Por Cristian Vitale
A sus 36 años, se puede
decir que Javier Malosetti, bajista educado por su padre Walter un
elegido del jazz, ha pasado por todas las experiencias esperables
para un músico de su linaje. Desde tocar en la banda estable de
Luis Alberto Spinetta que grabó Don Lucero (1989), Exactas (1990)
y Pelusón of Milk (1991) hasta poner su bajo al servicio de Dino
Saluzzi, Lito Vitale, Jaime Ross y Baby López Furst, entre muchos
otros. O ligarse con mucho feeling a figuras del género como Jim
Hall o Larry Coryell. Pero tenía una deuda pendiente: hacer un
disco propio bueno después de un debut que no lo dejó satisfecho,
en 1993. De ahí que su Spaghetti Boggie signifique para su ánimo
algo más que un proyecto llevado a buen puerto. Con este
disco me gustaría zafar de las bateas del jazz. No sé si
es fácil, porque algunos me siguen viendo como un músico
de jazz que histeriquea con el rock, pero eso es injusto. Soy un músico
de ningún estilo. Y no coqueto: yo me curto todos los estilos.
Spaghetti Boggie, que será presentado con un show esta noche en
La Trastienda, tiene mucha música. Son 16 temas la mayoría
suyos, pero también versiones de composiciones de Joe Zawinul Sly
and the Family Stone, entre otros y hay un marcado eclecticismo
acotado por los márgenes del espíritu negro. La matriz es
el jazz, aunque para nada son extraños el soul, el funk y el blues.
Entre los sesionistas del trabajo figuran, además de su padre,
Flavio Cianciarullo, Nico Cota y Spinetta, todos los cuales están
invitados para esta noche. La banda estable, en tanto, forma con Américo
Belloto en trompeta, Ricardo Cavalli en saxo, Guillermo Romero en teclados
y Fernando Martínez en batería. De despistado que
soy, me olvidé de grabar Only a Northern Song, la canción
de George Harrison que está en Submarino Amarillo. Hice una versión
extraña, no un cover a lo Danger Four, y no la van a poder escuchar,
cuenta.
¿Por qué median siete años entre un trabajo
solista y otro?
Porque me la pasé trabajando para otra gente. Además
de producirle dos discos a mi viejo o el segundo de Alfredo Casero, pasé
mucho tiempo girando con Lito Vitale. Sin embargo, me hice un tiempo para
mí. De hecho, algunos de los temas de este disco tienen cinco años,
sólo que tenía que encontrar el momento justo para dedicarle
las horas y el esfuerzo que merece cada canción.
Malosetti homenajea a su padre con el tema Obi-One. Javier
nota similitudes entre Walter y un hacedor de guerreros. Obi era
un hacedor de guerreros, mi viejo es un hacedor de músicos, que
siempre se reunió con pibes con ganas de aprender el lenguaje del
jazz. Es una noble cruzada que llevó a cabo durante toda su vida,
un laburante rebelde de la docencia, un violero implacable de jazz a sus
70 años. Todavía me hace mierda verlo tirar cuerdas así...
tocando blues al palo cada vez que tocamos juntos.
Además del disco, la otra novedad fuerte de Javier es que volvió
a tocar con Spinetta reemplazando a Marcelo Torres, el bajista de las
seis cuerdas que acompañó toda la carrera de Los Socios
del Desierto.
¿Por qué habla de un acercamiento ideológico
con Spinetta?
Porque hoy lo que quiere Luis es contar cuatro y tocar la viola.
En mi etapa anterior en la banda, él estaba muy copado con las
máquinas. Me gusta más también por el formato de
la banda: los tríos de power rock son similares a los de jazz.
Está bueno porque todos tenemos más lugar. Antes, por ejemplo,
él tenía poco espacio para los solos, solamente acompañaba.
Y era una lástima porque, si bien no es un virtuoso, tiene mucha
fuerza para tocar.
¿Cómo fue la convocatoria?
En realidad, Luis tiene una cosa medio de familia mafiosa en el
buen sentido. Tiene lo lindo de la cosa clanesca. Cuando separó
la primera banda, seguimos manteniendo una excelente relación.
Nos juntábamos a comer y eso. Hasta que una vez caí en el
estudio sin saber que estaba grabando Los Ojos. Sonaba Ven, vení
y me puse a tocar sobre el tema con una guitarra acústica hermosa
que tiene en el estudio. El me escuchó y me dijo andá
a hacer eso sobre el tema. Yo me moría por hacerlo, pero
me negué en ese momento. Después me llamó para grabar
guitarras en La Flor, otro de las canciones de ese disco,
que tiene un groove muy parecido a Ludmila. Así volví
con Spinetta.
¿Se trabaja con libertad en los grupos de Luis?
Depende. Hay veces que se puede ser libre y jugar con la improvisación
y otras que no. Luis normalmente viene con una idea más concreta
de lo que hay que hacer con la batería y el bajo. Con la bata es
más hincha pelotas todavía, muy meticuloso. Siempre fue
así, con Jota Morelli, con el Negro Colombres y ahora con el Tuerto
Wirtz. Les cantaba el charlestone, donde iba el tambor, donde abría
el plato. Todo. Pero ahora, al ser un trío, hay más espacio,
más libertad para los solos. Yo tengo un solo en Los libros
de la buena memoria, que es lo mismo que hacer un solo de Rock
alrededor del reloj, con Bill Halley en la banda.
¿Tocaría por siempre con Spinetta?
Me gusta tocar con cualquier músico que admire, pero no sé
si para siempre. Mañana te contesto.
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