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Duro cruce entre Graciela y la ombudsman Oliveira

La defensora había denunciado a la ministra ante el INADI. El motivo: se exigían DNI para la entrega de planes sociales. Graciela dio su respuesta ayer y Oliveira reiteró su denuncia.

Fernández Meijide descargó responsabilidades en un comunicado.
“Realicé gestiones ante el Registro Nacional de las Personas.”

La defensora del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires, Alicia Oliveira, mantuvo ayer un cruce con Graciela Fernández Meijide por supuestas demoras y discriminación en la distribución de alimentos entre ancianos indigentes. La ministra de Desarrollo Social aseguró que la denuncia no tenía asidero y que le parecía “descalificante”. A lo que Oliveira respondió: “Si quiere saber cómo se hace beneficencia que le pregunte a Eva Perón, es la dama de la beneficencia en la Argentina”.
La defensora del Pueblo de la Ciudad le había reclamado el martes al Ministerio de Desarrollo Social y Medio Ambiente regularizar la entrega de módulos alimentarios del Plan Unidos y pidió la intervención del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI) ya que por reglamento los ancianos, tanto nacionales como extranjeros, que no posean documento de identidad no están habilitados para recibir la ayuda, tal como lo publicó Página/12 en su edición de ayer.
Mediante un comunicado de su oficina de prensa Meijide dijo que no era responsabilidad de su cartera que haya gente sin documentación. “A pesar de no ser de mi incumbencia directa –aseguró la ministra– he realizado numerosas gestiones ante el Registro Nacional de las Personas para reducir las barreras económicas que hacen que las personas de escasos recursos se vean perjudicadas.”
Oliveira, después de leer el comunicado, apuntó: “¿Cómo puede ser que para dar alimentos a una persona se le exija presentar un documento que le cuesta por los menos 30 pesos a un argentino y no menos de mil pesos a un extranjero que quiera tramitar su radicación? Si no tienen para comer”.
Meijide había respondido: “Lo que usted dice es un prejuzgamiento inaceptable. Ya presentamos una solicitud para establecer una operatoria conjunta para documentar a todas aquellas personas beneficiarias de los programas sociales dependientes del ministerio”. Y agregó: “La intención de requerir un documento no puede ser otra que la de dar transparencia al subsidio descripto con la adecuada identificación de los beneficiarios”.
Oliveira leyó el argumento, se acomodó los anteojos y dijo indignada: “La transparencia siempre le toca a los pobres. ¿Cuál es el problema si un viejito en vez de una se lleva dos cajas? ¿Acaso se va a hacer millonario? ¿Acaso va a poder hacer un viaje a Biarritz? Cuando hay dudas yo creo que siempre hay que otorgarle la ventaja al pobre, que cuando mucho, sólo va a comer un poco más”.
La ministra aseguró en su respuesta que según la documentación chequeada no hay demora en las entregas, que la cartera mantiene un fluido diálogo con Cáritas Buenos Aires (que se ocupa de distribuir la ayuda), y que todo se ajusta al “padrón de entregas” habituales. El comunicado agrega que “no está previsto cortar el beneficio durante los meses de verano en esa institución ni en ningún lugar del país”.
“La respuesta no me conforma”, afirmó a este diario Oliveira. “Insisto en que hay listas de espera para obtener la ayuda, y que el tema de los indocumentados se resuelve con una decisión ministerial. Las reglas las pone la ministra, no yo”, concluyó.

 

OPINION
Por Norberto Padilla*

Una pausa junto al pesebre

El asno y el buey, no mencionados en el Evangelio de Lucas, ganaron su lugar en la historia navideña cuando San Francisco de Asís, en 1233, los invitó a la misa de Nochebuena que celebró en una gruta, a unos ochenta kilómetros de Roma, y de ahí se extendió por el mundo de la época. La fragilidad del Niño, contemplado por María y José, habla con elocuencia de la cercanía y ternura de Dios. Ahí están los pastores que con sus ovejas llegan respondiendo al anuncio angélico, precediendo a los magos con sus camellos y presentes, representando así la Humanidad entera. Desde Nápoles se difundió que las figuras de madera, de yeso o estuco estuvieran en su ambiente, recreándose con pretensión arqueológica o desbordante imaginación, según los casos, la campiña y la pequeña ciudad de David: casas, palmeras, fortalezas y sinagogas, con sus luces titilando.
A fines del siglo XVI se encuentran ya pesebres en la quebrada de Humahuaca, y, de ahí en más en cada ciudad y pueblo, en cada casa y en cada iglesia de nuestro territorio. Infinidad de villancicos se han entonado en honor del Niño, sin olvidar a los otros protagonistas de la aquella Noche, respondiendo a la convocatoria del pesebre, desde “Vamos, pastorcitos, vamos a Belén, que en Belén acaba Jesús de nacer” a “Noche anunciada, noche de amor, Dios ha nacido de palo y flor” de la “Navidad nuestra” de Félix Luna y Ariel Ramírez, entre tantas otras.
A lo largo de los siglos, los hombres y mujeres se han hecho niños con el Niño de Belén, única forma de acercarse al gran misterio de un Dios que sale a nuestro encuentro. Entre admirativo y emocionado, casi no hay quien pase sin detenerse frente al pesebre, así sea con la nostalgia de una infancia perdida.
Concluimos un siglo. Se han sumado otras representaciones con el aporte de diversas culturas, entre ellas el árbol, símbolo pagano cristianizado, como el que cada año los ocupantes de la Casa Blanca erigen en su jardín, y el rollizo y simpático Santa Claus, ataviado para latitudes en las que los renos pueden surcar los caminos helados, con fondo de “jingle bells”. No hay necesaria oposición entre unas figuras y otras, que a menudo van juntas para alegría de los niños. Con la diferencia de que las de Belén son parte de una historia en que los cristianos reconocen la de su salvación, y aún más allá de la confesión religiosa, los hombres “de buena voluntad” aceptan como parte relevante del patrimonio cultural de nuestro pueblo, formado en las vertientes de otros pueblos en los que el pesebre acompañó la historia, Navidad tras Navidad.
Al pesebre llegaron María y José “porque no había lugar para ellos en la posada”. Hoy las representaciones del nacimiento buscan su espacio en la vida y en los corazones de los pobres, aunque también la de los sabios y poderosos si saben hacerse pobres en su corazón. Nos recuerdan las tradiciones populares y una fe que por ser cristiana y católica, como es la de la mayoría de los argentinos, propone su mensaje a todos con respeto cordial. El pesebre hace que en cada Navidad el descorchar de botellas y la inútil cohetería no nos permita olvidar a todos los que no encuentran lugar en la posada, a los solos, los excluidos, los enfermos, los encarcelados, que pasan por ello la Navidad, quizá sin saberlo, en estrecha cercanía con el “niño envuelto en pañales y recostado en un pesebre”.
Las figuras del pesebre están a las puertas de la Casa de Gobierno. Los argentinos, incluso los creyentes de otras religiones, y aun los que no tienen ninguna, están invitados a reconocerse en ellas, a hacer una pausa en su andar para volver a sus casas portadores de “una gran noticia para todo el pueblo”: que la paz, la solidaridad, el amor, la justicia, son posibles a partir de cada uno y del esfuerzo de todos.

* Secretario de Culto de la Nación.

 

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