Sólo conociendo y analizando los datos del gasto público
de una gestión en lo cultural es posible considerar esa actividad
como una real política de Estado y no como parcialidades partidarias.
La afirmación fue formulada por el rector de la Universidad Nacional
de Tres de Febrero (Untref) Aníbal Jozami, al presentar el Primer
anuario sobre indicadores culturales. El trabajo, producto de una
investigación realizada por la Untref bajo la dirección
de Patricio Lóizaga escritor, periodista y docente de esa
universidad, ordena los datos significativos del Presupuesto 2000
en el ámbito cultural. Un trabajo sin precedentes en el país
y absolutamente necesario según sus responsables, quienes
se basaron para diseñarlo en una recomendación de la Unesco
sobre gestión cultural en políticas de Estado. Es
que, si bien los datos son públicos, no son conocidos advierte
Lóizaga y sin datos no hay diagnóstico. Por lo tanto,
no hay posibilidad de elaborar políticas públicas responsables.
No es caprichosa la decisión de la Untref al realizar este primer
informe ya se está trabajando sobre material de 2001,
ya que es la única universidad argentina que posee una carrera
de Gestión del arte y la cultura, con nivel de licenciatura. En
ese marco teórico toma cuerpo la necesidad de establecer parámetros
de eficiencia, índices de gasto y niveles de consumo que den cuenta
del proceso cultural del país. Una actividad que, según
la Unesco, debe insumir como mínimo el 1 por ciento del total de
un presupuesto nacional. Pero ni Francia lo alcanza.
Entre los datos publicados se destacan consideraciones de fondo, a saber:
Del total del gasto público de la administración central
en cultura, sólo el 36 por ciento es aporte del Tesoro nacional.
El 64 por ciento restante proviene de fondos de la propia actividad cultural.
El 50 por ciento del presupuesto del área, a nivel de administración
nacional, lo absorbe la actual Subsecretaría de Cultura, pero los
gastos de consumo (personal y otros ítem) cubren casi un 80 por
ciento de ese total.
Organismos como el Incaa y el Fondo Nacional de las Artes aportan
al Tesoro nacional más recursos de los que insumen. Mientras
que Biblioteca Nacional, sobre un gasto que ronda los 9 millones, genera
ingresos por 45 mil pesos. Pero esto sugiere Lóizaga
no debe evaluarse con la lógica del mercado sino bajo la posibilidad
de optimizar los mecanismos de producción de esa entidad y maximizar
sus recursos.
El rubro bibliotecas arroja otro dato interesante: en la última
década se duplicó el número de Bibliotecas Populares:
de 917 pasaron a ser 1863, de las que 1790 poseen línea telefónica
y 1745 por lo menos un equipo de computación. Otro rubro que crece
es el de nuevas tecnologías: Internet, telefonía móvil,
etc., ya que con 1.200.000 usuarios de Internet (web más e-mail)
en 1999, la Argentina entró este año en lo que la estadística
denomina período de hipercrecimiento (ver recuadro).
Comparando presupuestos, el informe de la Universidad de Tres de Febrero
detalla con minuciosidad que mientras la ciudad de Buenos Aires incrementó
su presupuesto en un 14 por ciento, la Nación disminuyó
el suyo en un 10,9 por ciento, teniendo en cuenta los datos del año
anterior. Esto se desprende de que el Presupuesto nacional para el año
2000 le destina un 0,2 por ciento de su gasto total al rubro Cultura,
mientras que la ciudad de Buenos Aires le asigna un 4,9 por ciento.
La posibilidad de utilizar este Anuario como herramienta para defender
la racionalidad de los presupuestos en cultura fue avalada por los funcionarios
invitados a su presentación: Eduardo García Caffi, subsecretario
de Cultura de la provincia de Buenos Aires; y Hugo Storero, secretario
de Cultura de la Nación. Este último señaló
que el informe muestra la importancia de ver a la cultura como algo
productivo, como lugar de inserción social y de valorización
de los aspectos democráticos, y no como algo decorativo.
Para el próximo año, según adelantó el rector
Jozami, se sumarán datos de otras ciudades, como Rosario o Bariloche:
No son capitales, pero sí ciudades de mucha actividad cultural
y conpresupuestos acordes. Además se incluirán, entre
otros ítem a considerar, el volumen de facturación de la
prensa gráfica y audiovisual, y la relación entre la actividad
cultural del establishment y la de los grupos independientes.
Galardonaron a un
Estrella
El pianista Miguel Angel Estrella recibió ayer en Buenos
Aires el Premio Nansen, que entrega el alto comisionado de las Naciones
Unidas para los Refugiados (Acnur), que por primera vez distingue
a un ciudadano argentino por su contribución humanitaria.
Es un premio que recibo en nombre de todos los que luchan,
todas las organizaciones de derechos humanos, para que algún
día no haya necesidad de un comité de refugiados,
sostuvo el tucumano, muy emocionado. El pianista recibió
el premio en el salón Libertador del Palacio San Martín
de la Cancillería, de manos del representante regional de
la Acnur en la Argentina, Anton Verwey, y en lugar de ofrecer un
discurso de agradecimiento, brindó a los presentes un delicioso
concierto con obras de Mozart y Beethoven. En la foto lo saluda
Estela Carlotto, de Abuelas de Plaza de Mayo.
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Un premio a Tizón
El Fondo Nacional de las Artes (FNA) entregó el Gran Premio
2000 al escritor jujeño Héctor Tizón. El FNA
premió además las trayectorias de Leonardo Favio (en
cine), Olga Fernández Latour de Botas (folklore), Nicolás
García Uriburu (artes plásticas), Miguel Angel Roca
(arquitectura), Manuel Rego (música), Atilio Stampone (tango)
y Roberto Villanueva (teatro). El premio, instituido en 1963, reconoce
anualmente la obra y trayectoria de un artista destacado por su
labor en las artes y las letras nacionales. El Gran Premio es la
máxima distinción y consiste en la entrega de la estatuilla
La Luna del Fondo y la suma de 20 mil pesos. Algunos
de los ganadores son Jorge Luis Borges, Armando Discépolo,
Milagros de la Vega, Emilio Pettoruti, Luisa Vehil, Ariel Ramírez,
Marco Denevi, Tita Merello y Luis Felipe Noé.
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