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Un paro de trenes de todo el día
terminó en conciliación obligatoria

Las empresas despidieron maquinistas por trabajar a reglamento. Hubo huelga como respuesta.Trabajo impuso una tregua de 15 días.

Desde las 9.20 y hasta las ocho
de la noche casi no hubo trenes.
Fueron despedidos tres ferroviarios.
La medida quedó en suspenso.

Por Fernando Almirón

Entre las 9 y las 20 de ayer la gente se quedó sin trenes. Miles de pasajeros deambulaban insultando por lo bajo en los andenes mientras esperaban en vano la llegada de un convoy que nunca partió desde las terminales por disposición del gremio de La Fraternidad, que nuclea los conductores ferroviarios. La medida de fuerza fue la respuesta de los sindicalistas al despido de 30 de sus compañeros y la suspensión de otros 30. Todos ellos habían comenzado el día trabajando a reglamento en reclamo de un aumento de salarios, mejoras en la seguridad y disminución de horas de servicio. El Ministerio de Trabajo dispuso durante la tarde la conciliación obligatoria por un plazo de quince días que fue acatada por los trabajadores y las empresas. Por la noche la gente pudo volver a casa.
Fueron más de doce horas agitadas. La Fraternidad había previsto una jornada de trabajo a reglamento en demanda de mejoras salariales, entre otras reivindicaciones. Esto generó algunas dificultades para los pasajeros más madrugadores debido a una merma en la frecuencia de las formaciones que se desplazaban a una velocidad menor que la habitual. Entre las seis y las nueve de la mañana se viajó lento y apretado.
Pero las demoras y cancelaciones se convirtieron en paro total cuando una veintena de conductores recibieron los primeros telegramas de despido y de suspensión que les hicieron llegar las concesionarias Transportes Metropolitanos. Metrovías y Trenes de Buenos Aires (TBA). “Dispusimos un cese general de actividades a nivel nacional de 9 a 24 en reclamo de la reincorporación de nuestros compañeros”, señaló por la mañana el secretario general del gremio, Omar Maturano.
Voceros de las concesionarias argumentaron que la represalia se debió a que los maquinistas no estaban cumpliendo con las guardias mínimas que exige el Ministerio de Trabajo.
Mientras el sindicalista Maturano se disculpaba ante los usuarios por la consecuencia de la medida que afectó a las líneas Mitre, Sarmiento, San Martín, Urquiza y Belgrano Sur, el secretario de organización del gremio, Horacio Caminos, anunció que estaba previsto llevar a cabo cortes de vías para evitar la circulación de trenes conducidos por personal jerárquico.
Efectivamente se detectaron dos interrupciones en los rieles. Una en Constitución, que fue levantada gracias a una pacífica disuación policial, y otra sobre el ramal del ferrocarril San Martín, en la provincia de Buenos Aires.
Ayer por la tarde el viceministro de Trabajo, Anselmo Rivas, sentó en su despacho a los representantes gremiales y empresarios a los que instó a acatar una conciliación obligatoria por 15 días, que obliga a las empresas a reincorporar despedidos y suspendidos, mientras que los sindicalistas se comprometieron a no tomar medidas de fuerza en ese período.
Según Maturano “nuestro objetivo se cumplió porque en estos tres meses de negociación las empresas nunca tuvieron propuestas y hoy el viceministro de Trabajo (Rivas) obligó a las empresas para que el martes 26 vengan con propuestas superadoras del conflicto”.
Según La Fraternidad, el funcionario también le hará llegar al secretario de Transporte, Jorge Kohan, las denuncias sobre falta de seguridad en el transporte ferroviario, una de los reclamos que dieron lugar al conflicto.

 


 

PROTESTAS Y REZONGOS EN EL ANDEN
La bronca no es pasajera

El paro de trenes dispuesto por los trabajadores ferroviarios cambió el humor de los usuarios y obligó a algunos a buscar alternativas para volver a sus casas y a otros, la gran mayoría, a esperar. El mal humor fue general. La gente se quejaba por lo bajo, pero no hubo protestas exaltadas. El tono general lo dio un –pretendido– pasajero que describió: “Yo entiendo a los ferroviarios, pero al final siempre los perjudicados somos los laburantes, parece que nos jodemos entre nosotros”.
En Retiro el panorama dependió de la estación en que se lo mirara. En la cabecera del ex San Martín la medida cobró mayor adhesión. A las 5 de la tarde se anunció que no salían más trenes. Los guardias de seguridad hacían las veces de guía e indicaban a la gente qué colectivos podían tomar para volver a sus casas. Pero algunos se mantenían inamovibles frente al andén, como Teresa, que intentaba viajar a San Miguel: “Yo no sé qué hacer –se lamentó–, espero que alguien se apiade de nosotros, que también somos trabajadores”. Pese a la situación inesperada, algunos no perdieron el humor. Como Roberto Landi, que le proponía a sus compañeros de trabajo irse caminando hasta José C. Paz: “Es más cerca que Luján”, ironizó. Hubo quienes intentaron salvar el día a costa de las necesidades e urgencias ajenas. Un par de individuos circulaban por la estación ofreciendo sus servicios para ir hasta San Miguel en auto, “a diez pesos por cabeza”, susurraban. El éxito no pareció acompañarlos, como a los taxistas, que ni con el paro de trenes lograron levantar cabeza. Estos se organizaron para poder trabajar mejor: “Bajamos las tarifas e intentamos llevar de a grupos de cuatro personas que vayan para el mismo lado, pero igual no pasa nada”, se resignaron en la parada. Juan Carlos, pizzero y artista plástico, no ocultaba su fastidio: “Yo también gano menos de lo que quiero, y encima no me van a pagar el aguinaldo cuando me lo prometieron. Yo entiendo a los ferroviarios, pero al final siempre los perjudicados somos los laburantes, parece que nos jodemos entre nosotros”. En el ex ferrocarril Mitre los trenes salían con más de una hora de atraso. Desde un stand ad hoc, un acalorado hombre disfrazado de Papá Noel se ofrecía para una foto, pero nadie lo miraba. Todos dirigían su mirada justo en la dirección contraria, hacia el cartel que anunciaba los horarios de salida de trenes. Ni siquiera para las cafeterías fue negocio. Los bolsillos no dieron ni para un café.

 

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