Desde el Gobierno, la oposición y el propio sindicalismo, surgieron
ayer repudios y voces contrarias a la advertencia realizada por Rodolfo
Daer, quien el martes prometió volver a la Plaza de Mayo para
reclamar o sacar a patadas al Gobierno. El propio titular de la
CGT oficial debió pedir disculpas ayer por la frase y admitir que
fue un error. Fernando de la Rúa fue el primero en
manifestar su queja por las expresiones del líder cegetista. Son
impropias, y les pido por favor..., yo no vine a Atacama para contestar
eso, respondió el Presidente desde la localidad chilena de
San Pedro de Atacama.
Es más, desde el Ministerio de Justicia se analizó la posibilidad
de realizar una denuncia en Tribunales al entender que la afirmación
de Daer podría atentar contra la Ley de Defensa de la Democracia.
Están excedidas de lo tolerable y habrá que estudiar
si no rozan el delito, señaló el vocero presidencial
Ricardo Ostuni.
Según el ministro de Justicia, Jorge de la Rúa, los dichos
que Daer utilizó durante el acto celebrado el martes en Plaza de
Mayo son desproporcionadas, y consideró que el dirigente
gremial debe estar arrepentido, pues demuestra un débil
compromiso con el sistema democrático.
Para la ministra de Trabajo, Patricia Bullrich, el titular de la CGT oficial
demostró una falta de respeto por la democracia y denunció
la costumbre de los sindicalistas que golpean y después negocian.
¿Qué es esto? ¿Es una amenaza golpista? Es
realmente un despropósito absoluto, una desubicación total,
una falta de respeto por la democracia, dijo esta mañana
la titular de la cartera laboral.
Por su parte, Carlos Ruckauf afirmó que las peleas personales
no dan soluciones a la gente y que hay que potenciar el diálogo.
Cada uno tiene derecho a hacer las críticas que sean más
adecuadas, pero hay que potenciar el diálogo en la Argentina, hay
que ayudarlo al Presidente a cambiar el rumbo económico social,
sostuvo el gobernador bonaerense.
Las críticas a Daer, aunque más atenuadas, llegaron también
desde el propio sector sindical, que no fustigó a Daer sino que
buscó minimizar los dichos del dirigente. El titular de la CGT
rebelde, el camionero Hugo Moyano, consideró que las palabras de
su par se dan en el fragor del discurso, pero no creo que haya intención,
además no es posible hacerlo. No creo que sea demasiado trascendente
esa expresión.
Pese a admitir que no es una frase feliz, consideró
que no es tan contundente como para descalificar a alguien. Al Gobierno
lo eligió el pueblo y tiene que decidir el pueblo sacarlo,
expresó.
En cambio, para el secretario general del gremio de Empleados de Comercio,
Armando Cavalieri, quien pertenece a la CGT oficial, se trató de
un error de Daer, es la voz de un militante más que la de
un dirigente, que tiene que tener serenidad frente a una masa importante
de gente.
Luis Barrionuevo fue aún más contemplativo e intentó
sacar a Daer de la incómoda situación. Yo no sé
si a veces quizá cuando vos tenés una multitud tenés
el marco que te da, a lo mejor uno se sale de esto y en la calentura puede
decir este tema, aseguró el dirigente gastronómico,
también de la CGT oficial.
Para ganarse unos aplausos... le apuntalaron por radio.
Bueno, por eso mismo. Pero no es el pensamiento de Daer. Porque
si a nosotros nos denominan como que somos los dialoguistas, los que venimos
permanentemente tratando de que las cosas salgan adelante a través
del consenso, bajo ningún punto de vista nosotros podemos plantear
que vamos a sacar a ningún gobierno a patadas porque por eso cada
dos años hay elecciones.
Quien, en cambio, no tuvo piedad fue el vicepresidente del bloque de diputados
radicales de la provincia de Buenos Aires, Roberto Costa. Las declaraciones
de Rodolfo Daer no pueden pasar inadvertidas. Es un oportunista de lengua
suelta. Cree en su fantasía representativa que, con
una frase aguerrida, pero vacía de contenido, puede provocar lainsurrección
de un pueblo contra un gobierno legitimado por el voto de la mayoría.
OPINION
Por Eduardo Sigal *
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Novedades en el Frente
Más de una novedad importante trae aparejada la reciente
reunión de dirigentes del Frente Grande. La más evidente
es la apertura de un ámbito deliberativo, cuya consolidación
y desarrollo tendrán un gran significado para el futuro del
partido. En el terreno de las definiciones políticas, cabe
resaltar nuestra ratificación de la pertenencia a la Alianza,
no sin explicitar la crítica al pobre balance de su desempeño
gubernamental. El Frente se orienta a un mayor compromiso con el
desarrollo de la gestión, lo que comporta un más acentuado
protagonismo en la toma de decisiones.
Cuando hablamos de las limitaciones y contradicciones de esta gestión
nos incluimos dentro de esa consideración: se ha verificado
la enorme distancia que existe entre la construcción de un
discurso político alternativo y la aptitud de nuestros principales
dirigentes para comunicarlo socialmente, por un lado, y, por otro,
los escasos recursos políticos, culturales e institucionales
con que contamos para proponer y ejecutar políticas públicas
acordes con esos enunciados.
No se puede hacer política renegando de los partidos políticos.
Se puede discutir cómo tiene que ser el partido, cuál
es el grado de flexibilidad que debe tener y cómo se vincula
con los diversos grupos organizados de la sociedad. Pero lo que
no se debería hacer es prescindir del partido y reemplazarlo
por una lógica caudillista que está en el otro extremo
de la modernidad que hemos enunciado permanentemente. En estos últimos
años, el Partido del Frente, con todas las limitaciones que
podemos reconocerle, han creado un rico plantel de cuadros dirigentes:
funcionarios nacionales, legisladores nacionales y provinciales,
intendentes y funcionarios municipales, dirigentes sindicales y
sociales, técnicos e intelectuales y militantes esforzados
y valiosos. Entre nosotros, desgraciadamente, empezaron a circular
ideas como la de que el partido frena, quita flexibilidad
en la acción o la de que los militantes son todos buscadores
de puestos. Esa desvalorización genérica e indiferenciada
de la política y los políticos aparece con frecuencia
asociada a la percepción de que el sistema político
es una isla corrupta en una sociedad civil pura e incontaminada.
Son ideas muy perniciosas: si el partido del Frente quiere trabajar
para defender la Alianza con un perfil propio, con capacidad para
tomar iniciativas y para discutir cursos de acción, necesita
actuar como partido político. Es necesario contar con un
programa propio para la coyuntura y con consensos básicos
sobre la actitud a tomar ante diferentes iniciativas del Gobierno.
Para todo eso hace falta un partido funcionando, no una burocracia
inútil sino cuadros discutiendo y actuando coordinadamente.
La reunión del último viernes puede constituirse en
un punto de inflexión para el Frente Grande. La plena recuperación
del rumbo que llevara a su enorme crecimiento está en manos
de todos sus miembros y, particularmente, en la de sus dirigentes
más reconocidos.
* Presidente del bloque de senadores Frepaso Buenos Aires.
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