfil imaginado para proyectar la moda local es el segmento del diseño
sofisticado. Producciones más personalizadas, en cantidades
reducidas, productos no masivos, sostiene Valenzuela. No precisamente
alta costura pero sí prendas diferenciadas para un nivel de consumo
alto, con un costo de 100 a 300 dólares.
La clave es no trabajar a gran escala, sino con series cortas, con
productos que se diferencien, explicó a Página/12
el secretario de Desarrollo Económico, Eduardo Hecker, uno de los
impulsores del proyecto. Sabemos que no podemos competir con países
que producen a gran escala, con mano de obra barata, como China, la India,
o Brasil. La ventaja de Buenos Aires y de la Argentina está dada
por la capacidad de innovación y de producción diferenciada,
argumentó.
Según el secretario de Cultura, Jorge Telerman también
impulsor del proyecto, la Agencia de Desarrollo de la Indumentaria
y la Moda actuará como un espacio articulador de aspectos
creativos y productivos. En ese marco se programaron para marzo
y para agosto sendas presentaciones de temporada. El gobierno porteño
se encargará de la organización y la difusión de
los eventos, donde se expondrán las creaciones de diseñadores
locales.
La propuesta entusiasma a los empresarios de la industria de la indumentaria,
unas 3000 empresas, en su mayoría talleres de costura que pertenecen
al grupo de las pequeñas y medianas empresas, que emplean a unas
60 mil personas en todo el país. Por primera vez hay una
posibilidad de crecimiento para el sector, afectado por la recesión,
la importación, el contrabando y la producción clandestina,
dice Graciela Sánchez, gerenta de la Cámara de la Indumentaria.
La empresaria reconoce que hay falta de comunicación entre
textiles, confeccionistas y diseñadores. Para el diseñador
Gustavo Lento Navarro, esta suerte de divorcio entre industriales y creativos
obedece a la juventud de las carreras de diseño, que ha producido
sus primeros egresados hace no más de 9 años. Según
Patricia Marino, del Centro de Investigaciones Tecnológicas del
INTI, existen unos 1700 egresados de esa carrera que hoy se cursa en la
UBA, en la Universidad de Palermo y en la UADE. La Facultad de Arquitectura
y Diseño de la UBA ha producido camadas de diseñadores de
muy buena calidad, que no tienen inserción. En muchos casos, su
destino es irse del país, dice Hecker. La apuesta oficial,
dice el funcionario, es incorporar el diseño como producto
diferenciado, que interactúe con la producción, insistió.
El proyecto se complementa con la creación del Centro Metropolitano
de Diseño, que será inaugurado en abril en el ex Mercado
del Pescado, en Barracas. Allí nuclearán no sólo
los creativos de la moda sino diseñadores industriales y gráficos.
Ropa de alta tecnología
Por E.V.
En indumentaria, el diseño tiene un aspecto creativo,
pero también un componente tecnológico: telas que
son capaces de absorber el calor del sol y mantenerlo, o aquellas
que, a la inversa, pueden conservar bajas temperaturas; o los materiales
antimicrobianos que impiden que la transpiración del cuerpo
provoque aromas desagradables en la ropa. O las prendas inteligentes,
con microprocesadores que cumplen distintas funciones.
En este campo es donde entran a tallar los especialistas del Centro
de Investigaciones Textiles (CIT), que depende del INTI. Nuestra
contribución está centrada en desarrollar productos
diferenciados desde el punto de vista tecnológico,
explicó a Página/12 Patricia Marino, coordinadora
del CIT.
El organismo viene trabajando desde hace cinco años con la
Cámara de la Indumentaria, en el desarrollo de nuevos materiales,
diseñados para funciones especiales. Como las terminaciones
con microcápsulas con parafinas, capaces de mantener una
temperatura de 20 grados, durante dos horas, en el traje de un bombero
que está combatiendo un incendio. O las terminaciones con
fibra de carbono o cerámica que absorben el calor del sol
y mantienen temperatura alta, en prendas para esquiadores,
puso como ejemplo Marino.
Los técnicos también trabajan en el diseño
de software y hardware para hacer diseños asistidos
por computadora, armar una colección virtual o armar un catálogo
de telas sin necesidad de producirlas.
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